-->>LA JUNTA DEL "ENROQUE" (Comunicado de PNB)<<--
La Junta del "enroque"
2 de Diciembre de 2008
VISITA http://www._pornuestrobetis_.com/drupal/node/1483 PARA VER TODOS LOS DOCUMENTOS PRESENTADOS EN LA JUNTA EXPLICANDO LA POSICIÓN DE VOTO Y PROPUESTAS DE PNB.
Si la Junta del pasado año fue justamente calificada como la Junta de la vergüenza, la noche de ayer fue testigo de la Junta del “enroque”: una Junta planeada a la defensiva por parte del Consejo para proteger jurídicamente la “pieza del Rey”, con nula participación por parte de éste (salvo para el manejo del inefable botoncito de tiempos) y en la que se evidenció la inmensa soledad del paquete accionarial mayoritario frente a una multitud de minoritarios.
Hay que iniciar esta crónica con algo que en el Betis, tristemente, es noticia: la normalidad. La Junta de ayer fue básicamente normal en cuanto a sus formas, merced a algunos Consejeros que abochornados por lo acontecido hace 12 meses y lo visionado hace pocos días consiguieron convencer al impredecible máximo mandatario de la conveniencia de dicha normalidad, a la que probablemente no fuese ajeno el consejo de sus asesores legales, inmerso como está en una denuncia por delito societario cuya instrucción cada día desvela nuevos episodios.
Cierto es, no obstante, que el principal objetivo de este guión no se cumplió: esto es, hacer realidad aquella cita de Lampedusa que hace referencia a que “a veces es necesario que algo cambie para que todo siga igual”. Porque, y cualquiera que asistiese a la Junta puede dar fe de ello, no todo sigue igual. De hecho, pocas cosas siguen igual, salvo la mayoría accionarial de la que consiguió apropiarse Farusa aquel 30 de Junio de 1992, para jugar desde entonces a su antojo desviando a otras empresas los ingresos que generamos los béticos.
Lejos quedan aquellas Juntas aclamatorias, aquellos besamanos en los que se idolatraba al considerado como salvador del Betis, haciendo un flaco favor a la memoria de los más de 10.000 béticos que habían puesto lo que tenían de forma desinteresada; mucho más desinteresada que el presunto salvador como el tiempo, los hechos, las mentiras y los juzgados han venido demostrando. Lejos quedan aquellas Juntas en las que se proponía poner su nombre al Estadio, en las que no era necesario ejercitar el acto de votación porque se daba por entendido que el voto era favorable al Consejo incluso aunque no fuese el caso, en las que el número de accionistas presentes o representados no superaba los 200, en las que las intervenciones eran más cercanas a rogativas que a posicionamientos de propietarios, minoritarios sí, pero tan legítimos como el que mayor capital dijese ostentar.
Ayer el Real Betis Balompié S.A.D. dio un nuevo paso en su madurez como Sociedad Anónima Deportiva: No solo porque se impuso la normalidad en las formas, condición necesaria para poder tildar al Consejo al menos de responsable, sino sobre todo por la lección dada por la masa social, por el accionariado minoritario del Real Betis Balompié, cuyos derechos políticos y grado de legitimidad son difícilmente discutibles, algo que no se puede afirmar con tanta rotundidad del paquete mayoritario. Una lección concretada en una inmensa mayoría de béticos accionistas, presentes y representados, que dijeron “NO” a quienes defienden intereses ajenos a los del Real Betis Balompié. Una lección concretada en treinta intervenciones, ninguna de las cuales (ninguna) se posicionó a favor del Consejo de Administración; antes bien, la inmensa mayoría ejercieron una educada pero firme crítica hacia sus componentes y, principalmente, su sumo hacedor. Una lección concretada en un amplio despliegue documental, a través de diversos escritos que se hicieron constar en acta notarial, tanto de preguntas sin respuesta por parte del Consejo como de posicionamiento de voto en cada uno de los puntos (ver en http://www._pornuestrobetis_.com/drupal/node/1483). Y, en definitiva, una lección concretada en una votación libre que sirve al Betis para seguir dando pasos hacia su principal objetivo: Ser el Betis, el Betis de siempre, el Betis de nuestros padres y abuelos, el Betis que alguno ha pretendido sepultar bajo bustos de bronce y empresas de barro.
