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Pepe y Paco.

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  • Pepe y Paco.

    Acabamos de comer en familia, son las 3 y media y corremos como motos, hoy es uno de esos domingos donde las cinco de la tarde están clavadas en el reloj como si fuese una cita con la historia.

    Mi padre, no sé cómo lo hacía, ya me estaba esperando a pié de la escalera. Nos despedimos de la familia... pronto mi hijo nos acompañaría, tan pronto como su madre lo permitiese y me diese la enorme alegría de ir con su abuelo al campo del Betis.

    Antes de salir, mi padre se volvió hacia la fotografía enmarcada de sus hermanos Pepe y Paco, que con él formaban un trío de alegres jóvenes fotografíados en la barandilla del gol norte. Cogió el retrato con el marco usado y lo descolgó de su alcayata. Esa liturgia era una constante desde que sus hermanos perecieron en un accidente cuando venían de celebrar la Feria de Córdoba y un cambio de rasante de aquella traicionera carretera de Madrid los hiciera volar, de golpe, al cuarto anillo del campo del Betis.

    Así mi padre perdió a sus dos hermanos, sus manos izquierda y derecha, su orgullo cuando iba de sus manos al campo del Betis desde aquella calle Soria del Barrio de Bellavista. Unas veces en el Amarillo atestado, otras veces andando, para que las perrillas que sobraban dieran para un postpartido en aquel bar del cruce, el Caballo Blanco. Qué feliz era mi padre con aquella mirinda de naranja viendo a sus hermanos jugar "de salón" como lo hacían Cardeñosa o Bizcocho.

    Fue años después cuando tuvo las fuerzas de volver al campo donde tanto había vivido con sus hermanos, y ya llevaba en el bolsillo aquella fotografía que les regaló un vecino que ese partido se llevó la cámara leika con la que les retrató. Alguna vez, de niño, bajé esa fotografía en la que mis tíos y mi padre sonreían como si estuviesen en el Paraiso. La desmontaba esperando encontrar algo más y detrás ponía, con sello de caucho: "Moyano, JUN 79".

    De camino a Heliópolis siempre recogíamos a alguien de la peña, a alguno que vestido de verdiblanco esperase en la parada del autobús o, incluso, nos arriesgábamos y el pequeño utilitario de mi padre, aquel verde (no podía ser de otra forma) que tenía muchísimos años y del que no se quiso desprender, iba con seis o incluso siete personas dentro.

    Fuimos fieles al gol norte, a las pipas y a los disgustos, siempre fieles. Cuando el gol nos sonreía mi padre se acariciaba el bolsillo mientras miraba al cielo y al lugar donde la barandilla de los hermanos Pérez estaba dispuesta, partido a partido, para acogerles. Esa era nuestra feliz monotonía aderezada con distintas formas de ver al Betis, a los jugadores, de dialogar con esa familia que se forma alrededor de los asientos, que crece en número, en miembros y en años.

    Fue después de una victoria... de una remontada de esas que, de cuándo en cuándo, nos regalaba el equipo. Tras un atasco dejé a mi padre colgando con cuidado el retrato en su lugar... y no lo volví a ver con vida. Esa noche un ataque al corazón se llevó al hombre que más quería de mi lado. Mi padre, un buen hombre y un gran bético pasó a formar parte activa en aquel papel que en blanco y negro había marcado toda mi vida.

    Al siguiente partido, acudí a casa de mi madre y descolgué el retrato de mis tíos y de mi padre, y llevé por primera vez a mi hijo al Betis. Perdimos con un equipo que descendió y a punto lo hicimos nosotros, pero lejos de aquel desangelado partido comprobé en mi bolsillo todo lo que a lo largo de su vida sintió mi padre, como si el universo estuviese en ese bolsillo y yo fuese partícipe de él. Al terminar el partido, con mi hijo cogido a mi bufanda, miré instintívamente a la esquina donde estaba la barandilla de los hermanos Pérez y sonreí.

