Muchas veces he visto cómo a muchos jugadores, muchos técnicos, muchos exempleados e incluso muchos béticos son, de alguna forma, alejados de mala manera del Betis.
Yo lo reconozco, ¿dónde hay que firmar?, yo era partidario de Don Manuel, de hecho era igual de partidario que casi todos los béticos, de a pié o en coche. Y veía cómo jugadores como Gordillo estaban mal con el Betis, salían mal del Betis, como Cuéllar, tenía problemas con el Betis como tantos otros. Al principio, yo veía siempre al Betis detrás de Don Manuel, grande, iluminado, con cierto halo de perfección que me tranquilizaba. Como he dicho, las salidas malas de esas personas importantes para mí en el plano deportivo eran como... bueno, algo habrán hecho, no todo el mundo puede caerle bien a todo el mundo, etc. etc.
Y llegó el 2005, y los astros coincidieron para que en la constelación bética se viviesen dos meses locos en los que conseguimos, por qué no decirlo, alcanzar la gloria. En dos meses un señor bajito y dos docenas de futbolistas hicieron algo que no estaba en las previsiones de nadie, y cuando digo de nadie, es de nadie. Pero allí estábamos todos, peleándonos por las entradas, moviéndonos en diáspora por Madrid y Europa. El no va más, lo que la ciudad no había vivido en años. Por supuesto, éste que les habla confiaba en la gestión, en el salto de calidad y esas cosas que parecían imprescindibles en la situación que estábamos. A los detractores, esos agoreros, pues incluso les rebatía. Si vienen esos jugadores, es que son buenos, si no se gasta más es que no hace falta, incluso si se queja el míster, que se aguante. Que sí, que lo reconozco ahora y siempre. A uno no le duelen prendas, porque entre otras cosas veía siempre el escudo bien grande detrás de Don Manuel.
Pero esa temporada la viví al lado del tío del pan. Ya me cambié a fondo, menos mal. Esa temporada empecé a hablar con otros béticos y del Betis. Hasta ahora yo era otro bético más que salvo partidos de cantera allá en el Calavera y contadas ocasiones en alguna peña poco hablaba del Betis. Y empecé, ya por aquella final, a tener contacto con otros béticos. Mis ideas seguían siendo las mismas. Esas formas egocéntricas y particulares de Don Manuel eran asumidas como una parte más del Betis. Pero en el foro oficial, donde empecé (ojo, hablo de mis vivencias no de ningún foro en particular ni voy a comparar ni voy a decantarme ni nada por el estilo), comencé a cruzarme con gentes que opinaban de forma distinta a la mía y tuve mis más y mis menos con alguno de ellos. También, por qué no decirlo, eran conversaciones que no teníamos por qué llegar al encontronazo, sino que dejábamos claras las opiniones y ya está. Pero empezaba a escuchar a otros béticos.
Y llegó, creo, el momento de inflexión para mí en todo este embrollo, cada uno tuvo su momento. Me captaron para el centenario. A mí, a otros del foro oficial y a gentes de otras webs. El equipo formado, lejos de ser jovenzuelos con gafas de culo botella y granos al torteruelo, era un equipo que me asombraba por su capacidad. Muchas veces dije que una empresa se llevaría años juntando a ese equipo. La primera reunión empezó con una charla de un consejero del Betis, no recuerdo quien era, que nos decía los parabienes de la marca Betis y cómo iban a unificar criterios en torno al escudo, para que no hubiese veinte escudos oficiales y que la imagen corporativa fuese más moderna, haciendo ciertas gracias de los papeles oficiales que salían de las oficinas.
Creo que de aquello nunca más se supo, pero el centenario comenzó y el mismo día del comienzo la independencia, la identidad y el criterio que se nos suponía saltaron por los aires. No pasaba nada, allá estábamos nosotros para aguantar lo inaguantable, lo mejor para el Betis. Pero al final, nada de eso, lo mejor que pudimos hacer por el Betis es evitar que el uso despótico de un busto y la suplantación del centenario en unas sevillanas de triste recuerdo fue dimitir, y yo, personalmente, lo hice con lágrimas en los ojos cuando abandonaba esas plantas que les dicen nobles pero que no representarían ni a una compañía lechera de una república caucásica.
Esto que digo... antes ni se me pasaba por la cabeza. ¿Hablar mal del Betis? Eso nunca, pero el escudo detrás de Don Manuel cada vez lo veía más pequeño. Una cosa que no comprendía eran las formas con las que todo se trataba, todo se solucionaba con distintas formas de soborno, ya sea con carguitos mal dados o con parabienes que no los queríamos como moneda de cambio para seguir en el Betis, haciendo Betis.
Por supuesto, a partir de todo aquello uno ha sufrido, solo y en conjunto, acusaciones de todo tipo, pero hasta cierto punto entendía que fuera así, total, debían justificar el desaguisado. Es más, mi corazón quería que el Centenario fuese grande, a pesar de todo.