Ayer, solo se contabilizaron 49 acreditaciones a favor del Consejo de Administración, incluyendo las acreditaciones del propio Consejo. Es decir, poco más de treinta asistentes se levantaron expresamente para apoyar al Consejo, por supuesto desde su plena legitimidad y beticismo. Desde la misma legitimidad y beticismo, 88 asistentes que a su vez representaban a 1.000 béticos accionistas se levantaron para expresar una posición contraria a la del Consejo en todos y cada uno de los puntos del orden del día. Y otros 69 asistentes optaron por abstenerse. Es decir, de 206 asistentes, solo una cuarta parte optó por apoyar al Consejo frente a tres cuartas partes que decidieron libremente no hacerlo: En términos de representación, 49 –miembros del Consejo incluido- frente a 1.100.
Por supuesto, en términos de porcentaje las cifras son distintas: Sabido era que la inmensa soledad del Consejo no lo era en términos accionariales, y su 59% se impuso como es natural al 7,14%, al tiempo que las abstenciones representaban un 3,65%. No obstante, estas cifras tienen también lecturas importantes:
La primera, que solo se sumó al Consejo un exiguo 1% de capital presente o representado en las filas de asistentes, frente al 10,80% que optó por no hacerlo.
La segunda, que sin el paquete accionarial de Farusa el Consejo estaría en minoría: no solo por el resultado de ayer, sino por el 1,5% sindicado con PNB en una escritura que no pudo añadirse en el día de ayer por motivos administrativos, pero que estaría sumado de celebrarse mañana mismo la Junta. Y este dato, que en la coyuntura actual no tiene impacto, podría tenerlo el día de mañana si se pusiera en cuestión los derechos políticos de las acciones en manos de Farusa.
Ayer, como bien pusieron de manifiesto algunos intervinientes, el Consejero Delegado y sus acompañantes en la Mesa se limitaron a guardar la normalidad exigible por su propio interés y a callar todo lo posible, eludiendo el cumplimiento del derecho de información de los accionistas. El silencio, las excusas elusivas, los tecnicismos y los capotazos fueron la única estrategia posible ante las sucesivas intervenciones, escritos y evidencias aportadas. Eso sí, a dicha estrategia de silencio cabe añadir una más que pasará a la ya larga cadena de esperpentos vividos los últimos años: la imagen del Consejero Delegado apretando repetidamente y con singular energía el “botoncito” con el que se cortaba las intervenciones por supuesto exceso de tiempo, una escena digna de Berlanga o de conocidos anuncios radiofónicos de toldos.
Tal vez de forma inevitable, la conclusión de muchos medios de comunicación es que ayer se produjo una victoria del señor Ruiz de Lopera, atendiendo a la simple aritmética de los porcentajes accionariales. Es una forma de verlo, aunque lo previsto difícilmente es noticia. En cambio, lo que sí hubiese sido noticia hace solo dos años, por absolutamente imprevisto, es que el Betis se liberase de sus contratos con Encadesa y Tegasa, que su presupuesto se acercase a los 50 millones en virtud de dicha libertad, que se forzase a invertir hasta el último euro obtenido por la recalificación en la finalización del Estadio y solo en beneficio del Betis, que 1.000 béticos recuperasen las acciones que venían reclamando desde 1992 a Farusa, que apareciese un contrato que obligaba a Encadesa a revertir sus beneficios al Betis, que en una Junta se impusiera la normalidad en las formas y la inmensa mayoría votase frente al otrora salvador, que un Juzgado de lo Penal obligase a dar pelos y señales acerca de una gestión oscura durante tres lustros, que se diese a los accionistas las cuentas anuales completas, que un Notario levantase acta de la Junta, que se desentrañase la trama accionarial de Farusa y empresas vinculadas, que el Consejero Delegado tuviese que escuchar a treinta béticos contándole frente a frente las verdades del barquero sin poder reconvenirles al modo que hacía con sus críticos en los años noventa…
Todo eso y mucho más habría sido considerado un ejercicio de ciencia ficción hace solo dos años. Todo eso y mucho más, por su excepcionalidad, hubiese sido noticia hace solo dos años. El hecho de que haya sucedido, de que esté sucediendo, es una muestra de madurez del beticismo. El hecho de que se considere normal y no se presente como un éxito sino como el mínimo exigible, es una muestra de madurez de los medios de comunicación, que son conscientes del camino que queda por andar. Donde sigue faltando madurez es en un Consejo de Administración que aún no es capaz de explicar, probablemente porque no puede permitirse hacerlo, todas las preguntas que se le hacen, ni rebatir los argumentos que se le presentan, ni aprovechar los proyectos y propuestas que de forma desinteresada se le ofrecen.
