Pese a que la línea de intentar mantener al Beticismo lejos de su Betis, ya iniciada en la previa al Betis-Almería con un llamamiento oficial a que los béticos disconformes con la destrucción del Betis que está usted perpetrando no asistiéramos al partido, ha alcanzado su cenit ante el partido más trascendente para el devenir de la entidad de los últimos treinta años con la fijación de unos precios no ya no incentivadores, sino intencionadamente disuasorios, no se haga ilusiones sr. Lopera, porque SÍ VAMOS A REVENTAR NUESTRO ESTADIO.
Pese a que para ello, a fin de evitar el criminal precio doble que ha impuesto usted, cada bético que se una a este empeño, además de pagarle una considerable suma por sufrir como nunca y animar como siempre, va ha tener que localizar a un abonado que esté dispuesto a acompañarlo en la sin par pesadilla que supone la adquisición de localidades en nuestras tercermundistas taquillas, no se haga ilusiones sr. Lopera, porque SÍ VAMOS A REVENTAR NUESTRO ESTADIO.
Pese a que en una clara estrategia disuasoria y derrotista, mentando fantasmas tan inverosímiles como una “marcha violeta” que nos va a comer (¡A la afición del Bétis!), ofendiendo a los béticos que no se hayan podido permitir el abono, y valorando como un premio la asistencia a esta “final de la vergüenza” , el personaje al que tiene usted tristemente encargado de ocupar la ¿presidencia? se va de gira por los medios a proclamar por las claras y desde seis días antes de la cita que el campo no se va a llenar, en vez de decir que se están movilizado todos los recursos para lograrlo, no se haga ilusiones sr. Lopera, porque SÍ VAMOS A REVENTAR NUESTRO ESTADIO.
Y vamos a abarrotar el campo del Betis, entre otras por las siguientes razones:
Porque es nuestra casa. Sí, la casa de todos los herederos de este sentimiento. De todos aquellos que, sevillanos o no, abonados o no, lo perpetúan pasándolo de generación en generación contra viento y marea, de cada padre que, en Triana o en l’Hospitalet, le ha comprado a su hijo su primera camisetita del Betis, de cada chaval que sólo puede aspirar a ir a un par de partidos por temporada y el resto del año aguanta el tirón orgulloso cuando escampa y cuando diluvia, del anciano que ya no se siente para estos trotes pero en una ocasión así está dispuesto a jugarse su miocardio, de todos y cada uno de ellos.
Porque, al contrario que usted, que permanecerá encerrado en su marmóreo búnker, y como depositarios de ese sentimiento, sabemos apiñarnos cuando llegan las duras, somos perfectamente conscientes de que, por demás de nuestro apoyo cotidiano, cuando el Betis se juega el todo por el todo, tenemos que hacer un esfuerzo singular, tirar de la reserva, rescatar a los durmientes, agregar hasta a la más remota de nuestras piezas, para erigirnos en un coloso imbatible.
Porque estamos seguros de que es ese coloso imbatible en que se va a constituir la infatigable infantería verdiblanca llamada a filas el domingo el que, muy a pesar del desconcierto deportivo en que su desafuero institucional tiene sumido a nuestro equipo, va ganar esta dramática y reiterativa “muerte súbita”, va a rescatar a nuestro Bétis del borde del precipicio y lo va depositar con cariño en la orillita de la primera división.
Porque aunque somos conscientes que este esfuerzo, redoblado para tantos y tantos que vamos a desplazarnos desde lejos, le va a suponer a usted, sin moverse de su guarida, un nuevo ingreso en caja de 600 ó 700.000 euros que añadir a lo ya sustraído a los béticos, nosotros sí ponemos nuestro sentimiento verdiblanco por encima del dinero y, aunque no nos deje de resultar indignante volverle a pagar peaje por nuestro sufrimiento, sabemos que son muy pocos ya los que le quedan por imponernos y mucho lo que va a tener que devolvernos.
Y porque, por último pero con la misma fuerza, somos perfectamente conscientes de que este dramático encuentro tiene un tercer tiempo casi más vital para el futuro de nuestra entidad que los dos reglamentarios. Porque una vez que hayamos empujado al equipo hasta certificar su permanencia, cuando ya en nada podamos perjudicar su juego, habrá llegado el momento de expresar nuestra indignación, de dejarle a usted claro que esto no se le hace al Betis, de manifestar esa rabia profunda que heredamos de nuestros mayores para cuando alguien intenta destruir a nuestro Betis, de exigirle sin más que nos deje en paz y nos devuelva lo que es nuestro.
Al contrario que los dos periodos en la cancha, ese tercer tiempo no tiene duración preestablecida, se resuelve por extenuación de una de las partes. Así que haga usted mismo sus cálculos, porque si en aquellos dos vamos a ser cincuenta y cinco mil contra once, en este último vamos a acabar siendo un millón contra uno. No sabemos lo que va a durar, pero el pitido inicial será el domingo a las nueve de la noche y lo notará, sr. Lopera, porque el clamor va a llegar hasta el Fontanal.
Así pues el domingo espere usted dos cositas, y no sólo la única que le preocupa, porque casi a la vez que de taquilla le lleven a su cueva el millonario maletín que contendrá nuestro dolor convenientemente transformado en billetes de banco, le alcanzará el sonido de la indignación de toda una estirpe legendaria diciendo BASTA YA. Y aunque le recomiendo que tenga claro que eso va a ser sólo el comienzo, no puedo dejar de repetirle que, por más que siga estos cinco días que quedan intentando impedirlo, no se haga ilusiones sr. Lopera, porque SÍ VAMOS A REVENTAR NUESTRO ESTADIO.
