Sí, señores, a los que piensan que Don Manuel es el salvador, sigue siendo el Mesías y volverá a separar las aguas del Guadalquivir para que pase el pueblo elegido, o sea, el Bético, perseguido desde siempre por ordas de roja estampa.
A ellos les respeto, y mucho, respeto su pasión al defenderlo, respeto la ternura con que miran su figura, respeto betatificaciones varias y respeto las formas en las que se expresan, me gusten más o menos.
Respeto a aquellos que incluso promueven o promovieron homenajes, marchas, fiestas y fanfarrias... Pero por qué los respeto???
Porque dentro del Betis son o intentan hacer algo, y por intentar hacer algo es incluso agarrarse a la figura del máximo accionista como si de una deidad se tratase. Otra cosa es que ese torrente de cariño, por momentos verdadera inundación, veneración y consentimiento, transformase al señor en cuestión en una figura que tapase el escudo y lo quiera seguir tapando.
Dejaron todas sus ganas en ponerle peñas, hasta en hacer un busto de bronce que cuando se hizo contó con la aprobación general y quizá alguna mirada de asombro que no se atrevía a expresar lo que de verdad le parecía el invento. Ellos hicieron todo lo posible para hacer Betis y creer que el señor en cuestión hacía Betis con ellos.
Pero mi respeto se acaba cuando me topo con un oficialista. Un bético, que lo es y no me cabe duda, pero que no cuenta con mi respeto. Un oficialista es aquel que apoya esté quien esté allá arriba, en lo alto de la nave bética y haga lo que haga. Un oficialista que apoya al que manda aunque el que manda haga de su capa un sayo, aunque pisotee al bético que le venga en gana. Lo justifica todo, absolutamente todo. El Consejo tiene, haga lo que haga, la libertad absoluta para el oficialista, de crear o destruir, cree o destruya lo que crea oportuno y aunque sea en contra del Betis, que nunca verá porque toda decisión que venga de arriba está bien.
Como buen oficialista, tapará toda miseria en vez de ayudar a arreglarla, todo lo malo es cosa de aquél que se fue, aquél que pasaba por allí, aquél que no está de acuerdo. No existe nada que no salga de la dirección y que no tenga el visto bueno del que sea. Un oficialista le DA IGUAL quien mande, y es una de las expresiones más pobres, tristes y amargadas que conozco. Todo lo basa en lo que sale de arriba y si mañana el de arriba cambia, sin ningún reparo apoyará a los nuevos, aunque estos se dediquen a calumniar al anterior. Eso es ser un buen oficialista.
En breve, esperemos, porque no se ha podido mostrar muchas veces en 16 años, podremos verle, porque se ve, es una línea recta en sus argumentaciones. Difícilmente caerá en nada malo, porque nunca apoyará nada distinto que lo que diga el que manda. Por supuesto, en la defensa a ultranza de cosas que no quiere conocer y ni le importan, se llevará por delante al que sea, simplemente porque alce la voz porque se moja en el campo o porque no le dan las acciones que compró. El club debe ser una balsa de aceite y la peste se la tapa uno tapándose la nariz y alegando a los años 30 o 40 donde se vivía peor.
Por eso pienso que alguien que apoye al máximo accionista porque lo crea así, tiene mis respetos, tiene un fin y tiene una verdad, una verdad de la que muchísimos hemos caído de golpe y dolorosamente, pero un oficialista, ese tipo de personas que para arreglar las cosas prefiere enterrarlas, ese señor no tiene mis respetos.
A ellos les respeto, y mucho, respeto su pasión al defenderlo, respeto la ternura con que miran su figura, respeto betatificaciones varias y respeto las formas en las que se expresan, me gusten más o menos.
Respeto a aquellos que incluso promueven o promovieron homenajes, marchas, fiestas y fanfarrias... Pero por qué los respeto???
Porque dentro del Betis son o intentan hacer algo, y por intentar hacer algo es incluso agarrarse a la figura del máximo accionista como si de una deidad se tratase. Otra cosa es que ese torrente de cariño, por momentos verdadera inundación, veneración y consentimiento, transformase al señor en cuestión en una figura que tapase el escudo y lo quiera seguir tapando.
Dejaron todas sus ganas en ponerle peñas, hasta en hacer un busto de bronce que cuando se hizo contó con la aprobación general y quizá alguna mirada de asombro que no se atrevía a expresar lo que de verdad le parecía el invento. Ellos hicieron todo lo posible para hacer Betis y creer que el señor en cuestión hacía Betis con ellos.
Pero mi respeto se acaba cuando me topo con un oficialista. Un bético, que lo es y no me cabe duda, pero que no cuenta con mi respeto. Un oficialista es aquel que apoya esté quien esté allá arriba, en lo alto de la nave bética y haga lo que haga. Un oficialista que apoya al que manda aunque el que manda haga de su capa un sayo, aunque pisotee al bético que le venga en gana. Lo justifica todo, absolutamente todo. El Consejo tiene, haga lo que haga, la libertad absoluta para el oficialista, de crear o destruir, cree o destruya lo que crea oportuno y aunque sea en contra del Betis, que nunca verá porque toda decisión que venga de arriba está bien.
Como buen oficialista, tapará toda miseria en vez de ayudar a arreglarla, todo lo malo es cosa de aquél que se fue, aquél que pasaba por allí, aquél que no está de acuerdo. No existe nada que no salga de la dirección y que no tenga el visto bueno del que sea. Un oficialista le DA IGUAL quien mande, y es una de las expresiones más pobres, tristes y amargadas que conozco. Todo lo basa en lo que sale de arriba y si mañana el de arriba cambia, sin ningún reparo apoyará a los nuevos, aunque estos se dediquen a calumniar al anterior. Eso es ser un buen oficialista.
En breve, esperemos, porque no se ha podido mostrar muchas veces en 16 años, podremos verle, porque se ve, es una línea recta en sus argumentaciones. Difícilmente caerá en nada malo, porque nunca apoyará nada distinto que lo que diga el que manda. Por supuesto, en la defensa a ultranza de cosas que no quiere conocer y ni le importan, se llevará por delante al que sea, simplemente porque alce la voz porque se moja en el campo o porque no le dan las acciones que compró. El club debe ser una balsa de aceite y la peste se la tapa uno tapándose la nariz y alegando a los años 30 o 40 donde se vivía peor.
Por eso pienso que alguien que apoye al máximo accionista porque lo crea así, tiene mis respetos, tiene un fin y tiene una verdad, una verdad de la que muchísimos hemos caído de golpe y dolorosamente, pero un oficialista, ese tipo de personas que para arreglar las cosas prefiere enterrarlas, ese señor no tiene mis respetos.
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