Ayer no ganó nadie en particular, y menos aún Manuel Ruiz de Lopera. Solo, cada vez más solo, sin poder explicar a la Junta absolutamente nada acerca de Betis Sport y sus supuestos 70 millones, ni sobre el destino de esos otros tantos millones que podrían sumar el saldo en cuentas de empresas instrumentales o participadas a costa de ingresos generados por el Betis, ayer Manuel Ruiz de Lopera hizo lo que le habían aconsejado: aguantar el chaparrón en silencio con el botoncito en mano. ¿Quién ganó ayer entonces? La respuesta es sencilla, y la conocen todos aquellos que vivieron el final de la Junta, cuando a voz en grito los asistentes, muy especialmente los mal llamados opositores, cantaron nuestro himno. Ayer ganó el Betis. No por goleada, para eso aún queda. Pero, después de 16 años de marginarlo en el banquillo para que jugaran extraños usurpando su imagen e ingresos, al menos el Betis está empezando a volver a entrenar. Y ese, que a nadie le quepa duda, no es más que el primer paso para recuperar ese Betis que los béticos llevamos en el corazón, ese Betis que los béticos merecen, ese Betis que algunos sencillamente no conocen ni son capaces de querer.
¡Viva el Betis manque pierda!
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2 de Diciembre de 2008
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Si la Junta del pasado año fue justamente calificada como la Junta de la vergüenza, la noche de ayer fue testigo de la Junta del “enroque”: una Junta planeada a la defensiva por parte del Consejo para proteger jurídicamente la “pieza del Rey”, con nula participación por parte de éste (salvo para el manejo del inefable botoncito de tiempos) y en la que se evidenció la inmensa soledad del paquete accionarial mayoritario frente a una multitud de minoritarios.
Hay que iniciar esta crónica con algo que en el Betis, tristemente, es noticia: la normalidad. La Junta de ayer fue básicamente normal en cuanto a sus formas, merced a algunos Consejeros que abochornados por lo acontecido hace 12 meses y lo visionado hace pocos días consiguieron convencer al impredecible máximo mandatario de la conveniencia de dicha normalidad, a la que probablemente no fuese ajeno el consejo de sus asesores legales, inmerso como está en una denuncia por delito societario cuya instrucción cada día desvela nuevos episodios.
Cierto es, no obstante, que el principal objetivo de este guión no se cumplió: esto es, hacer realidad aquella cita de Lampedusa que hace referencia a que “a veces es necesario que algo cambie para que todo siga igual”. Porque, y cualquiera que asistiese a la Junta puede dar fe de ello, no todo sigue igual. De hecho, pocas cosas siguen igual, salvo la mayoría accionarial de la que consiguió apropiarse Farusa aquel 30 de Junio de 1992, para jugar desde entonces a su antojo desviando a otras empresas los ingresos que generamos los béticos.
