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Historia de una Esperanza

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  • Historia de una Esperanza

    Hola a tod@s, he escrito una pequeña historia. Se trata de un paralelismo que encuentro entre la vida de una mujer maltratada y nuestro querido Real Betis, por supuesto, salvando las diferencias y con todo el respeto del mundo. Es un pelín largo, pero espero que lo leáis y que os guste. Lo he escrito con mucho cariño para tod@ vosotr@s.-


    La mujer más bonita de la ciudad, Esperanza, había vivido siempre al amparo de los suyos, en una humilde casa en el sevillano barrio de Heliópolis. Aunque el destino le regaló algunas alegrías, la vida de Esperanza estaba llena de sinsabores y penas que ella había sabido superar junto a los suyos. Llegó incluso un momento en que creyó que todo se iba a acabar, que lo perdería todo. Su gente la intentó ayudar económicamente, pero no alcanzaba para solucionar todos sus problemas. La cosa pintaba muy mal pero en el último momento llegó a su vida el hombre que lo cambiaría todo. Todo, todo.

    Manuel, un extrovertido hombre de negocios, llegó con la intención y el deseo de transformar su vida. La sacó de aquella situación tan embarazosa, la cubrió de lujos y le llenó la cabeza con espectativas de éxito y de grandeza.
    No escatimó en elogios ni en demostraciones de amor. Supo jugar sus cartas y se ganó el cariño y el respeto de todos.

    Pasados unos años, ella veía que algo extraño pasaba en su vida, que era feliz, pero no se sentía libre. El éxito y el dinero junto a Manuel ayudaron a que ese sentimiento se apaciguara, incluso consiguieron alcanzar juntos el reconocimiento de quienes les rodeaban. Parecían la pareja perfecta. Con mucho trabajo y sacrificio, Esperanza y Manuel llamaron la atención de la gente, se hicieron famosos, viajaron por toda europa y cosecharon éxitos profesionales que les dieron fama mundial.

    Entonces, cuando todo les sonreía, ella le pidió a Manuel que diera un paso al frente y que consumaran sus espectativas con un último esfuerzo. Tenían mucho que ganar y poco que perder, pero en el último momento, Manuel tuvo miedo de crecer, sintió vértigo y prefirió no abarcar más allá de su cortijo.

    En los años sucesivos la situación fue empeorando. La relación se enfrió y Manuel dejó de mimarla y alentarla como antes. Esperanza y su familia no comprendían porqué él se cerraba cada vez más y más dentro de sí mismo, tanto que su personalidad cambió, o quizá dejó salir al verdadero Manuel. Llegaron las malas formas, las malas palabras, la desgana, la envidia la desidia... y finalmente el maltrato.

    Manuel aisló a Esperanza de su gente, la separó de quienes se preocupaban por ella, de sus amigos y de su familia. En lugar de hablar, vociferaba cada vez que tenía ocasión. La vida de Esperanza, que tantas espectativas le había creado, cambió de la noche a la mañana y se fueron confirmando cada una de sus sospechas.

    Su 'dueño', como a Manuel le gustaba autoproclamarse, la maltrataba cada vez con mayor insistencia, aunque procuraba dar una imagen de salvador, de ***. "Dónde estarías tú si yo no hubiera aparecido en tu vida?!!" le gritaba una y otra vez tras cada paliza cuando ella le replicaba. "Yo te salvé, me lo debes todo, eres mía y de nadie más".

    Al principio, ese maltrato quedó en la pareja, y sólo quienes pudieron convivir muy de cerca con la pareja pudieron intuir lo que se andaba cociendo. Aún así, durante mucho tiempo, nadie hizo nada.

    Poco a poco, el entorno y la gente que de siempre había tenido un especial cariño por Esperanza, esa muchacha alegre, amable y extrovertida de cuna humilde, fueron levantando la voz y alertando de lo que pasaba en su casa. Manuel lo negaba todo, cómo no, pero a cada paso que éste daba, se iban descubriendo pruebas de sus fechorías. Atacó de todas las maneras posibles a todo aquél que alzó la voz para denunciar todo esto. Pensó que podría acallarlos y restarles protagonismo mediante la distracción, con actos públicos que sólo sirvieron para convertirle en el hazmerreír de todo el país. La gente dejó incluso de tomarle en serio, "Ha perdido el juicio" dijeron.

    Salieron voces que intentaban hacer ver que Manuel no le había dado tanto a Esperanza, sino que más bien, gracias a ella, él había conseguido beneficiarse sin decirle nada a ella y engrosando su propio patrimonio.