    Al llegar a casa de mi madre tras el partido, fui a colgar el retrato en su alcayata y esta cedió cayendo el marco al suelo y rompiéndose en mil pedazos... Lo recogí espantado... Y al cerciorarme de la integridad de la fotografía vi que detrás de ella había algo escrito en una letra muy familiar: "no abandones nunca al Betis". Le dí la vuelta y las caras de los protagonistas de esta historia me sonreían aún más...

  • #2
    Respuesta: Pepe y Paco.

    Me has echo llorar Padre...

    Gracias por tus maravillas!!!

    Comentario


    • #3
      Respuesta: Pepe y Paco.

      RECONTRABETICO felicidades x pertenecer a una familia de beticos q saben entender a este equipo y x demostrarnos q se es betico siempre aun cuando estemos los ultimos. Sigue inculcandole este sentir tan bonito nuestro a tus hijos y nietos en un futuro como hizo tu padre.

      Comentario


      • #4
        Respuesta: Pepe y Paco.

        Originalmente publicado por recontrabetico Ver Mensaje
        Acabamos de comer en familia, son las 3 y media y corremos como motos, hoy es uno de esos domingos donde las cinco de la tarde están clavadas en el reloj como si fuese una cita con la historia.

        Mi padre, no sé cómo lo hacía, ya me estaba esperando a pié de la escalera. Nos despedimos de la familia... pronto mi hijo nos acompañaría, tan pronto como su madre lo permitiese y me diese la enorme alegría de ir con su abuelo al campo del Betis.

        Antes de salir, mi padre se volvió hacia la fotografía enmarcada de sus hermanos Pepe y Paco, que con él formaban un trío de alegres jóvenes fotografíados en la barandilla del gol norte. Cogió el retrato con el marco usado y lo descolgó de su alcayata. Esa liturgia era una constante desde que sus hermanos perecieron en un accidente cuando venían de celebrar la Feria de Córdoba y un cambio de rasante de aquella traicionera carretera de Madrid los hiciera volar, de golpe, al cuarto anillo del campo del Betis.

        Así mi padre perdió a sus dos hermanos, sus manos izquierda y derecha, su orgullo cuando iba de sus manos al campo del Betis desde aquella calle Soria del Barrio de Bellavista. Unas veces en el Amarillo atestado, otras veces andando, para que las perrillas que sobraban dieran para un postpartido en aquel bar del cruce, el Caballo Blanco. Qué feliz era mi padre con aquella mirinda de naranja viendo a sus hermanos jugar "de salón" como lo hacían Cardeñosa o Bizcocho.

        Fue años después cuando tuvo las fuerzas de volver al campo donde tanto había vivido con sus hermanos, y ya llevaba en el bolsillo aquella fotografía que les regaló un vecino que ese partido se llevó la cámara leika con la que les retrató. Alguna vez, de niño, bajé esa fotografía en la que mis tíos y mi padre sonreían como si estuviesen en el Paraiso. La desmontaba esperando encontrar algo más y detrás ponía, con sello de caucho: "Moyano, JUN 79".

        De camino a Heliópolis siempre recogíamos a alguien de la peña, a alguno que vestido de verdiblanco esperase en la parada del autobús o, incluso, nos arriesgábamos y el pequeño utilitario de mi padre, aquel verde (no podía ser de otra forma) que tenía muchísimos años y del que no se quiso desprender, iba con seis o incluso siete personas dentro.

        Fuimos fieles al gol norte, a las pipas y a los disgustos, siempre fieles. Cuando el gol nos sonreía mi padre se acariciaba el bolsillo mientras miraba al cielo y al lugar donde la barandilla de los hermanos Pérez estaba dispuesta, partido a partido, para acogerles. Esa era nuestra feliz monotonía aderezada con distintas formas de ver al Betis, a los jugadores, de dialogar con esa familia que se forma alrededor de los asientos, que crece en número, en miembros y en años.

