Es el titular de Diario de Sevilla en una noticia en un comentario en el que se expresa:
A Manuel Ruiz de Lopera no le importa quién sea el entrenador del Betis la próxima temporada. Así lo demuestra día a día con sus devaneos, conversando con diversos técnicos mientras a Paco Chaparro le ofrece una renovación de cara a la galería, más que nada porque se ha visto obligado por la afición debido al excelente trabajo desarrollado por el trianero.
Pero al máximo accionista de la entidad, fiel a su política, le da igual que siga o no Chaparro. Él quiere a un entrenador cómodo, que acepte dirigir a un equipo sin más planificación deportiva que firmar a impulsos, con un organigrama técnico obsoleto y desprofesionalizado y con la plantilla entrenándose en unas condiciones de trabajo impropias del fútbol profesional, no sólo de la Primera División. Si el trianero pasa por el aro, podría entrenar al Betis la próxima temporada; si exige modernizar el club más de la cuenta y renovar la plantilla más allá de un lavado de cara, será algún técnico de fuera más dócil quien se haga cargo del equipo.
Con estas premisas se explica que Lopera haya contactado hace más de un mes con Unai Emery -principal objetivo, como avanzó este diario- y recientemente con Quique Flores, según adelantó el lunes Punto Radio. Ítem más: con esta forma de actuar se entiende perfectamente que el empresario de la calle Jabugo esté minando de celadas las negociaciones recién emprendidas tendentes a la renovación de Chaparro con éste y con su representante, José Emilio Santigosa.
Lo único que le interesa a Lopera es que la afición no pueda echarle en cara ser el culpable de la hipotética marcha de Chaparro y así ya se ha encargado de filtrar las condiciones del contrato que propondrá al técnico, consistente en una temporada más otra automática si cumple una serie de objetivos y una ficha que rondaría los 600.000 euros anuales. Esa cantidad, para el máximo accionista, es un dineral por tratarse de un hombre de la casa pese a los méritos contraídos. De hecho, nadie entrenó ni entrenará en el Betis por menos dinero desde que se fue Juande Ramos.
El máximo accionista, además, pretende que cuando el equipo consume la salvación -consistente para él en 43 puntos porque el Betis descendió bajo su mandato con 42 y nadie lo hizo con más- Chaparro le firme la renovación a expensas de una reunión con el director deportivo, Manuel Momparlet, sabedor de que éste seguirá al dictado sus ideas y así se provocará el desencuentro que lo dejará a él al margen de la polémica.
Baste decir para explicar este punto que ya el pasado lunes, y así lo reflejaron estas mismas páginas, se produjo una reunión del cuerpo técnico con la secretaría técnica en la que se evidenció que las posturas están muy distantes, toda vez que Momparlet, por indicación de Lopera, le quiso hacer ver a Chaparro que la plantilla saldría adelante el próximo curso con una pequeña inversión, sin más bajas que los que finalizan contrato y con tres o cuatro altas.
Empero, el entrenador sevillano piensa que las bajas deben ser más numerosas y que al margen de tres futbolistas con empaque para sostener el equipo, el Betis necesita apuntalar diversas demarcaciones con jugadores que mejoren a los actuales destinatarios de las mismas o, como mínimo, que sean capaces de crear una competencia en el puesto.
Lopera inició los contactos porque sospechaba que el equipo iba a ganarle al Levante y la afición le iba a pedir a gritos el domingo la continuidad del técnico. Ahora, ha ganado tiempo para sus acechanzas en algo más parecido a un paripé que a otra cosa. Momparlet, ayer, en Radio Sevilla se vio pillado y no se atrevió a mostrarse favorable a la renovación de Chaparro; Lopera, mientras, espera sin prisas a que Chaparro pierda los nervios y se equivoque... El penúltimo truco fue pedirle al trianero que diese una lista de posibles bajas, a lo que éste se negó.
Para vomitar (encima de alguien)
A Manuel Ruiz de Lopera no le importa quién sea el entrenador del Betis la próxima temporada. Así lo demuestra día a día con sus devaneos, conversando con diversos técnicos mientras a Paco Chaparro le ofrece una renovación de cara a la galería, más que nada porque se ha visto obligado por la afición debido al excelente trabajo desarrollado por el trianero.
Pero al máximo accionista de la entidad, fiel a su política, le da igual que siga o no Chaparro. Él quiere a un entrenador cómodo, que acepte dirigir a un equipo sin más planificación deportiva que firmar a impulsos, con un organigrama técnico obsoleto y desprofesionalizado y con la plantilla entrenándose en unas condiciones de trabajo impropias del fútbol profesional, no sólo de la Primera División. Si el trianero pasa por el aro, podría entrenar al Betis la próxima temporada; si exige modernizar el club más de la cuenta y renovar la plantilla más allá de un lavado de cara, será algún técnico de fuera más dócil quien se haga cargo del equipo.
Con estas premisas se explica que Lopera haya contactado hace más de un mes con Unai Emery -principal objetivo, como avanzó este diario- y recientemente con Quique Flores, según adelantó el lunes Punto Radio. Ítem más: con esta forma de actuar se entiende perfectamente que el empresario de la calle Jabugo esté minando de celadas las negociaciones recién emprendidas tendentes a la renovación de Chaparro con éste y con su representante, José Emilio Santigosa.
Lo único que le interesa a Lopera es que la afición no pueda echarle en cara ser el culpable de la hipotética marcha de Chaparro y así ya se ha encargado de filtrar las condiciones del contrato que propondrá al técnico, consistente en una temporada más otra automática si cumple una serie de objetivos y una ficha que rondaría los 600.000 euros anuales. Esa cantidad, para el máximo accionista, es un dineral por tratarse de un hombre de la casa pese a los méritos contraídos. De hecho, nadie entrenó ni entrenará en el Betis por menos dinero desde que se fue Juande Ramos.
El máximo accionista, además, pretende que cuando el equipo consume la salvación -consistente para él en 43 puntos porque el Betis descendió bajo su mandato con 42 y nadie lo hizo con más- Chaparro le firme la renovación a expensas de una reunión con el director deportivo, Manuel Momparlet, sabedor de que éste seguirá al dictado sus ideas y así se provocará el desencuentro que lo dejará a él al margen de la polémica.
Baste decir para explicar este punto que ya el pasado lunes, y así lo reflejaron estas mismas páginas, se produjo una reunión del cuerpo técnico con la secretaría técnica en la que se evidenció que las posturas están muy distantes, toda vez que Momparlet, por indicación de Lopera, le quiso hacer ver a Chaparro que la plantilla saldría adelante el próximo curso con una pequeña inversión, sin más bajas que los que finalizan contrato y con tres o cuatro altas.
Empero, el entrenador sevillano piensa que las bajas deben ser más numerosas y que al margen de tres futbolistas con empaque para sostener el equipo, el Betis necesita apuntalar diversas demarcaciones con jugadores que mejoren a los actuales destinatarios de las mismas o, como mínimo, que sean capaces de crear una competencia en el puesto.
Lopera inició los contactos porque sospechaba que el equipo iba a ganarle al Levante y la afición le iba a pedir a gritos el domingo la continuidad del técnico. Ahora, ha ganado tiempo para sus acechanzas en algo más parecido a un paripé que a otra cosa. Momparlet, ayer, en Radio Sevilla se vio pillado y no se atrevió a mostrarse favorable a la renovación de Chaparro; Lopera, mientras, espera sin prisas a que Chaparro pierda los nervios y se equivoque... El penúltimo truco fue pedirle al trianero que diese una lista de posibles bajas, a lo que éste se negó.
Para vomitar (encima de alguien)
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