HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE
Canguelo: Eso es lo que le ha entrado a Lopera. Esta mañana nos hemos desayunado con una portada de Estadio Deportivo desvelando lo que ya todos, o al menos los más avispados, sabíamos. A Lopera hay una cosa que le supera. Y es ver que alguien puede erigir su figura por encima de la suya propia. Y Castel tenía todas las papeletas. Un proyecto ilusionante y renovador en un momento de desilusión y arcaísmo.
Lo de los nombres es lo de menos. Es una cosa que se puede desmentir aunque sea de cara a la galería. Pero las intenciones no. Las intenciones de este grupo eran -o son- las mejores. Su idea de hacer un Betis grande y moderno es plausible. Un club serio, con especialistas para cada parcela y donde cada cual respete los límites y las funciones de los demás. Frente al autoritarismo y la imposición; democracia y respeto.
Todo esto choca demasiado con ese Betis de la dictadura liberticida, de desilusiones, engaños y conformismo. Demasiados cambios para ser cierto. Demasiado bonito como para ser aceptado por ese Lopera idolatrado durante tantos años que se creía insuperable y que tras él, llegaría el Apocalipsis en verdiblanco.
Este grupo traía consigo vientos de libertad, ambición e ilusión, muchísimo ilusión. La ilusión que un día nos quitó Lopera -ya sea por celos o por desencuentros- con nombres como Serra Ferrer o Ricardo Oliveira, pilares fundamentales de este futuro proyecto y nombres venerables que traerían cultura a este Betis cerril y pueblerino como don Antonio Burgos o como don Manuel Clavero Arévalo, uno de los padres de nuestra insigne Constitución, símbolo precisamente de esa ilusión que inundó España tras la muerte de Franco.
Ahora la gente andaba muy ilusionada y ansiosa de que Luis Castel y todo su equipo se hicieran con el poder y llegara con ellos la democracia. A Lopera le entró el canguelo, y se inventó lo de Bsport, la autoventa y ya saben, todo el resto de la película. Con este panorama mucho me temo que nos pasará lo mismo que a nuestra vieja nación. Para que llegue la democracia tendremos que esperar a que muera el tirano.
Tras el miedo a verse superado, y a que su sillón -el único contento en todo este jaleo, puesto que el pompis de Lopera es bastante más liviano que cualquier otro- fuera ocupado por alguien verdaderamente capaz de consolidar al Betis entre los grandes de Europa, cosa que no ha sabido -o querido, lo que sería más peligroso- hacer el propio Lopera, la condena está escrita. Tras ese canguelo repentino, palabras como dictadura, conformismo, engaño o desengaño permanecerán unidas en cadena perpetua a este Betis de Lopera. Hasta que la muerte las separe.
Crifybetico
Canguelo: Eso es lo que le ha entrado a Lopera. Esta mañana nos hemos desayunado con una portada de Estadio Deportivo desvelando lo que ya todos, o al menos los más avispados, sabíamos. A Lopera hay una cosa que le supera. Y es ver que alguien puede erigir su figura por encima de la suya propia. Y Castel tenía todas las papeletas. Un proyecto ilusionante y renovador en un momento de desilusión y arcaísmo.
Lo de los nombres es lo de menos. Es una cosa que se puede desmentir aunque sea de cara a la galería. Pero las intenciones no. Las intenciones de este grupo eran -o son- las mejores. Su idea de hacer un Betis grande y moderno es plausible. Un club serio, con especialistas para cada parcela y donde cada cual respete los límites y las funciones de los demás. Frente al autoritarismo y la imposición; democracia y respeto.
Todo esto choca demasiado con ese Betis de la dictadura liberticida, de desilusiones, engaños y conformismo. Demasiados cambios para ser cierto. Demasiado bonito como para ser aceptado por ese Lopera idolatrado durante tantos años que se creía insuperable y que tras él, llegaría el Apocalipsis en verdiblanco.
Este grupo traía consigo vientos de libertad, ambición e ilusión, muchísimo ilusión. La ilusión que un día nos quitó Lopera -ya sea por celos o por desencuentros- con nombres como Serra Ferrer o Ricardo Oliveira, pilares fundamentales de este futuro proyecto y nombres venerables que traerían cultura a este Betis cerril y pueblerino como don Antonio Burgos o como don Manuel Clavero Arévalo, uno de los padres de nuestra insigne Constitución, símbolo precisamente de esa ilusión que inundó España tras la muerte de Franco.
Ahora la gente andaba muy ilusionada y ansiosa de que Luis Castel y todo su equipo se hicieran con el poder y llegara con ellos la democracia. A Lopera le entró el canguelo, y se inventó lo de Bsport, la autoventa y ya saben, todo el resto de la película. Con este panorama mucho me temo que nos pasará lo mismo que a nuestra vieja nación. Para que llegue la democracia tendremos que esperar a que muera el tirano.
Tras el miedo a verse superado, y a que su sillón -el único contento en todo este jaleo, puesto que el pompis de Lopera es bastante más liviano que cualquier otro- fuera ocupado por alguien verdaderamente capaz de consolidar al Betis entre los grandes de Europa, cosa que no ha sabido -o querido, lo que sería más peligroso- hacer el propio Lopera, la condena está escrita. Tras ese canguelo repentino, palabras como dictadura, conformismo, engaño o desengaño permanecerán unidas en cadena perpetua a este Betis de Lopera. Hasta que la muerte las separe.
Crifybetico
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