Fueron cuatro gatos los que me dijeron:
- oye, empezamos esto?
- Y de qué va??, les dije.
- Pues una asociación de béticos de base para defendernos y defender los derechos de los pequeños accionistas, abonados y aficionados.
- Pero contra Lopera?
- No, contra quien no respete esos derechos.
Y dí el paso igual que los han dado otros muchos. Y los cuatro gatos ahora mismo tenemos hasta ofertas ¿jugosas? sobre nuestras acciones. Pero eso no es lo que me importa. Lo que me importa de verdad es la falta de diálogo, las tristes escenas que se han protagonizado, la fractura social que sufre el Betis y que en vez de ser sofocada se alimenta desde arriba es lo que más me duele. Un dirigente que quiere dirigir no permite lo que vivimos, no nos fuerza a decantarnos por bandos ni ayuda a que pasen cosas como la pasada Junta de Accionistas. Eso no lo hace un dirigente que dirige al Betis. O por lo menos es lo que yo pienso.
Muchas veces los béticos nos vemos las caras y nos echamos también en cara que tú esto o yo aquello. Pero el primero que debe dar el paso adelante de la unidad del Betis es el que da continuamente pasos atrás, cada vez más torpes, con sacudidas espasmódicas y salidas por peteneras que las sufren los béticos, incluso los que lo defienden, pues sus argumentos, esas formas en las que creen se encajonan cada vez más hasta que la única salida para el futuro es clamar por un pasado cada vez más lejano y más borroso.
Y aquí me hayo, viendo como los éxitos del Betis son que se arregle una ventana o que se ponga una luz en la ciudad deportiva. Y ahora, cuando veo a Don Manuel, ya no diviso el escudo del Betis detrás, ni siquiera un halo verde y blanco. Y puedo asegurar que la culpa no es mía, no. Yo, al igual que otros muchísimos béticos hemos querido hacer Betis, pero para hacer Betis en estos momentos sólo podemos hacerlo sabiendo que el protagonista es quien eclipsa al escudo. Y eso un dirigente que quiera al Betis nunca debiera permitirlo.
El futuro??? Yo qué sé, pero no me para el miedo a que no haya alternativas, ese miedo que acongoja, como si esperásemos que a rey muerto rey puesto. No es tiempo de monarquías en este caso.
Pd.: como podrán comprobar, aquí ni siquiera he hecho mención a juzgados ni a cuentas anuales... Porque no hace falta.
Yo lo reconozco, ¿dónde hay que firmar?, yo era partidario de Don Manuel, de hecho era igual de partidario que casi todos los béticos, de a pié o en coche. Y veía cómo jugadores como Gordillo estaban mal con el Betis, salían mal del Betis, como Cuéllar, tenía problemas con el Betis como tantos otros. Al principio, yo veía siempre al Betis detrás de Don Manuel, grande, iluminado, con cierto halo de perfección que me tranquilizaba. Como he dicho, las salidas malas de esas personas importantes para mí en el plano deportivo eran como... bueno, algo habrán hecho, no todo el mundo puede caerle bien a todo el mundo, etc. etc.
Y llegó el 2005, y los astros coincidieron para que en la constelación bética se viviesen dos meses locos en los que conseguimos, por qué no decirlo, alcanzar la gloria. En dos meses un señor bajito y dos docenas de futbolistas hicieron algo que no estaba en las previsiones de nadie, y cuando digo de nadie, es de nadie. Pero allí estábamos todos, peleándonos por las entradas, moviéndonos en diáspora por Madrid y Europa. El no va más, lo que la ciudad no había vivido en años. Por supuesto, éste que les habla confiaba en la gestión, en el salto de calidad y esas cosas que parecían imprescindibles en la situación que estábamos. A los detractores, esos agoreros, pues incluso les rebatía. Si vienen esos jugadores, es que son buenos, si no se gasta más es que no hace falta, incluso si se queja el míster, que se aguante. Que sí, que lo reconozco ahora y siempre. A uno no le duelen prendas, porque entre otras cosas veía siempre el escudo bien grande detrás de Don Manuel.
Pero esa temporada la viví al lado del tío del pan. Ya me cambié a fondo, menos mal. Esa temporada empecé a hablar con otros béticos y del Betis. Hasta ahora yo era otro bético más que salvo partidos de cantera allá en el Calavera y contadas ocasiones en alguna peña poco hablaba del Betis. Y empecé, ya por aquella final, a tener contacto con otros béticos. Mis ideas seguían siendo las mismas. Esas formas egocéntricas y particulares de Don Manuel eran asumidas como una parte más del Betis. Pero en el foro oficial, donde empecé (ojo, hablo de mis vivencias no de ningún foro en particular ni voy a comparar ni voy a decantarme ni nada por el estilo), comencé a cruzarme con gentes que opinaban de forma distinta a la mía y tuve mis más y mis menos con alguno de ellos. También, por qué no decirlo, eran conversaciones que no teníamos por qué llegar al encontronazo, sino que dejábamos claras las opiniones y ya está. Pero empezaba a escuchar a otros béticos.
