Río de Janeiro, 13 horas. Habitación del Hotel Caipirinha. Primera línea de playa en Copacabana.

Con la cara pegada a la moqueta despierta el ávido ojeador verdiblanco. En la radio aún suena "Chica de Ipanema". Por el suelo se adivinan botellas de cachaça, limas exprimidas y alguna que otra cuchara impregnada en azucar moreno. Se escucha en el baño la conversación de dos chicas jóvenes que han dejado sobre el sofá de la suite, sus plumeros y lentejuelas. "Estarán tomando un baño"-piensa- "falta me haría a mí".

Todavía se sorprende de como acompañado de Vianna, convencieron al mayoritario para que les financiara la "expedición". Todo empezó con una apuesta en los Hnos. Gómez, después de que Vianna le contara con pelos y señales, las juergas que con cuatro duros se pueden organizar en Río. "El no, ya lo tenemos"-dijo el brasilero-"que podemos perder". "Lo malo es quien se lo dice"- argumentó el ojo experto en mercados internacionales. Unos cuantos cubatas después, subieron por la escalera recubierta de mármol negro, hacia la "Zona Noble".

Resulta que el mayoritario estaba de buenas ese día. Su peluquero le había enzalzado las virtudes de su tupé, y le prometió una rima nueva para el listado de alineaciones del domingo: "Y en el palco, no se va hasta que se muera: Manuel Ruiz de Lopera". Total, que entre la conexión que todo el mundo conoce entre el Cristo de Corcovado y el Gran Poder, y que argumentaron conocer al intermediario que en su día intervino para que nos hicieramos con los galácticos Fabao y Tardelli, les firmó un cheque al portador, que si bien no cubría todas las expectativas, se completó con un endoso de un pagaré de los de Joaquín. Llamó a su sucursal del Banco Hispano Americano, indicándole al director que no se fuera hasta que esta intrépida pareja cobrara en "cash", el importe necesario para hermanar al Betis con el Flamingo ("los dos visten de verdiblanco, Sr. Manolo y eso es un punto a favor).

Tenía ahora veinte llamadas perdidas en el móvil: ocho de su esposa, dos de su madre y diez de Pepe León. Tendría que salir a la calle a buscar a algún chico limpiabotas que presentar como promesa en Jabugo. "Será fácil"-se dijo-"con la miseria que hay aquí, lo mismo me llevo a dos, digo que son gemelos, y los presento como los nuevos hermanos Navas, que ahora está de moda y vende una jartá"