Pese a que para ello, a fin de evitar el criminal precio doble que ha impuesto usted, cada bético que se una a este empeño, además de pagarle una considerable suma por sufrir como nunca y animar como siempre, va ha tener que localizar a un abonado que esté dispuesto a acompañarlo en la sin par pesadilla que supone la adquisición de localidades en nuestras tercermundistas taquillas, no se haga ilusiones sr. Lopera, porque SÍ VAMOS A REVENTAR NUESTRO ESTADIO.
Pese a que en una clara estrategia disuasoria y derrotista, mentando fantasmas tan inverosímiles como una “marcha violeta” que nos va a comer (¡A la afición del Bétis!), ofendiendo a los béticos que no se hayan podido permitir el abono, y valorando como un premio la asistencia a esta “final de la vergüenza” , el personaje al que tiene usted tristemente encargado de ocupar la ¿presidencia? se va de gira por los medios a proclamar por las claras y desde seis días antes de la cita que el campo no se va a llenar, en vez de decir que se están movilizado todos los recursos para lograrlo, no se haga ilusiones sr. Lopera, porque SÍ VAMOS A REVENTAR NUESTRO ESTADIO.
Y vamos a abarrotar el campo del Betis, entre otras por las siguientes razones:
Porque es nuestra casa. Sí, la casa de todos los herederos de este sentimiento. De todos aquellos que, sevillanos o no, abonados o no, lo perpetúan pasándolo de generación en generación contra viento y marea, de cada padre que, en Triana o en l’Hospitalet, le ha comprado a su hijo su primera camisetita del Betis, de cada chaval que sólo puede aspirar a ir a un par de partidos por temporada y el resto del año aguanta el tirón orgulloso cuando escampa y cuando diluvia, del anciano que ya no se siente para estos trotes pero en una ocasión así está dispuesto a jugarse su miocardio, de todos y cada uno de ellos.
Porque, al contrario que usted, que permanecerá encerrado en su marmóreo búnker, y como depositarios de ese sentimiento, sabemos apiñarnos cuando llegan las duras, somos perfectamente conscientes de que, por demás de nuestro apoyo cotidiano, cuando el Betis se juega el todo por el todo, tenemos que hacer un esfuerzo singular, tirar de la reserva, rescatar a los durmientes, agregar hasta a la más remota de nuestras piezas, para erigirnos en un coloso imbatible.
Porque estamos seguros de que es ese coloso imbatible en que se va a constituir la infatigable infantería verdiblanca llamada a filas el domingo el que, muy a pesar del desconcierto deportivo en que su desafuero institucional tiene sumido a nuestro equipo, va ganar esta dramática y reiterativa “muerte súbita”, va a rescatar a nuestro Bétis del borde del precipicio y lo va depositar con cariño en la orillita de la primera división.
Porque aunque somos conscientes que este esfuerzo, redoblado para tantos y tantos que vamos a desplazarnos desde lejos, le va a suponer a usted, sin moverse de su guarida, un nuevo ingreso en caja de 600 ó 700.000 euros que añadir a lo ya sustraído a los béticos, nosotros sí ponemos nuestro sentimiento verdiblanco por encima del dinero y, aunque no nos deje de resultar indignante volverle a pagar peaje por nuestro sufrimiento, sabemos que son muy pocos ya los que le quedan por imponernos y mucho lo que va a tener que devolvernos.
Y porque, por último pero con la misma fuerza, somos perfectamente conscientes de que este dramático encuentro tiene un tercer tiempo casi más vital para el futuro de nuestra entidad que los dos reglamentarios. Porque una vez que hayamos empujado al equipo hasta certificar su permanencia, cuando ya en nada podamos perjudicar su juego, habrá llegado el momento de expresar nuestra indignación, de dejarle a usted claro que esto no se le hace al Betis, de manifestar esa rabia profunda que heredamos de nuestros mayores para cuando alguien intenta destruir a nuestro Betis, de exigirle sin más que nos deje en paz y nos devuelva lo que es nuestro.
Al contrario que los dos periodos en la cancha, ese tercer tiempo no tiene duración preestablecida, se resuelve por extenuación de una de las partes. Así que haga usted mismo sus cálculos, porque si en aquellos dos vamos a ser cincuenta y cinco mil contra once, en este último vamos a acabar siendo un millón contra uno. No sabemos lo que va a durar, pero el pitido inicial será el domingo a las nueve de la noche y lo notará, sr. Lopera, porque el clamor va a llegar hasta el Fontanal.
Así pues el domingo espere usted dos cositas, y no sólo la única que le preocupa, porque casi a la vez que de taquilla le lleven a su cueva el millonario maletín que contendrá nuestro dolor convenientemente transformado en billetes de banco, le alcanzará el sonido de la indignación de toda una estirpe legendaria diciendo BASTA YA. Y aunque le recomiendo que tenga claro que eso va a ser sólo el comienzo, no puedo dejar de repetirle que, por más que siga estos cinco días que quedan intentando impedirlo, no se haga ilusiones sr. Lopera, porque SÍ VAMOS A REVENTAR NUESTRO ESTADIO.
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