Y llegó, creo, el momento de inflexión para mí en todo este embrollo, cada uno tuvo su momento. Me captaron para el centenario. A mí, a otros del foro oficial y a gentes de otras webs. El equipo formado, lejos de ser jovenzuelos con gafas de culo botella y granos al torteruelo, era un equipo que me asombraba por su capacidad. Muchas veces dije que una empresa se llevaría años juntando a ese equipo. La primera reunión empezó con una charla de un consejero del Betis, no recuerdo quien era, que nos decía los parabienes de la marca Betis y cómo iban a unificar criterios en torno al escudo, para que no hubiese veinte escudos oficiales y que la imagen corporativa fuese más moderna, haciendo ciertas gracias de los papeles oficiales que salían de las oficinas.
Creo que de aquello nunca más se supo, pero el centenario comenzó y el mismo día del comienzo la independencia, la identidad y el criterio que se nos suponía saltaron por los aires. No pasaba nada, allá estábamos nosotros para aguantar lo inaguantable, lo mejor para el Betis. Pero al final, nada de eso, lo mejor que pudimos hacer por el Betis es evitar que el uso despótico de un busto y la suplantación del centenario en unas sevillanas de triste recuerdo fue dimitir, y yo, personalmente, lo hice con lágrimas en los ojos cuando abandonaba esas plantas que les dicen nobles pero que no representarían ni a una compañía lechera de una república caucásica.
Esto que digo... antes ni se me pasaba por la cabeza. ¿Hablar mal del Betis? Eso nunca, pero el escudo detrás de Don Manuel cada vez lo veía más pequeño. Una cosa que no comprendía eran las formas con las que todo se trataba, todo se solucionaba con distintas formas de soborno, ya sea con carguitos mal dados o con parabienes que no los queríamos como moneda de cambio para seguir en el Betis, haciendo Betis.
Por supuesto, a partir de todo aquello uno ha sufrido, solo y en conjunto, acusaciones de todo tipo, pero hasta cierto punto entendía que fuera así, total, debían justificar el desaguisado. Es más, mi corazón quería que el Centenario fuese grande, a pesar de todo.
Fueron cuatro gatos los que me dijeron:
- oye, empezamos esto?
- Y de qué va??, les dije.
- Pues una asociación de béticos de base para defendernos y defender los derechos de los pequeños accionistas, abonados y aficionados.
- Pero contra Lopera?
- No, contra quien no respete esos derechos.
Y dí el paso igual que los han dado otros muchos. Y los cuatro gatos ahora mismo tenemos hasta ofertas ¿jugosas? sobre nuestras acciones. Pero eso no es lo que me importa. Lo que me importa de verdad es la falta de diálogo, las tristes escenas que se han protagonizado, la fractura social que sufre el Betis y que en vez de ser sofocada se alimenta desde arriba es lo que más me duele. Un dirigente que quiere dirigir no permite lo que vivimos, no nos fuerza a decantarnos por bandos ni ayuda a que pasen cosas como la pasada Junta de Accionistas. Eso no lo hace un dirigente que dirige al Betis. O por lo menos es lo que yo pienso.
Muchas veces los béticos nos vemos las caras y nos echamos también en cara que tú esto o yo aquello. Pero el primero que debe dar el paso adelante de la unidad del Betis es el que da continuamente pasos atrás, cada vez más torpes, con sacudidas espasmódicas y salidas por peteneras que las sufren los béticos, incluso los que lo defienden, pues sus argumentos, esas formas en las que creen se encajonan cada vez más hasta que la única salida para el futuro es clamar por un pasado cada vez más lejano y más borroso.
Y aquí me hayo, viendo como los éxitos del Betis son que se arregle una ventana o que se ponga una luz en la ciudad deportiva. Y ahora, cuando veo a Don Manuel, ya no diviso el escudo del Betis detrás, ni siquiera un halo verde y blanco. Y puedo asegurar que la culpa no es mía, no. Yo, al igual que otros muchísimos béticos hemos querido hacer Betis, pero para hacer Betis en estos momentos sólo podemos hacerlo sabiendo que el protagonista es quien eclipsa al escudo. Y eso un dirigente que quiera al Betis nunca debiera permitirlo.
El futuro??? Yo qué sé, pero no me para el miedo a que no haya alternativas, ese miedo que acongoja, como si esperásemos que a rey muerto rey puesto. No es tiempo de monarquías en este caso.
Pd.: como podrán comprobar, aquí ni siquiera he hecho mención a juzgados ni a cuentas anuales... Porque no hace falta.
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