A eso de la una y media me da por sintonizar Radio Marca, y me encuentro al presidente de la otra acera, con su habitual tono chulesco, dando un discurso durante el homenaje que el club rinde hoy a su máximo exponente, por cuyo nombre, del cual no quiero acordarme, se conoce a su feudo futbolístico, en el día del cumpleaños del cub. El que suscribe apaga la radio con asco y desgana y se pone a reflexionar, y se da cuenta de que el presidente con mayúsculas del club de sus amores, el de las trece barras, Don Benito Villamarín Prieto, que tanto hizo por esta centenaria institución y al que antaño se le rendía honores, llevando incluso el estadio su insigne nombre, resulta que se le usurpa por el de Ruín de Lopera y se le borra del mapa así, por las buenas, y para colmo con el beneplácito de la afición, que en este caso se traicionó a sí misma, y hasta la fecha nunca más se le ha reconocido o se le ha hecho algún homenaje oficial a su memoria. Es más, queda claro que ese era precisamente el propósito de Ruín de Lopera, borrar del mapa al "gallego", como más de una vez ha tenido la indecencia de llamarle en el tono más despectivo, y no conforme con usurpar el nombre de Benito Villamarín también bautizó con Ruín de Lopera a la aldea deportiva y manchó el palco colocando el famoso busto. Pues eso, señores, en la otra acera tienen a partir de hoy un busto, pero para orgullo de ellos, y nosotros tenemos otro, pero para nuestra vergüenza, esa es la gran diferencia.
Una vez más la indignación, la impotencia y el dolor invaden a esta alma verdiblanca que llevo dentro. Después querrán que no nos comparemos con los vecinos pero es que se hace inevitable, y son demasiadas las bofetadas sin manos que nos están dando.
Una vez más la indignación, la impotencia y el dolor invaden a esta alma verdiblanca que llevo dentro. Después querrán que no nos comparemos con los vecinos pero es que se hace inevitable, y son demasiadas las bofetadas sin manos que nos están dando.
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