El Bético perdió la ilusión a tener ilusión hace tiempo. Ya no presiente el futuro, no ve horizonte al que no poder llegar. Algunos en una actitud catártica contemplan la opción de bajar a segunda a la par que otros le recriminan que eso es un enorme sufrimiento. ¿Acaso no se sufre hoy en día igual o más que años en los que íbamos a ver un Betis - Córdoba o Betis - Rayo Vallecano? No es la solución, todos lo sabemos, pero no es gente que no razona. Es gente que se siente peor que en aquellos momentos, y siendo la función del fútbol hacer feliz a la gente, tal vez sean los más cuerdos.
Todo porque Lopera ha convertido el Betis en un club menor que mira con complejos a cualquier equipo que acaba de subir de segunda. Que da una imágen de cerrado por derribo a los equipos, directivos e intermediarios que tratan con el club. Que en una lucha por un jugador pierde siempre aunque se tenga más dinero que el otro equipo. Que no tiene a nadie representativo de la historia del Beticismo en los actos sociales. Que juega los derbys sin posibilidad de ganarlos. Que trata negligentemente a su cantera. Un club en el que no se puede confiar. Un club del 92 rodeado de clubes del 2008. Un club que sólo disfruta recordando el pasado a la vez que no quiere tener trato ninguno con los que lo han traido al presente. Un club sin tesorería. Un club sin Presidente. Un club con jugadores prestados a los que se les debe dinero. Que le tiene miedo a sus peñas. Que le niega el pan al honrado y se lo regala al interesado. Un club con intrusos, con virus y con hackers. De circo sin pan. Un club en el que todo el mundo está fuera. Sin ideas a largo plazo. Sin orden. Un club autista. Miedoso y miedica. Hipocondríaco. Al que compadecen. Que formenta el cainismo. Amenazador. Que vende hasta lo que regala. Que presume de lo que otros ya presumieron. Un club sectario que oficialistamente vive en Matrix. Con el Retamero del 2000. Un club que cuando llegue "El Día" aliviará a una ciudad entera. Entera.
Con una afición que sólo siente orgullo cuando una peña hace un homenaje a un Bético histórico o cuando 3.000 personas se hacen viajes de 2.000 km para dejarse la garganta y las lágrimas en un estadio ajeno, el cuello en el autobús y volver a Sevilla para sufrir de verdad. Porque aunque incluso dude de sí misma muchas veces, de lo único que hoy en día puede presumir un Bético es de otro Bético. Es lo único que queda. Afición a la afición.
Todo porque Lopera ha convertido el Betis en un club menor que mira con complejos a cualquier equipo que acaba de subir de segunda. Que da una imágen de cerrado por derribo a los equipos, directivos e intermediarios que tratan con el club. Que en una lucha por un jugador pierde siempre aunque se tenga más dinero que el otro equipo. Que no tiene a nadie representativo de la historia del Beticismo en los actos sociales. Que juega los derbys sin posibilidad de ganarlos. Que trata negligentemente a su cantera. Un club en el que no se puede confiar. Un club del 92 rodeado de clubes del 2008. Un club que sólo disfruta recordando el pasado a la vez que no quiere tener trato ninguno con los que lo han traido al presente. Un club sin tesorería. Un club sin Presidente. Un club con jugadores prestados a los que se les debe dinero. Que le tiene miedo a sus peñas. Que le niega el pan al honrado y se lo regala al interesado. Un club con intrusos, con virus y con hackers. De circo sin pan. Un club en el que todo el mundo está fuera. Sin ideas a largo plazo. Sin orden. Un club autista. Miedoso y miedica. Hipocondríaco. Al que compadecen. Que formenta el cainismo. Amenazador. Que vende hasta lo que regala. Que presume de lo que otros ya presumieron. Un club sectario que oficialistamente vive en Matrix. Con el Retamero del 2000. Un club que cuando llegue "El Día" aliviará a una ciudad entera. Entera.
Con una afición que sólo siente orgullo cuando una peña hace un homenaje a un Bético histórico o cuando 3.000 personas se hacen viajes de 2.000 km para dejarse la garganta y las lágrimas en un estadio ajeno, el cuello en el autobús y volver a Sevilla para sufrir de verdad. Porque aunque incluso dude de sí misma muchas veces, de lo único que hoy en día puede presumir un Bético es de otro Bético. Es lo único que queda. Afición a la afición.
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