Así voy a afrontar el partido con el Almería. Así, mirando a la portería contraria esperando que el balón la rebase sólamente una vez más que en nuestra portería. Ni más ni menos. Me dan igual todo el embudo de personas, circunstancias y desasosiegos que han llevado a esta, de nuevo, situación. No, no voy a acogerme al carro fácil del mosqueo momentáneo.
Hace ya varios años que esto no marcha y el beticismo se ha dado tortazos con su historia y con una leyenda que pesa todavía demasiado en las ganas y las ansias de un Betis más de los béticos. Muchos, estos béticos, han quedado quemados por el camino al enfrentarse a un mundo que no creían que existiese en el Betis, un mundo peligroso y que hace que muchos, con familia, amigos y trabajos, se lo piensen al querer aportar algo.
Pero el próximo fin de semana el Betis me necesita, a mí por lo menos me lo parece. No son los jugadores, a los que animaré como un todo y no como lo que veo en el campo cada domingo, ni siquiera la afición que era la mejor de España y ahora es un triste dibujo espejo de lo que tenemos y nos espera. Tampoco es por determinados personajes que se han enquistado en nuestra vida bética contándonos una constante incompleta de la ecuación bética, esa constante en forma de número 92 92 92 92 92 92 92... No es por ellos tampoco, ni por los que torpemente nos manda presumiendo de no cobrar, comprando acciones que esperan vender con ganancias vergonzantes a costa de aquel que me necesita.
Es el Betis el que está ahí, tapado por un presidente dependiente, por un busto, por consejeros amateurs con visiones magestáticas y con el mal ejemplo como buen ejemplo. Está tapado ese Betis en tanta porquería que se necesita echar la culpa a los basureros, a los que dijeron a los demás que lo que olía no era ni vecinos ni enemigos. Olía en casa y ahí sigue oliendo, cada vez más.
Pero en el próximo episodio de nuestra tragedia verdiblanca, allí estaré, ni pitaré ni haré el intento, miraré al Betis y lo buscaré por los rincones, lo sacaré de su negro sitio y lo animaré sin cesar para que 40 puntos sean lo que este putrefacto año debe ser, la salvación de un Betis raptado en su propia casa, despedazado sin miramientos. A ese Betis animo y me encomiendo, que salga de cada barra de las camisetas que a buen seguro miles de béticos llevarán al campo.
El próximo partido, más que nunca, voy a animar al Betis, a ese Betis que sabemos que está en algún lado. Te apuntas???
Hace ya varios años que esto no marcha y el beticismo se ha dado tortazos con su historia y con una leyenda que pesa todavía demasiado en las ganas y las ansias de un Betis más de los béticos. Muchos, estos béticos, han quedado quemados por el camino al enfrentarse a un mundo que no creían que existiese en el Betis, un mundo peligroso y que hace que muchos, con familia, amigos y trabajos, se lo piensen al querer aportar algo.
Pero el próximo fin de semana el Betis me necesita, a mí por lo menos me lo parece. No son los jugadores, a los que animaré como un todo y no como lo que veo en el campo cada domingo, ni siquiera la afición que era la mejor de España y ahora es un triste dibujo espejo de lo que tenemos y nos espera. Tampoco es por determinados personajes que se han enquistado en nuestra vida bética contándonos una constante incompleta de la ecuación bética, esa constante en forma de número 92 92 92 92 92 92 92... No es por ellos tampoco, ni por los que torpemente nos manda presumiendo de no cobrar, comprando acciones que esperan vender con ganancias vergonzantes a costa de aquel que me necesita.
Es el Betis el que está ahí, tapado por un presidente dependiente, por un busto, por consejeros amateurs con visiones magestáticas y con el mal ejemplo como buen ejemplo. Está tapado ese Betis en tanta porquería que se necesita echar la culpa a los basureros, a los que dijeron a los demás que lo que olía no era ni vecinos ni enemigos. Olía en casa y ahí sigue oliendo, cada vez más.
Pero en el próximo episodio de nuestra tragedia verdiblanca, allí estaré, ni pitaré ni haré el intento, miraré al Betis y lo buscaré por los rincones, lo sacaré de su negro sitio y lo animaré sin cesar para que 40 puntos sean lo que este putrefacto año debe ser, la salvación de un Betis raptado en su propia casa, despedazado sin miramientos. A ese Betis animo y me encomiendo, que salga de cada barra de las camisetas que a buen seguro miles de béticos llevarán al campo.
El próximo partido, más que nunca, voy a animar al Betis, a ese Betis que sabemos que está en algún lado. Te apuntas???
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