        Fue después de una victoria... de una remontada de esas que, de cuándo en cuándo, nos regalaba el equipo. Tras un atasco dejé a mi padre colgando con cuidado el retrato en su lugar... y no lo volví a ver con vida. Esa noche un ataque al corazón se llevó al hombre que más quería de mi lado. Mi padre, un buen hombre y un gran bético pasó a formar parte activa en aquel papel que en blanco y negro había marcado toda mi vida.

        Al siguiente partido, acudí a casa de mi madre y descolgué el retrato de mis tíos y de mi padre, y llevé por primera vez a mi hijo al Betis. Perdimos con un equipo que descendió y a punto lo hicimos nosotros, pero lejos de aquel desangelado partido comprobé en mi bolsillo todo lo que a lo largo de su vida sintió mi padre, como si el universo estuviese en ese bolsillo y yo fuese partícipe de él. Al terminar el partido, con mi hijo cogido a mi bufanda, miré instintívamente a la esquina donde estaba la barandilla de los hermanos Pérez y sonreí.

        Al llegar a casa de mi madre tras el partido, fui a colgar el retrato en su alcayata y esta cedió cayendo el marco al suelo y rompiéndose en mil pedazos... Lo recogí espantado... Y al cerciorarme de la integridad de la fotografía vi que detrás de ella había algo escrito en una letra muy familiar: "no abandones nunca al Betis". Le dí la vuelta y las caras de los protagonistas de esta historia me sonreían aún más...


        Me ha costado leerlo,querido Recontra,me ha podido tanto SENTIMIENTO Y HONRADEZ.Gracias por tan honorable relato de FIDELIDAD Y ENTREGA.Guarda para siempre el orgullo de pertenecer a toda una dinastia de Beticos NOBLES,y gracias por compartirla con nosotros.

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        • #5
          Respuesta: Pepe y Paco.

          Los pelos de auténtica escarpia, hermano brother.


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          • #6
            Respuesta: Pepe y Paco.

            uffff, los pelos como escarpias, preciosa historia compañero bético.

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            • #7
              Respuesta: Pepe y Paco.

              Me has hecho iniciar sesión solo para decirte esto:



              Los bellos de punto.

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              • #8
                Respuesta: Pepe y Paco.

                Una maravilla, compañero, precioso.

                Comentario


                • #9
                  Respuesta: Pepe y Paco.

                  ***** macho, vamos a ser rico a los negritos de los semáforos. Grande Historia

                  Comentario


                  • #10
                    Respuesta: Pepe y Paco.

                    Muy bonito. Al terminar de leerlo un mareo me ha recorrido el cuerpo.

                    Muy emotivo el artículo y mejor expresado y narrado.

                    Comentario


                    • #11
                      Respuesta: Pepe y Paco.

                      Es muy facil decir gran post , enhorabuena y muchas cosas mas que yo nunca digo tio pero te juro por dios que nol he podido contener las lágrimas. Enhorabuena de corazón de verdad por tener esa familia que cuentas.

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                      • #12
                        Respuesta: Pepe y Paco.

                        enhorabuena

                        Comentario


                        • #13
                          Respuesta: Pepe y Paco.

                          buff.....impresionante!! esto es el beticismo!

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                          • #14
                            Respuesta: Pepe y Paco.

                            Por favor, antes de seguir... Quien haya leído algo de lo que escribo sabrá que este relato, como otros que he tenido la suerte de escribir, se basan en mil historias y al mismo tiempo son ficción.

                            Uno quiere escribir del Betis y así lo intenta, y si con ello logro llegar a esa fibra que tenemos los béticos mi recompensa será infinita.

                            Pero es ficción... con muchos detalles reales, con demasiados.

                            Gracias

                            Comentario


                            • #15
                              Respuesta: Pepe y Paco.

                              Gracias por tu relato. Impresionante. Con esta gente nuestra el Betis, UN SENTIMIENTO, no morirá nunca.

                              Abrazotessss

                              El Dr. Thebussem

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