Lejos quedan aquellas Juntas aclamatorias, aquellos besamanos en los que se idolatraba al considerado como salvador del Betis, haciendo un flaco favor a la memoria de los más de 10.000 béticos que habían puesto lo que tenían de forma desinteresada; mucho más desinteresada que el presunto salvador como el tiempo, los hechos, las mentiras y los juzgados han venido demostrando. Lejos quedan aquellas Juntas en las que se proponía poner su nombre al Estadio, en las que no era necesario ejercitar el acto de votación porque se daba por entendido que el voto era favorable al Consejo incluso aunque no fuese el caso, en las que el número de accionistas presentes o representados no superaba los 200, en las que las intervenciones eran más cercanas a rogativas que a posicionamientos de propietarios, minoritarios sí, pero tan legítimos como el que mayor capital dijese ostentar.
Ayer el Real Betis Balompié S.A.D. dio un nuevo paso en su madurez como Sociedad Anónima Deportiva: No solo porque se impuso la normalidad en las formas, condición necesaria para poder tildar al Consejo al menos de responsable, sino sobre todo por la lección dada por la masa social, por el accionariado minoritario del Real Betis Balompié, cuyos derechos políticos y grado de legitimidad son difícilmente discutibles, algo que no se puede afirmar con tanta rotundidad del paquete mayoritario. Una lección concretada en una inmensa mayoría de béticos accionistas, presentes y representados, que dijeron “NO” a quienes defienden intereses ajenos a los del Real Betis Balompié. Una lección concretada en treinta intervenciones, ninguna de las cuales (ninguna) se posicionó a favor del Consejo de Administración; antes bien, la inmensa mayoría ejercieron una educada pero firme crítica hacia sus componentes y, principalmente, su sumo hacedor. Una lección concretada en un amplio despliegue documental, a través de diversos escritos que se hicieron constar en acta notarial, tanto de preguntas sin respuesta por parte del Consejo como de posicionamiento de voto en cada uno de los puntos (ver en http://www._pornuestrobetis_.com/drupal/node/1483). Y, en definitiva, una lección concretada en una votación libre que sirve al Betis para seguir dando pasos hacia su principal objetivo: Ser el Betis, el Betis de siempre, el Betis de nuestros padres y abuelos, el Betis que alguno ha pretendido sepultar bajo bustos de bronce y empresas de barro.
Ayer, solo se contabilizaron 49 acreditaciones a favor del Consejo de Administración, incluyendo las acreditaciones del propio Consejo. Es decir, poco más de treinta asistentes se levantaron expresamente para apoyar al Consejo, por supuesto desde su plena legitimidad y beticismo. Desde la misma legitimidad y beticismo, 88 asistentes que a su vez representaban a 1.000 béticos accionistas se levantaron para expresar una posición contraria a la del Consejo en todos y cada uno de los puntos del orden del día. Y otros 69 asistentes optaron por abstenerse. Es decir, de 206 asistentes, solo una cuarta parte optó por apoyar al Consejo frente a tres cuartas partes que decidieron libremente no hacerlo: En términos de representación, 49 –miembros del Consejo incluido- frente a 1.100.
Por supuesto, en términos de porcentaje las cifras son distintas: Sabido era que la inmensa soledad del Consejo no lo era en términos accionariales, y su 59% se impuso como es natural al 7,14%, al tiempo que las abstenciones representaban un 3,65%. No obstante, estas cifras tienen también lecturas importantes:
La primera, que solo se sumó al Consejo un exiguo 1% de capital presente o representado en las filas de asistentes, frente al 10,80% que optó por no hacerlo.
La segunda, que sin el paquete accionarial de Farusa el Consejo estaría en minoría: no solo por el resultado de ayer, sino por el 1,5% sindicado con PNB en una escritura que no pudo añadirse en el día de ayer por motivos administrativos, pero que estaría sumado de celebrarse mañana mismo la Junta. Y este dato, que en la coyuntura actual no tiene impacto, podría tenerlo el día de mañana si se pusiera en cuestión los derechos políticos de las acciones en manos de Farusa.
