Respuesta: Nosotros no esperamos a Godot, ¿y ustedes?
La reflexión que inaugura el presente post es de todo punto acertada.
Creo, sin embargo, que dicha reflexión es sólo la primera parte de la historia.
En efecto, hartos de estar hartos, los béticos queremos de verdad algo distinto a lo que llevamos padeciendo durante diecisiete años. Algo distinto que no es sino el Betis de siempre, ese que conocimos cuando pequeños y que nos fue transmitido por nuestros mayores.
Es evidente, y de ahí que yo tampoco espere a Godot, que alcanzar el sueño pasa, necesariamente, por evitar mesianismos indeseables que nos saquen de Guatemala para meternos en Guatepeor.
Por ello, para conseguir tan ansiado objetivo es preciso, en primer lugar, convencer a los tibios (no soy loperista pero tampoco opositor), a los descreídos (Galera fue peor que Lopera) y a los advenedizos (la FH es la única salida).
He dicho ya muchas veces que la caída del caballo de los tres tipos descritos en el párrafo anterior sólo puede hacerse por obra de quien, incondicionalmente, ha manifiestado, y ejecutado, desde el primer día de su constitución el firme propósito de trabajar para conseguir un Betis de todos sin más ambición que la de ver cumplido el objetivo. Así de sencillo. Así de complicado.
Por ello, toca abordar la segunda parte. Esa segunda parte comenzará más tarde o más temprano según la voluntad que tengamos de que los acontecimientos se precipiten. Y será, además, consecuencia de mantener e incrementar la decidida apuesta por emplear el principal instrumento que tenemos en nuestras manos para acabar con esta pesadilla desde la independencia que siempre ha caracterizado a PNB.
El colectivo que se ha ganado a pulso todo mi crédito, y el de muchos más béticos de los que el propio colectivo pudiera imaginar, se ha caracterizado siempre, entre otras cosas, por su valentía y honestidad. Estas cualidades, desde luego no predicables de quienes pretenden ser semejantes, siguen siendo a día de hoy una seña de identidad indisolublemente unida a PNB.
Precisamente el hecho de que sean esas virtudes acreditadas las que legitiman la posición de PNB en el beticismo, porque no olvidemos que el beticismo no es tonto, es la que compele a todos los demás colectivos a tratar de atraer para sí a esos valientes y desinteresados béticos que trabajan a destajo, doy fe de ello, para acabar con la tiranía.
El fin de esa tiranía tiene varios caminos. Desde luego, el más factible y, a la vez, más cercano en el tiempo, es el proceso judicial. Y la suerte de PNB, y por ende de todo el beticismo, es que la sartén la tiene por el mango una asociación en la que no sólo sus miembros carecen de pasado, sino que tampoco tienen ataduras de ningún tipo con nadie por el simple motivo de que se ha guiado desde el principio por la más recta e independiente de las sendas, sin esconder inconfesables intenciones.
Precisamente esa circunstancia es la que evita que PNB vea condicionada su actuación en el proceso. Ninguno de sus miembros corre el riesgo de que lo que se descubra los coloque en evidencia.
Todos deben ser conscientes de eso. En primer lugar los propios miembros del ente que constituye, probablemente a su pesar pero por méritos propios y no por vanas palabras o vaguedades, el motor del cambio que anhelan miles de personas.
En segundo lugar los muchísimos que, sin saber como hacerlo, quieren ver cumplido el sueño.
Por eso, los acontecimientos han colocado a PNB al frente de una responsabilidad histórica que soportará y conducirá sin arrugarse porque la cobardía no está entre sus defectos.
Desde aquí, todo mi apoyo para vosotros.
La reflexión que inaugura el presente post es de todo punto acertada.
Creo, sin embargo, que dicha reflexión es sólo la primera parte de la historia.
En efecto, hartos de estar hartos, los béticos queremos de verdad algo distinto a lo que llevamos padeciendo durante diecisiete años. Algo distinto que no es sino el Betis de siempre, ese que conocimos cuando pequeños y que nos fue transmitido por nuestros mayores.
Es evidente, y de ahí que yo tampoco espere a Godot, que alcanzar el sueño pasa, necesariamente, por evitar mesianismos indeseables que nos saquen de Guatemala para meternos en Guatepeor.
Por ello, para conseguir tan ansiado objetivo es preciso, en primer lugar, convencer a los tibios (no soy loperista pero tampoco opositor), a los descreídos (Galera fue peor que Lopera) y a los advenedizos (la FH es la única salida).
He dicho ya muchas veces que la caída del caballo de los tres tipos descritos en el párrafo anterior sólo puede hacerse por obra de quien, incondicionalmente, ha manifiestado, y ejecutado, desde el primer día de su constitución el firme propósito de trabajar para conseguir un Betis de todos sin más ambición que la de ver cumplido el objetivo. Así de sencillo. Así de complicado.
Por ello, toca abordar la segunda parte. Esa segunda parte comenzará más tarde o más temprano según la voluntad que tengamos de que los acontecimientos se precipiten. Y será, además, consecuencia de mantener e incrementar la decidida apuesta por emplear el principal instrumento que tenemos en nuestras manos para acabar con esta pesadilla desde la independencia que siempre ha caracterizado a PNB.
El colectivo que se ha ganado a pulso todo mi crédito, y el de muchos más béticos de los que el propio colectivo pudiera imaginar, se ha caracterizado siempre, entre otras cosas, por su valentía y honestidad. Estas cualidades, desde luego no predicables de quienes pretenden ser semejantes, siguen siendo a día de hoy una seña de identidad indisolublemente unida a PNB.
Precisamente el hecho de que sean esas virtudes acreditadas las que legitiman la posición de PNB en el beticismo, porque no olvidemos que el beticismo no es tonto, es la que compele a todos los demás colectivos a tratar de atraer para sí a esos valientes y desinteresados béticos que trabajan a destajo, doy fe de ello, para acabar con la tiranía.
El fin de esa tiranía tiene varios caminos. Desde luego, el más factible y, a la vez, más cercano en el tiempo, es el proceso judicial. Y la suerte de PNB, y por ende de todo el beticismo, es que la sartén la tiene por el mango una asociación en la que no sólo sus miembros carecen de pasado, sino que tampoco tienen ataduras de ningún tipo con nadie por el simple motivo de que se ha guiado desde el principio por la más recta e independiente de las sendas, sin esconder inconfesables intenciones.
Precisamente esa circunstancia es la que evita que PNB vea condicionada su actuación en el proceso. Ninguno de sus miembros corre el riesgo de que lo que se descubra los coloque en evidencia.
Todos deben ser conscientes de eso. En primer lugar los propios miembros del ente que constituye, probablemente a su pesar pero por méritos propios y no por vanas palabras o vaguedades, el motor del cambio que anhelan miles de personas.
En segundo lugar los muchísimos que, sin saber como hacerlo, quieren ver cumplido el sueño.
Por eso, los acontecimientos han colocado a PNB al frente de una responsabilidad histórica que soportará y conducirá sin arrugarse porque la cobardía no está entre sus defectos.
Desde aquí, todo mi apoyo para vosotros.
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