El niño llegó a casa. Su abuelo lo esperaba.
Como cada domingo que jugaba el Betis en casa, el niño se acercó a su abuelo y lo abrazó.
Hoy el niño estaba contento, pues le dijo a su abuelo:"¡¡Abuelito, hemos ganado hoy!!", a lo que el abuelo le respondió diciéndole:"Oleee, ¿estarás contento ehh?"
Sí, el niño lo estaba, y mucho. Sólo le quedaba la espinita de no poder ir con su abuelito al campo.
Siempre que estaba en el campo, el niño recordaba todo lo que le decía su abuelo de cuando él podía ir a ver al Betis.
Esos partidos en Utrera, en 3ª División, tantos y tantos jugadores que vio pasar, esas 25 temporadas seguidas que estuvo como socio, esa eliminatoria en la que vio en casa al Milán, y al que le ganamos...
Ésas eran las cosas de las que el niño se acordaba cada vez que estaba en el campo junto a su padre.
Por un capricho del Destino,a su abuelito, a los 2 años de él nacer, le pasó algo que no le dejó ir al campo del Betis nunca más.
Pero por suerte, ahora era su nietecito el que le contaba todos los detalles del partido, le tocaba ahora a él el papel de escuchar ansioso todas las cosas que pasaban todas las tardes en el Villamarín, ahora era su nieto el narrador, como tantas veces fue él.
El tiempo poco a poco fue pasando, y el niño creciendo, pero siempre repetía lo mismo al llegar a casa.Siempre el abrazo a su abuelo era lo primero que hacía.
Una tarde, cuando el niño era ya lo suficientemente mayor como para entender las situaciones de la vida, le dijo a su nieto unas palabras que jamás se le olvidarían en su vida:
"Mi niño,hoy te diré una cosa.Anima siempre desde el campo por los que ya no podemos estar allí, muchos béticos como yo. Hazlo fuerte,nunca desfallezcas,pues yo estaré siempre junto a ti en el campo. No lo olvides, mi niño".
Unos días después de aquéllas palabras, el abuelo se fue al cielo, ese cielo de los béticos, ese 4º anillo del Villamarín. Quizás,-pensó el nieto-, mi abuelo se estaba oliendo que llegaba su hora, y quiso dejarme su testamento futbolístico, para que yo lo cumpliera.
Ya hoy en día, cada vez que el Betis marca un gol, el niño, ya hombre, mira al cielo, y cuando es de noche, una estrella parpadea, haciéndole un guiño a ése niño que se deja la voz animando al Betis, como su abuelo le dejó dicho antes de irse al cielo.
El abuelo de la historia era mi abuelo, y el niño soy yo.
VA POR TI ABUELO,
VIVA EL BETIS.
Como cada domingo que jugaba el Betis en casa, el niño se acercó a su abuelo y lo abrazó.
Hoy el niño estaba contento, pues le dijo a su abuelo:"¡¡Abuelito, hemos ganado hoy!!", a lo que el abuelo le respondió diciéndole:"Oleee, ¿estarás contento ehh?"
Sí, el niño lo estaba, y mucho. Sólo le quedaba la espinita de no poder ir con su abuelito al campo.
Siempre que estaba en el campo, el niño recordaba todo lo que le decía su abuelo de cuando él podía ir a ver al Betis.
Esos partidos en Utrera, en 3ª División, tantos y tantos jugadores que vio pasar, esas 25 temporadas seguidas que estuvo como socio, esa eliminatoria en la que vio en casa al Milán, y al que le ganamos...
Ésas eran las cosas de las que el niño se acordaba cada vez que estaba en el campo junto a su padre.
Por un capricho del Destino,a su abuelito, a los 2 años de él nacer, le pasó algo que no le dejó ir al campo del Betis nunca más.
Pero por suerte, ahora era su nietecito el que le contaba todos los detalles del partido, le tocaba ahora a él el papel de escuchar ansioso todas las cosas que pasaban todas las tardes en el Villamarín, ahora era su nieto el narrador, como tantas veces fue él.
El tiempo poco a poco fue pasando, y el niño creciendo, pero siempre repetía lo mismo al llegar a casa.Siempre el abrazo a su abuelo era lo primero que hacía.
Una tarde, cuando el niño era ya lo suficientemente mayor como para entender las situaciones de la vida, le dijo a su nieto unas palabras que jamás se le olvidarían en su vida:
"Mi niño,hoy te diré una cosa.Anima siempre desde el campo por los que ya no podemos estar allí, muchos béticos como yo. Hazlo fuerte,nunca desfallezcas,pues yo estaré siempre junto a ti en el campo. No lo olvides, mi niño".
Unos días después de aquéllas palabras, el abuelo se fue al cielo, ese cielo de los béticos, ese 4º anillo del Villamarín. Quizás,-pensó el nieto-, mi abuelo se estaba oliendo que llegaba su hora, y quiso dejarme su testamento futbolístico, para que yo lo cumpliera.
Ya hoy en día, cada vez que el Betis marca un gol, el niño, ya hombre, mira al cielo, y cuando es de noche, una estrella parpadea, haciéndole un guiño a ése niño que se deja la voz animando al Betis, como su abuelo le dejó dicho antes de irse al cielo.
El abuelo de la historia era mi abuelo, y el niño soy yo.
VA POR TI ABUELO,
VIVA EL BETIS.
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