Recuerdo con cariño aquellos mensajes de un tal Alatriste. Una sección de chispazos en las que disfrutaba como un niño haciendo montajes. Recuerdo con lágrimas en los ojos tantos y tantos momentos que compartí con los foreros y, posteriormente, amigos, en esa casa verde en la que es cierto que las normas eran más rígidas, pero también es cierto que esa rigidez era su seña de identidad.

Recuerdos, he leído en esas páginas lo más hermoso que nunca leí en verdiblanco. Post tan sublimes que algún día estarán en algún libro. Escritos por béticos tan béticos que uno se siente un pobrecito a su lado. Allí conocí a foreros que cuando los vi en la realidad lejana de una pantalla verde sólo me llevaba a darle un tremendo abrazo. Como si fuesen amigos de toda la vida. Allí me preguntaron si quería participar en el centenario más grande que nunca se había hecho. Y dije que sí. Era el más grande porque era el más abandonado, era el más grande porque nacía del trabajo y el esfuerzo de béticos anónimos de toda condición y esfuerzo. Y tan grande que el mayor sacrificio fue abandonarlo por las traiciones catetas que una tras otra iban produciéndose desde el corazón que creíamos que era nuestro Betis.

Recuerdo cuando participé en su moderación, la responsabilidad tan enorme que ello suponía. Todo un orgullo ser anónimo espectador del fluir forero. Un orgullo que compartí con otros foreros, señores y señoras béticos, que a pesar de las discrepancias que en momentos podían producirse en nuestra ruta verdiblanca no dejamos nunca de ver al Betis, sólo al Betis, en el horizonte.

Hoy he intentado entrar al foro oficial del Real Betis Balompié y no he podido. Parece que ya no soy bienvenido, y no soy el único. Los motivos? Pues los sabrán los que se dicen béticos que han entrado por la puerta de atrás del foro cuya llave parece que tenía un señor que se dice comunicador y que ha dejado en manos de otros el buen camino, el grandísimo camino que llevaban, contra viento y marea, los béticos que allí moderaban. Y digo bien, contra viento y marea, pues los béticos comprometidos lo son en toda la extensión de la palabra. Son béticos que aceptaron ese compromiso y lo llevaron a cabo.

Hoy veo que el premio a su compromiso es la patada con la venda puesta. Así es el corazón de esta realidad paralela que me niego a llamar Betis. Y así han desembarcado, felices de ser fiel reflejo de donde se gestaron, felices de tener vía libre para señalar a los béticos ahora desde la web oficial y alguno, feliz de volver con vengador justiciero de lo que es su club, que no el Betis.

Hoy tenemos una prueba más de que el Betis es el Betis de todos, pero el club no es más que una nave carcomida donde campan señores fieles a algo que no es el Betis.

Hoy el Betis ha perdido otra batalla, pero que es de esas batallas que al perderla se ayuda a ganar la guerra, pues ha mostrado de qué está hecha el alma negra, que no verde, de la gente que rodea este club.

Mi agradecimiento infinito a aquellos que saben quienes son. Hoy se ha cerrado otra puerta a los béticos.