HABÍA UNA VEZ UN CIRCO
Uno se ríe por no llorar. Lo que aguante un bético no lo aguanta nadie. De un tiempo a esta parte somos el hazmerreír del panorama futbolístico nacional. Y lo seguimos siendo. La situación que venimos atravesando desde que se anunció lo de la "venta" del club no me parece -como a algunos- nada cómica. Que me perdonen pero yo no le veo la gracia. No la tiene.
La situación es bastante triste, y a uno, que se ha criado entre béticos de los que recorren doscientos kilómetros para ver a su equipo, entre banderas y bufandas verdiblancas, abuelos, padres, tíos y primos, le dan ganas de llorar. Los béticos hemos aprendido a convivir con las desgracias y las penurias, pero siempre han sido desgracias dignas. Honradas. Ahora hay de todo menos honradez y cuando podría haber un estatus de bonanza, es lamentable ver cómo se tira todo por tierra y se venden entradas para el circo que se monta en la calle Jabugo.
Yo sabía que esto no iba a acabar así. Cuando se anunció lo de Castel, lo recibí con el escepticismo propio de quien conoce el proceder de Lopera y su gusto por el donde dije digo, digo Diego. Fanfarrón como es, no le debió gustar nada que aquella noticia de la venta a Castel no fuera recibida por la afición como una hecatombe, sino como algo esperanzador. Ya se encargó de sacar a la luz más propuestas, que no sería de extrañar fueran tan fantasmas como aquella vez que propuso lo de la votación de presidente o puso a Pepe León en el sillón de la presidencia, esa marioneta que ya ni se preocupa por actuar.
Ahora que se anuncia lo de la venta al grupo "B" sigo albergando las mismas dudas que cuando lo de Castel. No creo que éste haya dicho su última palabra y tampoco creo que Lopera lo deje todo así. Algún interés tiene que haber. O esta opción es una cortina de humo más para seguir mandando sin tener responsabilidad directa -me huele muy mal eso de que "por su cara bonita" quieran que siga en el consejo-, o es una medida de presión para que Castel suba su oferta. Llaménme incrédulo, pero yo ya estoy curado en salud. Todavía no me creo nada. A la perdiz le quedan aún un par de mareos como mínimo. Había una vez un circo.
Uno se ríe por no llorar. Lo que aguante un bético no lo aguanta nadie. De un tiempo a esta parte somos el hazmerreír del panorama futbolístico nacional. Y lo seguimos siendo. La situación que venimos atravesando desde que se anunció lo de la "venta" del club no me parece -como a algunos- nada cómica. Que me perdonen pero yo no le veo la gracia. No la tiene.
La situación es bastante triste, y a uno, que se ha criado entre béticos de los que recorren doscientos kilómetros para ver a su equipo, entre banderas y bufandas verdiblancas, abuelos, padres, tíos y primos, le dan ganas de llorar. Los béticos hemos aprendido a convivir con las desgracias y las penurias, pero siempre han sido desgracias dignas. Honradas. Ahora hay de todo menos honradez y cuando podría haber un estatus de bonanza, es lamentable ver cómo se tira todo por tierra y se venden entradas para el circo que se monta en la calle Jabugo.
Yo sabía que esto no iba a acabar así. Cuando se anunció lo de Castel, lo recibí con el escepticismo propio de quien conoce el proceder de Lopera y su gusto por el donde dije digo, digo Diego. Fanfarrón como es, no le debió gustar nada que aquella noticia de la venta a Castel no fuera recibida por la afición como una hecatombe, sino como algo esperanzador. Ya se encargó de sacar a la luz más propuestas, que no sería de extrañar fueran tan fantasmas como aquella vez que propuso lo de la votación de presidente o puso a Pepe León en el sillón de la presidencia, esa marioneta que ya ni se preocupa por actuar.
Ahora que se anuncia lo de la venta al grupo "B" sigo albergando las mismas dudas que cuando lo de Castel. No creo que éste haya dicho su última palabra y tampoco creo que Lopera lo deje todo así. Algún interés tiene que haber. O esta opción es una cortina de humo más para seguir mandando sin tener responsabilidad directa -me huele muy mal eso de que "por su cara bonita" quieran que siga en el consejo-, o es una medida de presión para que Castel suba su oferta. Llaménme incrédulo, pero yo ya estoy curado en salud. Todavía no me creo nada. A la perdiz le quedan aún un par de mareos como mínimo. Había una vez un circo.
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