Con el problema institucional tan grave que tiene el Betis, resulta casi frívolo concentrarse en la dinámica psicológica del equipo. Sin embargo, existe un patrón recurrente que es interesante no sólo en sí mismo, ya que se traduce en puntos perdidos, sino también por lo que puede revelar acerca de la forma en la que los jugadores se identifican con la institución. Me explico. Desde hace ya varias temporadas, en concreto desde la marcha de Serra, la plantilla ha hecho suya lo que en mis tiempos de estudiante se conocía como la ley del mínimo esfuerzo. No se trata sencillamente de no hacer nada, de pasar del tema, sino de tener como objetivo esforzarse lo justo, ni más ni menos, para seguir instalados en la mediocridad. Así a varios partidos decentes, le siguen partidos en los que la indolencia es evidente para quien quiera verla; tras obtener algunos puntos o colocarse en una posición adecuada a las expectativas (con la consiguiente relajación entre la afición y la rebaja de la crítica en la prensa) los futbolistas parecen sentir que han hecho suficiente y vuelven a relajarse. Hasta que los pitos, los gritos y los palos arrecian de nuevo y vuelve a comenzar el ciclo.
En fin, pongo el post para ver si habéis visto lo mismo que yo, ya que bajo mi punto de vista éste es el síntoma que más a las claras demuestra no sólo la falta de ambición de los profesionales (que la vemos con frecuencia en el cambio), sino también la sensación, que ellos deben tener sin duda, de que van en un barco sin rumbo, destinado al naufragio deportivo, donde cada uno debe sostener su vela. Se trata en mi opinión de una dinámica que ya está instalada en el Betis y que corremos el riesgo de transformar en una parte importante de la identidad no escrita del club, esa que los jugadores conocen tan bien cuando firman, esa que indica que al Barcelona y al Madrid se va a triunfar, al Sevilla se va a crecer, al Villareal se va a hacer un trabajo serio y al Betis... se va a hacer lo justo.
Dejo de enrollarme, que para mi primer post ha salido largo.
En fin, pongo el post para ver si habéis visto lo mismo que yo, ya que bajo mi punto de vista éste es el síntoma que más a las claras demuestra no sólo la falta de ambición de los profesionales (que la vemos con frecuencia en el cambio), sino también la sensación, que ellos deben tener sin duda, de que van en un barco sin rumbo, destinado al naufragio deportivo, donde cada uno debe sostener su vela. Se trata en mi opinión de una dinámica que ya está instalada en el Betis y que corremos el riesgo de transformar en una parte importante de la identidad no escrita del club, esa que los jugadores conocen tan bien cuando firman, esa que indica que al Barcelona y al Madrid se va a triunfar, al Sevilla se va a crecer, al Villareal se va a hacer un trabajo serio y al Betis... se va a hacer lo justo.
Dejo de enrollarme, que para mi primer post ha salido largo.
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