¿Cómo es posible que una SAD se pasee tranquilamente por la Liga de Fútbol Profesional sin haber suscrito efectivamente el capital exigido por la ley durante nada menos que siete años?
La confiscación por ley del patrimonio de los tradicionales clubes de fútbol para su inmediato y apresurado remate en condiciones óptimas para oportunistas y aventureros privaba a las aficiones de su papel de “controladoras” de las directivas, en lo sucesivo vitalicias, y concentraban la potestad fiscalizadora en un órgano, el CSD, que asumía con ello una enorme responsabilidad.
Sin embargo, viendo la evolución posterior de los acontecimientos la realidad no puede ser más descorazonadora. Los sátrapas que se adjudicaron de saldo entidades ancestrales han venido haciendo y deshaciendo a su antojo sin que ni por un momento el CSD se haya planteado poner un poco de orden. Y ello, inconcebiblemente, desde el nacimiento del sistema.
En el proceso penal del caso Atleti, que se inició muchos años después de la constitución de las SAD contra Jesús Gil y Gil por motivaciones exclusivamente políticas y extradeportivas, se aclaró que había suscrito la casi totalidad del capital social de la entidad, unos 12 millones de euros, sin poner ni un solo duro. ¿Y el CSD, no se había siquiera interesado?
En nuestro tristísimo caso, las dudas sobre el desembolso efectivo del capital social están todavía presentes sin que me conste que el CSD haya aportado jamás la menor luz sobre el asunto. Pero todo lo ocurrido desde entonces –desde acciones “secuestradas” a sus legítimos titulares durante 17 años hasta la despatrimonialización mediante un oscuro entramado societario aderezado de delitos fiscales– por su evidente continuidad en el tiempo ante los ojos de la autoridad competente, es incluso más grave. Hasta el punto de que cabría considerar si, cuando la Justicia vaya desbrozando lo acaecido, pudiera proceder la exigencia de responsabilidad patrimonial a la propia Administración por su clamorosa negligencia “in vigilando”.
Lo del Xerez CD es en sí increíble, pero parece especialmente asombroso cuando se considera que no hablamos de una dependencia de la Agencia Tributaria encargada de controlar a decenas de miles de contribuyentes, o de la Inspección de Trabajo vigilando a miles de empresas: nuestra liga profesional, que mueve infinitamente mas voluntades y millones que todo el resto del deporte junto y que muchísimos sectores económicos, entre sus dos divisiones sólo cuenta con 42 entidades. ¿De verdad no se puede comprobar, siquiera, si están debidamente constituidas?
Sobre la hipotética duda de quien controlaba mejor, los aficionados o el CSD, baste comparar el brutal endeudamiento actual de las SAD con el de los clubes del 91. ¿Se puede esto deber a un desmedido amor al Tetris o los sudokus? ¿Tendrá algo que ver que desde un principio se las aviaron para dejar a sus niños bonitos fuera de “la maldición SAD” y que los demás, simples sparrings, tanto damos que damos lo mismo? ¿Habrá más intereses ocultos a los que nuestra profana mente no alcanza?
Luego todos manifiestan asombro ante la falta de prestigio internacional de nuestra liga, que no atrae inversores extranjeros. Sin embargo a mí lo que me asombra es que todavía no haya reventado, dejada al pairo de Giles, Loperas, Silgados y Lendoiros y ya vemos con que diligencia pública en la custodia: afirma uno muy serio que ha suscrito las acciones que debía y ¡A jugar!
¿En qué manos está nuestro fútbol?
La confiscación por ley del patrimonio de los tradicionales clubes de fútbol para su inmediato y apresurado remate en condiciones óptimas para oportunistas y aventureros privaba a las aficiones de su papel de “controladoras” de las directivas, en lo sucesivo vitalicias, y concentraban la potestad fiscalizadora en un órgano, el CSD, que asumía con ello una enorme responsabilidad.
Sin embargo, viendo la evolución posterior de los acontecimientos la realidad no puede ser más descorazonadora. Los sátrapas que se adjudicaron de saldo entidades ancestrales han venido haciendo y deshaciendo a su antojo sin que ni por un momento el CSD se haya planteado poner un poco de orden. Y ello, inconcebiblemente, desde el nacimiento del sistema.
En el proceso penal del caso Atleti, que se inició muchos años después de la constitución de las SAD contra Jesús Gil y Gil por motivaciones exclusivamente políticas y extradeportivas, se aclaró que había suscrito la casi totalidad del capital social de la entidad, unos 12 millones de euros, sin poner ni un solo duro. ¿Y el CSD, no se había siquiera interesado?
En nuestro tristísimo caso, las dudas sobre el desembolso efectivo del capital social están todavía presentes sin que me conste que el CSD haya aportado jamás la menor luz sobre el asunto. Pero todo lo ocurrido desde entonces –desde acciones “secuestradas” a sus legítimos titulares durante 17 años hasta la despatrimonialización mediante un oscuro entramado societario aderezado de delitos fiscales– por su evidente continuidad en el tiempo ante los ojos de la autoridad competente, es incluso más grave. Hasta el punto de que cabría considerar si, cuando la Justicia vaya desbrozando lo acaecido, pudiera proceder la exigencia de responsabilidad patrimonial a la propia Administración por su clamorosa negligencia “in vigilando”.
Lo del Xerez CD es en sí increíble, pero parece especialmente asombroso cuando se considera que no hablamos de una dependencia de la Agencia Tributaria encargada de controlar a decenas de miles de contribuyentes, o de la Inspección de Trabajo vigilando a miles de empresas: nuestra liga profesional, que mueve infinitamente mas voluntades y millones que todo el resto del deporte junto y que muchísimos sectores económicos, entre sus dos divisiones sólo cuenta con 42 entidades. ¿De verdad no se puede comprobar, siquiera, si están debidamente constituidas?
Sobre la hipotética duda de quien controlaba mejor, los aficionados o el CSD, baste comparar el brutal endeudamiento actual de las SAD con el de los clubes del 91. ¿Se puede esto deber a un desmedido amor al Tetris o los sudokus? ¿Tendrá algo que ver que desde un principio se las aviaron para dejar a sus niños bonitos fuera de “la maldición SAD” y que los demás, simples sparrings, tanto damos que damos lo mismo? ¿Habrá más intereses ocultos a los que nuestra profana mente no alcanza?
Luego todos manifiestan asombro ante la falta de prestigio internacional de nuestra liga, que no atrae inversores extranjeros. Sin embargo a mí lo que me asombra es que todavía no haya reventado, dejada al pairo de Giles, Loperas, Silgados y Lendoiros y ya vemos con que diligencia pública en la custodia: afirma uno muy serio que ha suscrito las acciones que debía y ¡A jugar!
¿En qué manos está nuestro fútbol?
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