Soy de la opinión de que la desaparición del Real Betis Balompié como asociación democrática y su conversión en sociedad mercantil por acciones fue en si misma un drama. El hecho de que encima quedara controlado por un solo individuo, una verdadera tragedia. Pero el que este individuo fuera un oscuro capo de barrio, aquejado de profundos problemas de egolatría, avaricia enfermiza y desconfianza patológica, ha supuesto una verdadera hecatombe.
El problema no son estos últimos cuatro años de ridículo deportivo, eso no es sino un síntoma más, terminal, pero un síntoma. Creo que a estas alturas, con lo que ya se sabe, resulta evidente que el desastre se ha venido fraguando desde su asalto al poder. Hoy se ve claro que incluso mientras se producían ciertos destellos de éxito deportivo acordes con nuestro potencial, la putrefacción de los sótanos estaba muy avanzada: la financiación de una buena plantilla sólo se podía compatibilizar con el saqueo sistemático de las arcas mediante la comisión de delitos fiscales que acabaron siendo detectados y punidos; a la vista de lo que nos viene surgiendo últimamente, el proceso de destrucción de la que fue una de las mejores canteras del país debía estar ya muy avanzado; el deterioro de nuestra imagen ante el resto de aficiones y ante nosotros mismos, pidiendo más en serio que en broma, la beatificación de semejante individuo, avanzaba sin tregua...
Pero también es verdad que a los que estamos llegando ahora riza el rizo hasta completar un círculo vicioso que, a base de cerrarse sobre si mismo, va a acabar saltando en mil pedazos.
El mecanismo es el siguiente: El amo, aunque no asoma la gaita ni de milagro, maneja todos los hilos recluido en su búnker > sus empleados de élite, con retribuciones y primas multimillonarias, nos humillan sistemáticamente > sus mandados menores, de a entradillas o viajecitos gratis, con el consentimiento de los empleados básicos como seguratas y demás, los hostigan con carteles amenazantes y lanzamiento de webos > sus empleados intermedios, de a 7.000 € al mes, llaman a la unidad y piden a los anteriores que apoyen a los primeros por el bien de todos > se vuelve al principio del ciclo, en el que los béticos no intervenimos en ningún punto salvo a la hora de pagar. Este bucle de “yo me lo guiso y yo me lo como” está siendo perfeccionado hasta lo increíble con la novedosa propuesta de que los béticos nos quedemos en casa y no asistamos al estadio (entiendo que contará con que no obstante sigamos pagando abono).
Semejante barbaridad, cercenar las bases (que financian) exigiendo que se autoexcluyan los que no estén dispuestos a estar “a la orden”, suena ya a canto de cisne.
Cuando consintió la aberración de “la cuña de la vergüenza” me pareció que estaba cruzando una línea peligrosa a los ojos de la mayoría de afición. Comenté que de mal que se estaba defendiendo empezaba ayudar a los que consideramos imprescindible su caída, y recibí comentarios muy escépticos. Pero todo esto me hace reiterarme aún con más fuerza.
Es cierto que necesitamos al puntillero, que en este caso en vez de traje de luces va a vestir toga, pero estoy convencido de que se va a encontrar con la plaza entregada.
El problema no son estos últimos cuatro años de ridículo deportivo, eso no es sino un síntoma más, terminal, pero un síntoma. Creo que a estas alturas, con lo que ya se sabe, resulta evidente que el desastre se ha venido fraguando desde su asalto al poder. Hoy se ve claro que incluso mientras se producían ciertos destellos de éxito deportivo acordes con nuestro potencial, la putrefacción de los sótanos estaba muy avanzada: la financiación de una buena plantilla sólo se podía compatibilizar con el saqueo sistemático de las arcas mediante la comisión de delitos fiscales que acabaron siendo detectados y punidos; a la vista de lo que nos viene surgiendo últimamente, el proceso de destrucción de la que fue una de las mejores canteras del país debía estar ya muy avanzado; el deterioro de nuestra imagen ante el resto de aficiones y ante nosotros mismos, pidiendo más en serio que en broma, la beatificación de semejante individuo, avanzaba sin tregua...
Pero también es verdad que a los que estamos llegando ahora riza el rizo hasta completar un círculo vicioso que, a base de cerrarse sobre si mismo, va a acabar saltando en mil pedazos.
El mecanismo es el siguiente: El amo, aunque no asoma la gaita ni de milagro, maneja todos los hilos recluido en su búnker > sus empleados de élite, con retribuciones y primas multimillonarias, nos humillan sistemáticamente > sus mandados menores, de a entradillas o viajecitos gratis, con el consentimiento de los empleados básicos como seguratas y demás, los hostigan con carteles amenazantes y lanzamiento de webos > sus empleados intermedios, de a 7.000 € al mes, llaman a la unidad y piden a los anteriores que apoyen a los primeros por el bien de todos > se vuelve al principio del ciclo, en el que los béticos no intervenimos en ningún punto salvo a la hora de pagar. Este bucle de “yo me lo guiso y yo me lo como” está siendo perfeccionado hasta lo increíble con la novedosa propuesta de que los béticos nos quedemos en casa y no asistamos al estadio (entiendo que contará con que no obstante sigamos pagando abono).
Semejante barbaridad, cercenar las bases (que financian) exigiendo que se autoexcluyan los que no estén dispuestos a estar “a la orden”, suena ya a canto de cisne.
Cuando consintió la aberración de “la cuña de la vergüenza” me pareció que estaba cruzando una línea peligrosa a los ojos de la mayoría de afición. Comenté que de mal que se estaba defendiendo empezaba ayudar a los que consideramos imprescindible su caída, y recibí comentarios muy escépticos. Pero todo esto me hace reiterarme aún con más fuerza.
Es cierto que necesitamos al puntillero, que en este caso en vez de traje de luces va a vestir toga, pero estoy convencido de que se va a encontrar con la plaza entregada.
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