Lo fácil ahora, en estos momentos, es la adhesión inquebrantable o la huída hacia delante. O sea, negar la mayor, no querer saber nada de fútbol o ponerse la camiseta en plan kamikaze con un orgullo guerrero a la misma vez que ciego.
Yo, lo siento, no me voy por el camino fácil. Yo estoy con la peña, la de Betisweb, que con la que cae (ahora no lluvia) siguen con su tifo, currándoselo para dar animación en un partido que llaman “de nuestra liga”.
Nuestra liga, hace ahora seis partidos, empezaba con cero puntos cada uno. Ahora nos congratulamos de que empieza otra liga, la nuestra. Lejos de parecerme un mensaje positivista, me da pena.
Pero qué hacer en estos momentos de zozobra? Yo sé lo que quiero, lo que veo a mi alrededor, querer ganar por encima de todas las cosas, hacer lo posible porque en cuanto haga se desprenda esas ganas de querer sacar al equipo de ahí abajo. En el campo, no faltando, animando a ir, entrando con una sonrisa, y no esperando a ver cómo salgo. Hablando con los vecinos, soltando gritos a diestro y siniestro, corriendo de aquí para allá haciendo que los que estén a mi lado se sientan más béticos si cabe, que saquen de sus bolsillos un cántico, un grito, un uyyyy aunque el balón se vaya al palo del córner.
Pero también hay que ejercer de bético. Y ejercer de bético es rebosar nuestra participación en los partidos, es algo más que sacar a pecho suicida las camisetas los lunes. Es no parecer resignados con nuestro destino porque los béticos podemos influir sobre él.
Empujar el balón dentro de la portería lo hace el delantero, que lo pone el entrenador y al igual que a él y a los jugadores los traen unos señores de la secretaría técnica avalados, amparados y revisados por un consejo de administración que se apoya en la figura (en nuestro Betis) de un máximo accionista al cual alimentamos de mil maneras los béticos.
Es hora de que esa responsabilidad bética seamos capaces de llevarla más allá. Demostrar al Betis, que es la catarsis del millón de béticos del mundo, se demuestre, una vez más en el campo, pero también en nuestro entorno, en nuestra peña, en nuestro rinconcito bético.
Ejercer de béticos es confiar, pero no hacerlo hasta quedar capados emocionalmente y siempre pensando en que pueden hacer cosas por nosotros o desvincularnos si las cosas no vienen bien. Se puede hacer mucho o un poquito, pero nunca pensar que no somos nadie para influir en que el farolillo rojo sea cosa pasajera, un año más, de "nuestra liga", de "nuestra maldita liga".
Que nadie dude que el próximo domingo, contra el Mallorca, miles de béticos irán de nuevo a ver ganar al Betis, pero cada vez menos dejarán a la providencia el camino de la victoria y querrán que sea cosa del trabajo, del buen hacer, de la coherencia y del amor al Betis.
Porque... como dice Peñita: Ahora mas que nunca estare contigo
Yo, lo siento, no me voy por el camino fácil. Yo estoy con la peña, la de Betisweb, que con la que cae (ahora no lluvia) siguen con su tifo, currándoselo para dar animación en un partido que llaman “de nuestra liga”.
Nuestra liga, hace ahora seis partidos, empezaba con cero puntos cada uno. Ahora nos congratulamos de que empieza otra liga, la nuestra. Lejos de parecerme un mensaje positivista, me da pena.
Pero qué hacer en estos momentos de zozobra? Yo sé lo que quiero, lo que veo a mi alrededor, querer ganar por encima de todas las cosas, hacer lo posible porque en cuanto haga se desprenda esas ganas de querer sacar al equipo de ahí abajo. En el campo, no faltando, animando a ir, entrando con una sonrisa, y no esperando a ver cómo salgo. Hablando con los vecinos, soltando gritos a diestro y siniestro, corriendo de aquí para allá haciendo que los que estén a mi lado se sientan más béticos si cabe, que saquen de sus bolsillos un cántico, un grito, un uyyyy aunque el balón se vaya al palo del córner.
Pero también hay que ejercer de bético. Y ejercer de bético es rebosar nuestra participación en los partidos, es algo más que sacar a pecho suicida las camisetas los lunes. Es no parecer resignados con nuestro destino porque los béticos podemos influir sobre él.
Empujar el balón dentro de la portería lo hace el delantero, que lo pone el entrenador y al igual que a él y a los jugadores los traen unos señores de la secretaría técnica avalados, amparados y revisados por un consejo de administración que se apoya en la figura (en nuestro Betis) de un máximo accionista al cual alimentamos de mil maneras los béticos.
Es hora de que esa responsabilidad bética seamos capaces de llevarla más allá. Demostrar al Betis, que es la catarsis del millón de béticos del mundo, se demuestre, una vez más en el campo, pero también en nuestro entorno, en nuestra peña, en nuestro rinconcito bético.
Ejercer de béticos es confiar, pero no hacerlo hasta quedar capados emocionalmente y siempre pensando en que pueden hacer cosas por nosotros o desvincularnos si las cosas no vienen bien. Se puede hacer mucho o un poquito, pero nunca pensar que no somos nadie para influir en que el farolillo rojo sea cosa pasajera, un año más, de "nuestra liga", de "nuestra maldita liga".
Que nadie dude que el próximo domingo, contra el Mallorca, miles de béticos irán de nuevo a ver ganar al Betis, pero cada vez menos dejarán a la providencia el camino de la victoria y querrán que sea cosa del trabajo, del buen hacer, de la coherencia y del amor al Betis.
Porque... como dice Peñita: Ahora mas que nunca estare contigo
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