Tú gaditano, tú pisha, que cuando te vistes de costalero rindes pleitesía al señor de los cielos, que cuando cojes el paso con la fuerza de tu alma haces penitencia por los tuyos.
Tú gaditano, tú pisha, que cuando llega el verano ves como el maná llega para en el momento más caluroso haya cuatro puestos más de trabajo que palien la angustia del paro.
Tú gaditano, tú pisha, que la alegría del mar te impregna y que evitas el levante con buena cara.
Tú gaditano, tú pisha, que guardas intramuros orgulloso a la Pepa, que sabes antes que nadie lo que una constitución es e implica.
Tú gaditano, tú pisha, que tienes en las venas sangre de marineros que han surcado cientos de mares, que han parado en mil puertos, que han llevado a Cadiz dentro.
Tú gaditano, tú pisha, que en tu boca pones canciones que hablan del mal del mundo con una sonrisa, que protestas a ritmo del 3/4 con la idea en la cabeza de un mundo mejor.
Tú gaditano, tú pisha, que cada carnaval haces de Cádiz el centro del mundo y nosotros, parte de ese mundo, lo contemplamos con alegría.
A tí gaditano, a tí pisha, al que se pone el disfraz de cadista y sale a ser protagonista del peor de los cuplés, a tí te digo gaditano que no llevas una camiseta, llevas un disfraz.
Un disfraz que cambia la guitarra por una piedra, el arte por un botellazo, la gracia por la desgracia. Y no me vale que en otros sitios haya otros animales con disfraces de otros colores para que tu guasa amarga se transforme en la desgracia justificada no ya de una familia, sino también de la tuya propia al descubrir que aquel gaditano gracioso se transforma en ser mostruoso cuando se pone la camiseta que más debiera respetar. Que el trapo que esconde tu cara no es un antifaz carnavalero, es la sombra asquerosa de un violento.
Ojalá se te meta en la cabeza la mirada asustada de un padre abrazando a sus hijos que lloran intentando protegerse de tí, gaditano y pisha. Ojalá se te meta en la cabeza porque ese padre, porque esos niños pueden llevar tus colores o los de cualquiera, querer ir al fútbol a una fiesta y encontrarse con los disfrazados de canallas. El domingo fuisteis ustedes los que recibisteis a un equipo y su afición. No dudes que pensaré lo mismo de aquellos que hagan lo propio con otro padre y otros niños vestidos del Cádiz, aunque el violento comparta conmigo colores.
Supongo que no me ha salido el popurrí que deseaba escribir de un partido entre Cádiz y Betis, pero a veces no es posible.
Tú gaditano, tú pisha, que cuando llega el verano ves como el maná llega para en el momento más caluroso haya cuatro puestos más de trabajo que palien la angustia del paro.
Tú gaditano, tú pisha, que la alegría del mar te impregna y que evitas el levante con buena cara.
Tú gaditano, tú pisha, que guardas intramuros orgulloso a la Pepa, que sabes antes que nadie lo que una constitución es e implica.
Tú gaditano, tú pisha, que tienes en las venas sangre de marineros que han surcado cientos de mares, que han parado en mil puertos, que han llevado a Cadiz dentro.
Tú gaditano, tú pisha, que en tu boca pones canciones que hablan del mal del mundo con una sonrisa, que protestas a ritmo del 3/4 con la idea en la cabeza de un mundo mejor.
Tú gaditano, tú pisha, que cada carnaval haces de Cádiz el centro del mundo y nosotros, parte de ese mundo, lo contemplamos con alegría.
A tí gaditano, a tí pisha, al que se pone el disfraz de cadista y sale a ser protagonista del peor de los cuplés, a tí te digo gaditano que no llevas una camiseta, llevas un disfraz.
Un disfraz que cambia la guitarra por una piedra, el arte por un botellazo, la gracia por la desgracia. Y no me vale que en otros sitios haya otros animales con disfraces de otros colores para que tu guasa amarga se transforme en la desgracia justificada no ya de una familia, sino también de la tuya propia al descubrir que aquel gaditano gracioso se transforma en ser mostruoso cuando se pone la camiseta que más debiera respetar. Que el trapo que esconde tu cara no es un antifaz carnavalero, es la sombra asquerosa de un violento.
Ojalá se te meta en la cabeza la mirada asustada de un padre abrazando a sus hijos que lloran intentando protegerse de tí, gaditano y pisha. Ojalá se te meta en la cabeza porque ese padre, porque esos niños pueden llevar tus colores o los de cualquiera, querer ir al fútbol a una fiesta y encontrarse con los disfrazados de canallas. El domingo fuisteis ustedes los que recibisteis a un equipo y su afición. No dudes que pensaré lo mismo de aquellos que hagan lo propio con otro padre y otros niños vestidos del Cádiz, aunque el violento comparta conmigo colores.
Supongo que no me ha salido el popurrí que deseaba escribir de un partido entre Cádiz y Betis, pero a veces no es posible.
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