Hacía tiempo que no escribía pero hace un rato he oido la noticia del castigo ejemplar al que nos van someter. Veréis, soy bético desde hace años, no nací, me hice solito, en una familia de madridistas y orgullosos de serlo. Tampoco he tenido nunca que discutir con sevillistas porque he vivido la mayor parte del tiempo fuera de Sevilla, y lejos de Nervión tienen pocos seguidores. He sido Bético en la soledad, apenas tengo conocidos que lo sean, siempre envidiando el vivir en Sevilla y no poder ver a mi Betis.

En estos días he tenido que aguantar cantidad de comentarios despectivos hacia el Betis y tengo que decir que esa es la triste realidad. Otras aficiones nos tienen por chusmas, por gamberros arroja botellas, hablan del campo del betis como del infierno turco y ahora es fácil, hay unos terribles precedentes. Si esto es así entre las aficiones ajenas, que no será en la federación, somos vistos como un club descabezado, llevado de manera "Gilliana", somos muy castigables, no tenemos asociación ni hermanamientos con otros clubes, cuando votan los presidentes de otros equipos nos crucifican.

Es normal, hacía años que no había tantos clubes implicados en el descenso, y eso es perder mucho dinero de televisiones, todos están aterrados con bajar y no tener ni para llenar estadios....todos salvo un equipo...uno que llena su campo en Segunda y en Tercera, uno al que sus aficionados nunca dejan caminar solo por más exilios que le impongan. Sí señores, somos béticos y ahora le diría mi equipo y afición que no se desanime, que debemos apretar los dientes, tragar lo que nos echen, porque por patalear no nos van a quitar sanciones, aceptemos los castigos y machaquemos a los siguientes rivales, si nuestros jugadores tuvieran la mitad del orgullo verdiblanco que siento ahora mismo estábamos salvados. Ganemos 4 partidos seguidos, callemos bocas y hundamos a nuestros rivales en el pozo. Siento que el equipo podría hacerlo, Chaparro podría inculcarles esto ahora que se sabe ya el castigo más cruel que hemos recibido, no darnos oportunidad de jugar lo que restaba del encuentro.