Ayer, como bien pusieron de manifiesto algunos intervinientes, el Consejero Delegado y sus acompañantes en la Mesa se limitaron a guardar la normalidad exigible por su propio interés y a callar todo lo posible, eludiendo el cumplimiento del derecho de información de los accionistas. El silencio, las excusas elusivas, los tecnicismos y los capotazos fueron la única estrategia posible ante las sucesivas intervenciones, escritos y evidencias aportadas. Eso sí, a dicha estrategia de silencio cabe añadir una más que pasará a la ya larga cadena de esperpentos vividos los últimos años: la imagen del Consejero Delegado apretando repetidamente y con singular energía el “botoncito” con el que se cortaba las intervenciones por supuesto exceso de tiempo, una escena digna de Berlanga o de conocidos anuncios radiofónicos de toldos.
Tal vez de forma inevitable, la conclusión de muchos medios de comunicación es que ayer se produjo una victoria del señor Ruiz de Lopera, atendiendo a la simple aritmética de los porcentajes accionariales. Es una forma de verlo, aunque lo previsto difícilmente es noticia. En cambio, lo que sí hubiese sido noticia hace solo dos años, por absolutamente imprevisto, es que el Betis se liberase de sus contratos con Encadesa y Tegasa, que su presupuesto se acercase a los 50 millones en virtud de dicha libertad, que se forzase a invertir hasta el último euro obtenido por la recalificación en la finalización del Estadio y solo en beneficio del Betis, que 1.000 béticos recuperasen las acciones que venían reclamando desde 1992 a Farusa, que apareciese un contrato que obligaba a Encadesa a revertir sus beneficios al Betis, que en una Junta se impusiera la normalidad en las formas y la inmensa mayoría votase frente al otrora salvador, que un Juzgado de lo Penal obligase a dar pelos y señales acerca de una gestión oscura durante tres lustros, que se diese a los accionistas las cuentas anuales completas, que un Notario levantase acta de la Junta, que se desentrañase la trama accionarial de Farusa y empresas vinculadas, que el Consejero Delegado tuviese que escuchar a treinta béticos contándole frente a frente las verdades del barquero sin poder reconvenirles al modo que hacía con sus críticos en los años noventa…
Todo eso y mucho más habría sido considerado un ejercicio de ciencia ficción hace solo dos años. Todo eso y mucho más, por su excepcionalidad, hubiese sido noticia hace solo dos años. El hecho de que haya sucedido, de que esté sucediendo, es una muestra de madurez del beticismo. El hecho de que se considere normal y no se presente como un éxito sino como el mínimo exigible, es una muestra de madurez de los medios de comunicación, que son conscientes del camino que queda por andar. Donde sigue faltando madurez es en un Consejo de Administración que aún no es capaz de explicar, probablemente porque no puede permitirse hacerlo, todas las preguntas que se le hacen, ni rebatir los argumentos que se le presentan, ni aprovechar los proyectos y propuestas que de forma desinteresada se le ofrecen.
Ayer no ganó nadie en particular, y menos aún Manuel Ruiz de Lopera. Solo, cada vez más solo, sin poder explicar a la Junta absolutamente nada acerca de Betis Sport y sus supuestos 70 millones, ni sobre el destino de esos otros tantos millones que podrían sumar el saldo en cuentas de empresas instrumentales o participadas a costa de ingresos generados por el Betis, ayer Manuel Ruiz de Lopera hizo lo que le habían aconsejado: aguantar el chaparrón en silencio con el botoncito en mano. ¿Quién ganó ayer entonces? La respuesta es sencilla, y la conocen todos aquellos que vivieron el final de la Junta, cuando a voz en grito los asistentes, muy especialmente los mal llamados opositores, cantaron nuestro himno. Ayer ganó el Betis. No por goleada, para eso aún queda. Pero, después de 16 años de marginarlo en el banquillo para que jugaran extraños usurpando su imagen e ingresos, al menos el Betis está empezando a volver a entrenar. Y ese, que a nadie le quepa duda, no es más que el primer paso para recuperar ese Betis que los béticos llevamos en el corazón, ese Betis que los béticos merecen, ese Betis que algunos sencillamente no conocen ni son capaces de querer.
¡Viva el Betis manque pierda!
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