Muchas veces me planteo este dilema e intento no caer en lo que me conviene al escoger. Pero... el mundo del fútbol tiene días, donde puede pasar de todo, se puede ganar o perder, tocar la gloria o ver un pase imposible. También podemos ver al jugador defenestrado hacer el regate de su vida o una goleada increíble.
Esos días son lo que buscamos al ir al fútbol. A ver si hoy... A ver si hoy... El domingo fue uno de esos días, casi casi se nos escapó vivo el rival de Nervión. Fue un día de esos de los que sales maldiciendo al destino pero contento porque todo lo que debe ser es y se canaliza hacia once jugadores que hacen felices a la afición. No ganaron, pero aunque hubiésemos perdido, dejaron en el campo sensaciones.
De los días pasamos a las rachas, positivas o negativas no son cuestión de un día, aunque un día concreto pueden hacer que la suerte cambie. Yo recuerdo el famoso partido del Zaragoza, la fiesta de Halowen o como se llame allí en Yankilandia. También la reentrada de Chaparro la pasada temporada cuando íbamos directos a segunda. Eso son rachas, pueden salvar una temporada o hundirte hasta lo más profundo. Ejemplos hay muchos en nuestro Betis.
Las rachas dejan paso a los períodos competitivos llamados temporadas, que empiezan y acaban y a los que uno se acoge ilusionado porque tienen su pre y su post. En la pre se juegan muchos partidos, en los despachos, eso sí, pero teniendo un equipo, que no de fútbol aunque entienda, bien engrasado, ese partido, que dura días y semanas, puede hacer que el bético se ilusiones de principio o no. Aquí entra desde los fichajes certeros (se verá durante la temporada), la elección del uniforme, las promesas y los buenos augurios, el precio de los abonos... incluso el calendario, que también surge de la pretemporada. Todos empiezan con cero puntos, todos fichan y venden, todos saben o intuyen que será magnífica, mediocre o mala de inicio, y aquí la conjunción de rachas largas buenas o malas, la planificación a priori o la elección de los técnicos es la que te da, con buenas dosis de suerte, los resultados positivos... u ojalá no, los negativos.
Y las épocas, las épocas vienen marcadas por un trasfondo sociopolítico, por una presidencia más o menos larga, por un período bajo el mismo gobierno, deportivo o simplemente marcado por las décadas, más o menos así es. Ahora mismo nuestra época es la de Lopera, eso no cabe duda, y esa época dura más de 15 años, con muchos matices, con muchas cosas por ver y vistas. Las épocas, por mucho que quieran los que mandan, no son eternas, aunque algunas cubran todo el período bético de nuestros jóvenes.
A las épocas se las juzga en perspectiva, con conocimientos, con motivos o con pruebas de lo bueno o lo malo. Y las épocas deben concluir, a mi modo de ver, antes de que se enquisten y no dejen evolucionar al Betis. Sino es así, se producen fricciones, que si se aderezan con otros sucesos pueden dar lugar a un período harto complicado en el que los propios béticos pierdan parte de su identidad.
Por ello, cuando hay un partido bueno, malo o regular, me hago mi propia escalera para no ser excesivamente derrotista ni excesivamente eufórico. El primer escalón lo forma el partido, después la racha, posteriormente la temporada y al final la época. Puede ser una perspectiva demasiado amplia, sí, pero así siento que no traiciono a los colores por la transitoriedad de un partido. Eso sí, cualquier partido ganado es una alegría... que te cagas.
Esos días son lo que buscamos al ir al fútbol. A ver si hoy... A ver si hoy... El domingo fue uno de esos días, casi casi se nos escapó vivo el rival de Nervión. Fue un día de esos de los que sales maldiciendo al destino pero contento porque todo lo que debe ser es y se canaliza hacia once jugadores que hacen felices a la afición. No ganaron, pero aunque hubiésemos perdido, dejaron en el campo sensaciones.
De los días pasamos a las rachas, positivas o negativas no son cuestión de un día, aunque un día concreto pueden hacer que la suerte cambie. Yo recuerdo el famoso partido del Zaragoza, la fiesta de Halowen o como se llame allí en Yankilandia. También la reentrada de Chaparro la pasada temporada cuando íbamos directos a segunda. Eso son rachas, pueden salvar una temporada o hundirte hasta lo más profundo. Ejemplos hay muchos en nuestro Betis.
Las rachas dejan paso a los períodos competitivos llamados temporadas, que empiezan y acaban y a los que uno se acoge ilusionado porque tienen su pre y su post. En la pre se juegan muchos partidos, en los despachos, eso sí, pero teniendo un equipo, que no de fútbol aunque entienda, bien engrasado, ese partido, que dura días y semanas, puede hacer que el bético se ilusiones de principio o no. Aquí entra desde los fichajes certeros (se verá durante la temporada), la elección del uniforme, las promesas y los buenos augurios, el precio de los abonos... incluso el calendario, que también surge de la pretemporada. Todos empiezan con cero puntos, todos fichan y venden, todos saben o intuyen que será magnífica, mediocre o mala de inicio, y aquí la conjunción de rachas largas buenas o malas, la planificación a priori o la elección de los técnicos es la que te da, con buenas dosis de suerte, los resultados positivos... u ojalá no, los negativos.
Y las épocas, las épocas vienen marcadas por un trasfondo sociopolítico, por una presidencia más o menos larga, por un período bajo el mismo gobierno, deportivo o simplemente marcado por las décadas, más o menos así es. Ahora mismo nuestra época es la de Lopera, eso no cabe duda, y esa época dura más de 15 años, con muchos matices, con muchas cosas por ver y vistas. Las épocas, por mucho que quieran los que mandan, no son eternas, aunque algunas cubran todo el período bético de nuestros jóvenes.
A las épocas se las juzga en perspectiva, con conocimientos, con motivos o con pruebas de lo bueno o lo malo. Y las épocas deben concluir, a mi modo de ver, antes de que se enquisten y no dejen evolucionar al Betis. Sino es así, se producen fricciones, que si se aderezan con otros sucesos pueden dar lugar a un período harto complicado en el que los propios béticos pierdan parte de su identidad.
Por ello, cuando hay un partido bueno, malo o regular, me hago mi propia escalera para no ser excesivamente derrotista ni excesivamente eufórico. El primer escalón lo forma el partido, después la racha, posteriormente la temporada y al final la época. Puede ser una perspectiva demasiado amplia, sí, pero así siento que no traiciono a los colores por la transitoriedad de un partido. Eso sí, cualquier partido ganado es una alegría... que te cagas.
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