Rafael Álvarez Colunga, empresario y bético como a él le gustaba que le calificaran sus amigos, ha muerto en un trágico accidente cuando se encontraba a bordo de su embarcación en aguas de Huelva y se produjo una explosión por causas desconocidas. Aún se trabaja en la identificación del cadáver en el Tanatorio onubense, pero imagino que todos conocéis la noticia. Y creo que este buen hombre, del que correrán ríos de tinta desde mañana en los periódicos sevillanos, se merece al menos un post en el santuario más representativo del Betis en internet: betisweb.
Rafael tiene un curriculum impresionante a nivel profesional y ocupó diversos cargos de responsabilidad máxima en diversas organizaciones empresariales. Era un gran sevillano, amante de nuestras tradiciones, que nunca ocultó su dolor por la deriva de nuestro Real Betis Balompié en los últimos años. Su escasa o nula identificación con el sr. Ruiz de Lopera le llevó a alejarse de la primera línea bética en la que permaneció hasta entrada la década de los noventa.
Rafael era un señor en el más amplio sentido de la palabra. Un señor bético.
En este momento siento dolor como compañero de colores de otro bético que se nos ha ido. Él, que fue un dechado de simpatía como sabemos cuantos le conocimos, se ha ido en mal momento. Claro que nunca es buen momento para irse, pero hacerlo a unas horas de la navidad y de esta forma ha hundido en la tristeza más amarga a su familia, a los que fuímos sus amigos y a un buen puñado de béticos de bien.
A Rafael le decíamos en privado de forma cariñosa "Lele".
Nada que ver con quien tiene un apodo muy parecido, cambiando una sola letra. Desde luego. Pero nada de nada.
Él era un señor.
Descansa en paz, Rafael. Hasta siempre.
Rafael tiene un curriculum impresionante a nivel profesional y ocupó diversos cargos de responsabilidad máxima en diversas organizaciones empresariales. Era un gran sevillano, amante de nuestras tradiciones, que nunca ocultó su dolor por la deriva de nuestro Real Betis Balompié en los últimos años. Su escasa o nula identificación con el sr. Ruiz de Lopera le llevó a alejarse de la primera línea bética en la que permaneció hasta entrada la década de los noventa.
Rafael era un señor en el más amplio sentido de la palabra. Un señor bético.
En este momento siento dolor como compañero de colores de otro bético que se nos ha ido. Él, que fue un dechado de simpatía como sabemos cuantos le conocimos, se ha ido en mal momento. Claro que nunca es buen momento para irse, pero hacerlo a unas horas de la navidad y de esta forma ha hundido en la tristeza más amarga a su familia, a los que fuímos sus amigos y a un buen puñado de béticos de bien.
A Rafael le decíamos en privado de forma cariñosa "Lele".
Nada que ver con quien tiene un apodo muy parecido, cambiando una sola letra. Desde luego. Pero nada de nada.
Él era un señor.
Descansa en paz, Rafael. Hasta siempre.
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