Vaya por delante mi fidelidad al Real Betis Balompié. Fidelidad que se cimenta en la idea de que aquello que haga más grande a la institución con 101 años de historia es bueno para todos los béticos. Esta grandeza no se circunscribe a un partido, a una jugada o a un hecho concreto de su centenaria historia. Se trata de todo eso y muchísimo más.

Se trata de saber que formo parte de un colectivo (tasado en más de un millón de personas) y que hago lo posible porque ese colectivo crezca y se sienta identificado con unos colores y unas causas más o menos dignas en la sociedad en la que participa y cuyo culmen es el fútbol. Por ello, lo primero que debo reflexionar es cómo no darme golpes en el pecho por ser y hacer, sino todo lo contrario.

Por eso soy peñista, y soy peñista singular, porque soy peñista de una de las peñas más representativas del Real Betis, está aquí y en todos lados, hace cosas maravillosas y quiere contruir en torno a la idea del Real Betis Balompié verdaderos monumentos a sus socios en forma de desplazamientos, cuidado, fiestas, homenajes y puertas a mundos antes ignorados por los peñistas y por los béticos.

Mi peña ha decidido ser no sólo impulsora de la Federación Nacional de Peñas Béticas, sino parte activa en su creación y desarrollo. Mi peña, junto con otras peñas han decidido que las peñas estaban arrinconadas e incluso adormecidas por culpa de una política poco inteligente de "si no hablan no dan problemas".

Pero eso cambió hace algún tiempo, cambió de manos y de ganas de un grupo de béticos que dentro de sus peñas no querían quedarse con los brazos cruzados, de un grupo de béticos que querían hacer algo más, querían volver a vertebrar a las peñas, que se levantasen y fueran, de nuevo, una voz autorizada del peñismo. Se interesaron por el desarrollo que ya existía de unos estatutos en elaboración y que parecían indicados para acabar, SÍ, ACABAR, con una coordinadora que podemos llamar de pena, pena no por las ganas que le pusieran sus integrantes, que pudieron ser todas las del mundo, pena por sus resultados.

Ante el movimiento, acción. El consejo dice que hay un consejero, el consejo dice que hay unos estatutos. El consejo dice que se va a reunir con las peñas y escucharlas... El consejo... qué pena de consejo.

De momento lo único que pedían los integrantes de la Federación Nacional de Peñas Béticas era conocer los estatutos. Difícil, ha habido que ir al registro a conseguirlos. Lo segundo darse cuenta que simplemente con el título ya causan sonrojo: FEDERACIÓN DE PEÑAS BÉTICAS DE SEVILLA Y PROVINCIA. Y lo tercero es ver cómo su articulado parece más una ley fundamental de otras épocas que un mecanismo vertebrador de ellas. Artículos tan sonrojantes como que si los pobrecitos peñistas no le gustan al consejo (no bailar al son, lo llamaría) pueden ser borrados del mapa "ipso facto". Si al consejo no le gustan los pobrecitos peñistas pues cuando venga en gana una asamblea... Recuerdo que la antigua Federación de Peñas nos la cargamos con el voto de sólo 30 peñas.

Y por último, empieza de nuevo el sainete... Si los peñistas siguen en su empeño de hacer algo digno, algo que no plante cara al Betis, como quieren vender, sino que en su independencia dejen de ser pobrecitos peñistas, ahí sale la voz cada vez más agresiva a sueldo de quien le paga amenazando uno por uno a todas las cabecitas de posibles pobrecitos peñistas. Trapos sucios, acusaciones, bulos y demás mecanismos a los que nos hemos acostumbrado. Y por último, para llorar... cuando en años no se han preocupado ahora el oro y el moro (pero fijarse bien), oro y moro para las peñas o para sus presidentes??? Para las peñas afines nada más???

Todo esto es un disparate, una forma "oficial" de decir que hay béticos buenos (los que tendrán palcos, canapés, fotos y carnés) y malos, los que tosen y dicen que quieren que se acabe la ciudad deportiva, que las peñas tengan todas los mismos derechos, los que quieren dar lo mismo un homenaje al entrenador que otro a las leyendas excomulgadas de la iglesia jabuguil. O sea, aquellos que entienden que el Betis es más que lo que sale una casa que está en un barrio que no se llama Heliópolis.

La estrategia del miedo y de los carnés funcionará, no digo que no, pero cada vez menos, y menos... y mucho menos. Sobre todo porque los oropeles del poder ya no deslumbran tanto, principalmente porque no son justos, ni ecuánimes, ni siquiera conservan esa esencia que ha hecho del Betis lo que es... o era antes de secuestrarlo.