Me ha llegado esta perlita por correo electrónico, espero que os guste.
¿¿Por qué ser del Real Betis Balompie??
Por lo que cabe en él: la risa, la paciencia eterna, los goles en contra al final del partido y la increíble respuesta a tiempo. Caben bicicletas que no llevan a ningún sitio, pero emocionan y valen más que cualquier fortuna, caben delanteros inofensivos, la maldición del extremo izquierdo, el gorro de Finidi, el fallo de Cardeñosa, el penalti de Joaquín, los goles de falta de un portero, el manquepierda, las rimas de Melado, el Currobetis, los 21 penaltis contra el Bilbao, las lágrimas de Esnaola, el regate de la tostá, un escudo masónico, las marchas verdes.
El Betis nació para evitar una injusticia a un minero: era suficientemente bueno jugando al fútbol pero no suficientemente rico. Desde entonces, al Betis le roban lo que regala, se ríe de los puristas, de los resultadistas de lo que es útil pero feo, es un 2-4 en la inauguración del Pizjuán. Es sorpresa, no es fútbol es balompié, el Betis es sacar el balón jugado cuando no se puede, la poesía frente al informe, la resaca, no la aspirina, Rogelio comiéndose un huevo duro que le tiraron en un derbi, la broma antes que el esfuerzo, es no saber perder tiempo, es desafiar al destino poniendo trece barras en su escudo o tener una peña en Chechenia. El Betis es la vena del cuello de Kiko Veneno cuando canta "El mundo es una tontería", el Rey don San Fernando conquistando Sevilla, Curro Romero abucheado, un cubata de Silvio, los canteranos que quedan por salir, los extranjeros que se quedarán a vivir aquí, una pegatina en una portada de la feria o un tetra brick lleno de cenizas y promesas. En el Betis cada jugada es el principio de una revolución preciosa que tarda pero llegará, los regates son desafíos al orden, la gente, quijotes orgullosos de haberse equivocado al elegir y de participar en una mentira que vale la pena."
Y cuanto se proclama en esa carta es lo que mañana noche, en Villa Luisa, unos béticos de corazón se dirán a sí mismos y proclamarán al mundo. Los béticos queremos recuperar arte, magia, esperanza, gracia, lírica de las trece barras. Yo no sé si los andaluces queremos o no volver a ser lo que fuimos. Los béticos, desde luego que sí. Le quitas al Glorioso Betis y al Betis Doloroso en sus misterios gozosos todo ese arte, como se lo quitaron por el procedimiento del tirón cuando ya tenía 85 años, y se queda en lo que hoy, ay, es: la antipática libreta de apuntes de un ditero esaborío con una jartá de guasa.
¿¿Por qué ser del Real Betis Balompie??
Por lo que cabe en él: la risa, la paciencia eterna, los goles en contra al final del partido y la increíble respuesta a tiempo. Caben bicicletas que no llevan a ningún sitio, pero emocionan y valen más que cualquier fortuna, caben delanteros inofensivos, la maldición del extremo izquierdo, el gorro de Finidi, el fallo de Cardeñosa, el penalti de Joaquín, los goles de falta de un portero, el manquepierda, las rimas de Melado, el Currobetis, los 21 penaltis contra el Bilbao, las lágrimas de Esnaola, el regate de la tostá, un escudo masónico, las marchas verdes.
El Betis nació para evitar una injusticia a un minero: era suficientemente bueno jugando al fútbol pero no suficientemente rico. Desde entonces, al Betis le roban lo que regala, se ríe de los puristas, de los resultadistas de lo que es útil pero feo, es un 2-4 en la inauguración del Pizjuán. Es sorpresa, no es fútbol es balompié, el Betis es sacar el balón jugado cuando no se puede, la poesía frente al informe, la resaca, no la aspirina, Rogelio comiéndose un huevo duro que le tiraron en un derbi, la broma antes que el esfuerzo, es no saber perder tiempo, es desafiar al destino poniendo trece barras en su escudo o tener una peña en Chechenia. El Betis es la vena del cuello de Kiko Veneno cuando canta "El mundo es una tontería", el Rey don San Fernando conquistando Sevilla, Curro Romero abucheado, un cubata de Silvio, los canteranos que quedan por salir, los extranjeros que se quedarán a vivir aquí, una pegatina en una portada de la feria o un tetra brick lleno de cenizas y promesas. En el Betis cada jugada es el principio de una revolución preciosa que tarda pero llegará, los regates son desafíos al orden, la gente, quijotes orgullosos de haberse equivocado al elegir y de participar en una mentira que vale la pena."
Y cuanto se proclama en esa carta es lo que mañana noche, en Villa Luisa, unos béticos de corazón se dirán a sí mismos y proclamarán al mundo. Los béticos queremos recuperar arte, magia, esperanza, gracia, lírica de las trece barras. Yo no sé si los andaluces queremos o no volver a ser lo que fuimos. Los béticos, desde luego que sí. Le quitas al Glorioso Betis y al Betis Doloroso en sus misterios gozosos todo ese arte, como se lo quitaron por el procedimiento del tirón cuando ya tenía 85 años, y se queda en lo que hoy, ay, es: la antipática libreta de apuntes de un ditero esaborío con una jartá de guasa.
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