El día siguiente al descenso fue utilizado para la reflexión. No hay medidas drásticas ni sopesadas. Todavía no hay nada, ni siquiera autocrítica y, por supuesto, ninguna dimisión. Lopera se reunió con algunos de sus hombres de confianza (Momparlet, Cañas y el gerente) por la tarde para analizar la situación y escuchar otras opiniones, pero la suya está clara: ha hecho todo lo posible para que no sucediera esto y no ha cometido errores. Su consejo de administración quiere personarse cuanto antes en la calle Jabugo para solicitar cambios en la entidad, mejoras que no pueden tardar más en ejecutarse, pero tampoco habrá más movimientos entre los directivos que el ya anunciado por este periódico y que protagonizaba Diego García León, que puso su cargo a disposición del presidente. Sin embargo, la primera víctima de todo el desastre podría ser Manuel Momparlet, el director deportivo de las tres últimas temporadas, según publica ABC de Sevilla.
Lopera ha decidido esperar antes de tomar las decisiones que considere oportunas. Confía en que se produzcan movimientos por iniciativa de cada persona que se crea responsable y por ahora sólo escucha. Si hay dimisiones, éstas le facilitarán la tarea. Si no, ya se encargará de ejecutar a los «culpables» en función de cómo se muevan los dedos acusadores en las próximas horas. Según los medios oficiales del club, que suelen expresar los estados de ánimo del máximo accionista, éste se encuentra «hundido, roto de dolor y sin apenas articular palabra. Es un hombre triste, enrabietado». Ayer aguardó novedades en su domicilio, estudió las conclusiones de la Prensa y se reunió con varios de los empleados de más importancia del club. Fue por la tarde y escuchó los parlamentos de la dirección deportiva, representada por Momparlet y Cañas, y de uno de los cargos más importantes del club, el gerente, José Antonio González Flores. Podría haber sido una de tantas reuniones rutinarias que Lopera mantiene con estos trabajadores del club, pero el candente descenso le dio más trascendencia si cabe. Todos le expusieron al máximo accionista bético varios de los males que afectan al día a día verdiblanco, como la crisis institucional y la falta de tensión competitiva en la plantilla. También hubo quien le indicó que el camino correcto es que Lopera regresara a la primera línea de fuego repitiendo fórmulas que funcionaron hace más de una década y no se olvidó la evolución deportiva del equipo, poniendo el acento en la mala gestión que tuvo con Chaparro.
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Lopera ha decidido esperar antes de tomar las decisiones que considere oportunas. Confía en que se produzcan movimientos por iniciativa de cada persona que se crea responsable y por ahora sólo escucha. Si hay dimisiones, éstas le facilitarán la tarea. Si no, ya se encargará de ejecutar a los «culpables» en función de cómo se muevan los dedos acusadores en las próximas horas. Según los medios oficiales del club, que suelen expresar los estados de ánimo del máximo accionista, éste se encuentra «hundido, roto de dolor y sin apenas articular palabra. Es un hombre triste, enrabietado». Ayer aguardó novedades en su domicilio, estudió las conclusiones de la Prensa y se reunió con varios de los empleados de más importancia del club. Fue por la tarde y escuchó los parlamentos de la dirección deportiva, representada por Momparlet y Cañas, y de uno de los cargos más importantes del club, el gerente, José Antonio González Flores. Podría haber sido una de tantas reuniones rutinarias que Lopera mantiene con estos trabajadores del club, pero el candente descenso le dio más trascendencia si cabe. Todos le expusieron al máximo accionista bético varios de los males que afectan al día a día verdiblanco, como la crisis institucional y la falta de tensión competitiva en la plantilla. También hubo quien le indicó que el camino correcto es que Lopera regresara a la primera línea de fuego repitiendo fórmulas que funcionaron hace más de una década y no se olvidó la evolución deportiva del equipo, poniendo el acento en la mala gestión que tuvo con Chaparro.
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