El beticismo está cada día más aletargado. Todo el mundo sabé cuándo acabará su modorra, pero nadie tiene ni idea de cuántos días durará. El estado de depresión en el que ha entrado la parroquia verdiblanca sólo tendrá fin cuando, por una u otra causa, Lopera desaparezca de su vida, de la del Betis, se entiende. Es el único deseo hoy del bético y se palpa en la calle.
En el partido ante el Real Unión de Irún, poco más de veinte mil espectadores en la grada. Se le quitan, a los cada vez menos abonados, los efectos de estos calores tardíos y el puente y la deserción en Heliópolis es fácilmente explicable.
El bético está dormido. Se refugia en su trabajo, en su familia, en su cerveza con los amigos… Pasa cada día más del fútbol en general y del Betis en particular. A un número creciente de béticos le da igual que el equipo gane, empate o pierda, que ascienda, se quede en Segunda o se pegue otro batacazo mayor. Sólo anhela que el que manda se vaya de una vez. Y reza por ello. Quiere recuperar su Betis, el de siempre. Y mientras que nadie se lo miente siquiera. Le cambia el ánimo.
Es fácil escuchar a béticos decir que de qué sirve que el equipo ascienda esta temporada, ya que la siguiente supondría un nuevo suplicio en Primera y, seguramente, otro descenso ominoso. Comentan que para qué fichajes en invierno, si además éstos vendrían de la mano de Momparlet y, obviamente, serían peores que los que ya ha traído…
Lamentablemente, este letargo, semejante estado depresivo, no es fruto de tres empates, dos de ellos ridículos. Es una enfermedad progresiva, que crece a la par que la zozobra que desprenden el personaje que rige los destinos del Betis y su par de asalariados no mileuristas. Cada día más béticos parecen anestesiados: trabajo, familia, cerveza con los amigos, playa, caza… Pero lo peor de todo es que los veo más felices que en los tiempos últimos en los que el Betis era parte o el todo del núcleo de sus vidas.
Aún peor. Creo que la epidemia seguirá creciendo. Y, amén de que para que Lopera se vaya de una vez, el bético que siga al pie del cañón deberá rezar para que todos los que van desertando regresen ese día tan grande para el que ya queda uno menos. Son igualmente necesarios. Y nadie les puede criticar que busquen en otros lugares la felicidad que el Betis les niega por culpa de tan vitando gestor. No se puede vivir amargado.
http://blogs.grupojoly.com/meridona/...etargo-betico/
En el partido ante el Real Unión de Irún, poco más de veinte mil espectadores en la grada. Se le quitan, a los cada vez menos abonados, los efectos de estos calores tardíos y el puente y la deserción en Heliópolis es fácilmente explicable.
El bético está dormido. Se refugia en su trabajo, en su familia, en su cerveza con los amigos… Pasa cada día más del fútbol en general y del Betis en particular. A un número creciente de béticos le da igual que el equipo gane, empate o pierda, que ascienda, se quede en Segunda o se pegue otro batacazo mayor. Sólo anhela que el que manda se vaya de una vez. Y reza por ello. Quiere recuperar su Betis, el de siempre. Y mientras que nadie se lo miente siquiera. Le cambia el ánimo.
Es fácil escuchar a béticos decir que de qué sirve que el equipo ascienda esta temporada, ya que la siguiente supondría un nuevo suplicio en Primera y, seguramente, otro descenso ominoso. Comentan que para qué fichajes en invierno, si además éstos vendrían de la mano de Momparlet y, obviamente, serían peores que los que ya ha traído…
Lamentablemente, este letargo, semejante estado depresivo, no es fruto de tres empates, dos de ellos ridículos. Es una enfermedad progresiva, que crece a la par que la zozobra que desprenden el personaje que rige los destinos del Betis y su par de asalariados no mileuristas. Cada día más béticos parecen anestesiados: trabajo, familia, cerveza con los amigos, playa, caza… Pero lo peor de todo es que los veo más felices que en los tiempos últimos en los que el Betis era parte o el todo del núcleo de sus vidas.
Aún peor. Creo que la epidemia seguirá creciendo. Y, amén de que para que Lopera se vaya de una vez, el bético que siga al pie del cañón deberá rezar para que todos los que van desertando regresen ese día tan grande para el que ya queda uno menos. Son igualmente necesarios. Y nadie les puede criticar que busquen en otros lugares la felicidad que el Betis les niega por culpa de tan vitando gestor. No se puede vivir amargado.
http://blogs.grupojoly.com/meridona/...etargo-betico/
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