    Más preocupado por "defender" su imagen que por cuidar de Esperanza, los maltratos continuaron. La situación parecía insostenible. La pareja estaba rota, el cariño se había perdido y del respeto ya no quedaba ni el rastro. Ella le insistía una y otra vez en que quería ser libre, que la dejara en paz. Que quería vivir su vida. Que no necesitaba ni un dueño ni un salvador, que había mucha gente a su alrededor que sabría hacerla feliz y ayudarla a salir adelante. Que no soportaba más esa vida de maltratos y miedos. Manuel, por su parte, hacía oídos sordos y se limitaba a espetar que exigía una compensación por dejarla libre. "Si deseas tu libertad, pagarás lo que yo diga... y si quiero, y si me da la gana; solo entonces, podrás irte".

    Mientras tanto, la familia y amigos de Esperanza dieron forma a lo que durante mucho tiempo llevaban planeando. Unieron fuerzas para dar luz al asunto, destapar los malos tratos y el cautiverio al que Manuel la sometía y buscar soluciones y se produjeron los primeros movimientos. Ellos también le insistieron en que había llegado el momento en que ambos tomaran caminos distintos. Que todo el mundo conocía ya las incontables ocasiones en las que él la había maltratado y que la justicia estaba de camino. Manuel, cerrado en sus trece, parapetado tras una infinidad de cortinas de humo y hombres de ****, seguía exigiendo una compensación, pero el precio de "su tesoro" sólo demostraba el ansia que tenía Manuel por lucrarse, más allá de mirar por los intereses de Esperanza. Pronto se destaparía todo, pero ante la lentitud de la Justicia, la gente decidió emprender de manera unánime un último acto de liberación, exigirían la libertad sin condiciones de Esperanza, pagando si hacía falta una compensación, pero siempre dentro de la lógica y del sentido común. No estaban dispuestos a que Manuel se aprovechara de ellos para engordar aún más su cuenta bancaria.

    Aún así, con todo lo que se sabía, con lo que se publicó, con lo que se contó, con lo que se supo y lo que pronto se sabría, seguía habiendo quien creía que lo mejor que Esperanza podía hacer era seguir con él. Defendían a aquél maltratador sólo porque una vez él la ayudó a salir de una situación difícil. Según ellos, eso le convertía de pleno derecho en poseedor de su vida, de sus sentimientos, de sus sueños. De los de ella y los de toda su gente. No alcanzaban a comprender que no hace falta un dueño para poder sobrevivir, que es posible salir adelante y conseguir incluso mayores metas sin un dueño que te corte las alas. Esperanza podía ser lo que se propusiera, lo que ella quisiera, y más aún ahora que todos estaban con ella, la gente se volcaría y la llevarían en volandas hasta lo más alto, pero ni Manuel ni quienes le defendían querían comprenderlo.

    No aguantaban más. Hartos de ver el desastre en el que se había convertido la vida de Esperanza, la ciudad entera clamaba justicia. Se convocaría un acto público, un "¡Basta ya!" unánime. El asunto, como se esperaba, trascendió de largo el ámbito local y desde todo el país se sucedieron muestras de apoyo y cariño para Esperanza y los suyos. No estaban solos, ya no. El hombre que la maltraía por la calle del dolor comenzaba a verle las orejas al lobo, y comenzó a temer que el rosa dejara de decorar su mundo, puede que incluso para verse sustituido por un estampado de rayas... quién sabe.

    El final de esta historia de amor-odio está aún por escribirse, y ninguno sabemos a ciencia cierta cómo será. Lo que sí sabemos hoy más que nunca es precisamente lo que ya sabíamos, que Esperanza, esta Esperanza que en el mundo real llamamos Real Betis Balompié, nunca ha estado y nunca estará sola.

  • #2
    Respuesta: Historia de una Esperanza

    Como bien decían los Piratas (Para mí la mejor comparsa del mundo)

    Con permiso, buenas tardes, vengo pa que me detengan, que cansá voy a sentarme, pues verá voy a explicarle la historia, de un sin verguenza.
    Lo quería con locura, toa mi via se la dí, pero él solo buscaba una criada, una exclava, una mujer para parir.
    Siempre decía que tenía una quería, una duquesa para él, que le gustaba, llegar por la madrugada, pa tenernos a su merced, su merced.
    Y lo he matao.............a mi Juan, yo lo he matao, por haberme maltratao, por sentirme una perr.a, por hacerme una vieja con cuarenta y pocos años.
    Y lo he matao............a mi Juan yo lo he matao y en mi alcoba lo he dejao con mi llanto en sus labios.
    Justicia no pido yo, que conmigo no la ha habio.
    Quién me paga este dolor y la pena de mis hijos.
    Asi que ya sabe usted, haga lo que haya que hacer, pongame una soga al cuello.
    porque por primera vez....... NO TENGO, NO TENGO MIEDO
    Editado por última vez por sanfriski; https://www.betisweb.com/foro/member/3115-sanfriski en 10/06/09, 12:53:02.

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