Estoy tan indignado como todos vosotros, es posible que un poco más aún, pero no puedo consentir que el Real Betis Balompié, nuestro Betis, se nos vaya a segunda división.
No pienso aceptar que nuestros hijos pequeños crezcan en la inmundicia deportiva, que nuestros padres y abuelos vivan sus últimos años como béticos en la infamia de la segunda división, ni siquiera que nosotros mismos tengamos que sufrir la afrenta del enemigo más odiado por culpa del escarnio de un segundazo.
Nunca más.
Nada ni nadie nos va a garantizar que un segundazo va a liberarnos de las cadenas que han convertido al Betis en un equipo que no tiene club detrás, origen y razón de todos nuestros males deportivos. No se trata de buenos o malos jugadores, ni de entrenadores, sino de club, del concepto de sociedad deportiva. Tampoco nos va a librar a corto plazo una jueza que lo único que hace ahora mismo es llevar a cabo una instrucción, ni siquiera un proceso.
Hagamos un pacto todos los béticos o, al menos, los que consideren tener esa honorable condición.
- Armisticio con los profesionales de la plantilla hasta el momento de conseguir la permanencia, sea cual sea el marcador de cada partido en cada momento.
- Cese inmediato desde los medios oficiales que dirige el club de los ataques a otros béticos por el mero hecho de pensar de manera diferente. Que ciertos espacios de las siete de la tarde dejen de ser vertedero de escarnios, infamias y vergüenzas. Es de sentido común que así sea si desde el propio club se va a pedir unidad.
- Aparición inmediata en la escena pública del único que pinta algo en el club, esta noche mejor que mañana. No preguntéis para qué, solo quiero que aparezca.
- Silencio absoluto de todos los demás. Aparcados los webos, los sprays de pintura, las piedras, las marchas verdes inservibles y hasta los comentarios en los foros que puedan inducir a la afición a la desestabilización. Más desestabilización todavía no.
- Vayamos al campo el domingo esperanzados en la victoria.
Por nuestros hijos, nuestros padres, nuestros abuelos, por nosotros.
Y después...ya hablaremos de después.
Salvemos al Betis.
No pienso aceptar que nuestros hijos pequeños crezcan en la inmundicia deportiva, que nuestros padres y abuelos vivan sus últimos años como béticos en la infamia de la segunda división, ni siquiera que nosotros mismos tengamos que sufrir la afrenta del enemigo más odiado por culpa del escarnio de un segundazo.
Nunca más.
Nada ni nadie nos va a garantizar que un segundazo va a liberarnos de las cadenas que han convertido al Betis en un equipo que no tiene club detrás, origen y razón de todos nuestros males deportivos. No se trata de buenos o malos jugadores, ni de entrenadores, sino de club, del concepto de sociedad deportiva. Tampoco nos va a librar a corto plazo una jueza que lo único que hace ahora mismo es llevar a cabo una instrucción, ni siquiera un proceso.
Hagamos un pacto todos los béticos o, al menos, los que consideren tener esa honorable condición.
- Armisticio con los profesionales de la plantilla hasta el momento de conseguir la permanencia, sea cual sea el marcador de cada partido en cada momento.
- Cese inmediato desde los medios oficiales que dirige el club de los ataques a otros béticos por el mero hecho de pensar de manera diferente. Que ciertos espacios de las siete de la tarde dejen de ser vertedero de escarnios, infamias y vergüenzas. Es de sentido común que así sea si desde el propio club se va a pedir unidad.
- Aparición inmediata en la escena pública del único que pinta algo en el club, esta noche mejor que mañana. No preguntéis para qué, solo quiero que aparezca.
- Silencio absoluto de todos los demás. Aparcados los webos, los sprays de pintura, las piedras, las marchas verdes inservibles y hasta los comentarios en los foros que puedan inducir a la afición a la desestabilización. Más desestabilización todavía no.
- Vayamos al campo el domingo esperanzados en la victoria.
Por nuestros hijos, nuestros padres, nuestros abuelos, por nosotros.
Y después...ya hablaremos de después.
Salvemos al Betis.
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