Si Manuel Ruiz de Lopera fuese un hombre digno, con palabra, de aquellos para los que apretar una mano vale más que cualquier rúbrica ante mil notarios, en estas horas estaríamos hablando del adiós de un personaje controvertido que sin duda merece un capítulo aparte en la historia centenaria del Real Betis Balompié.
"Cuando el Betis esté salvado me voy", proclamó no hace mucho, igual que dijo al regreso de Burgos o Jaén, nada nuevo bajo el sol por tanto. Tercera temporada consecutiva en la que el club verdiblanco, el peor de la categoría precisamente en el plazo referido, se alía tristemente junto a aficiones como la de Osasuna o Recre, enarbolando banderas por el hecho de haber eludido el descenso y aquí nada tiene visos de ser distinto. Díganme dónde puede agarrarse el bético bienintencionado para no caer en el abismo de esa apatía que tanto daño hace y que tan bien y tan barata sale a Lopera. Piensen si después de estos tres cursos no merece la simpar parroquia heliopolitana que alguien les pida perdón, sí, perdón, y que en un ejercicio de responsabilidad y hombría (lo del beticismo habría que cuestionárselo…) dé un paso al lado con la esperanza de que llegue alguien que pueda hacerlo mejor. Denme una sola razón para pensar en el fin de esta pesadilla porque yo no la encuentro.
Juan Salas. Correo de Andalucia 19/05/08
"Cuando el Betis esté salvado me voy", proclamó no hace mucho, igual que dijo al regreso de Burgos o Jaén, nada nuevo bajo el sol por tanto. Tercera temporada consecutiva en la que el club verdiblanco, el peor de la categoría precisamente en el plazo referido, se alía tristemente junto a aficiones como la de Osasuna o Recre, enarbolando banderas por el hecho de haber eludido el descenso y aquí nada tiene visos de ser distinto. Díganme dónde puede agarrarse el bético bienintencionado para no caer en el abismo de esa apatía que tanto daño hace y que tan bien y tan barata sale a Lopera. Piensen si después de estos tres cursos no merece la simpar parroquia heliopolitana que alguien les pida perdón, sí, perdón, y que en un ejercicio de responsabilidad y hombría (lo del beticismo habría que cuestionárselo…) dé un paso al lado con la esperanza de que llegue alguien que pueda hacerlo mejor. Denme una sola razón para pensar en el fin de esta pesadilla porque yo no la encuentro.
Juan Salas. Correo de Andalucia 19/05/08
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