Hola. No voy a presentarme. No voy a presentarme porque no se mi nombre, ni mi edad, ni siquiera mi sexo. No conozco a mis padres e ignoro si alguna vez he tenido hijos. Solo se por lo que me he mantenido respirando a lo largo de los años: Para soñar con un Betis Libre. Y al fin, lo logre.
Recuerdo una ancha avenida, iluminada por la luz del crepusculo y flanqueada a ambos lados por palmeras, que se encargaban de guiar a una marea de hombres y mujeres, engalanados de blanco y verde. Y vi el coliseo verdiblanco. Se alzaba majestuoso, como un templo sagrado, al que acudian los fieles sin falta a su cita de cada domingo.
Me pare para recuperar el resuello y observe a un hombre, de mediana edad, en un pequeño puesto junto a un cria, de unos cinco años. Supuse que debia ser su primera visita al estadio. La pequeñaja señalo una bufanda. El padre, sonriente, pago lo que correspondia y se la puso alrededor del cuello, a pesar de que esta casi la pisaba.
Segui mi camino. Me gustaria recordar cada segundo, cada sensacion del sueño, pero por mas empeño que pongo en ello, no estoy capacitado para ello.
Mi siguiente recuerdo proviene del interior del estadio. Todos los beticos en sus puestos, formando una gran masa de color verde. El sol seguia escondiendose en el horizonte, como arrodillandose ante el Betis, dejandole paso. Respire. Mire a mi alrededor y me di cuenta de que los beticos habian dejado de irse con una rara expresion en sus labios. Todos tenian una gran sonrisa.
Ese dia, en su estadio, se les entregaba el premio mas importante del mundo.
Empezaron guardando un silencio sepulcral. Todos, pequeños, grandes, alzaron una bandera verde, con letras blancas. ''Viva el Betis Libre'', rezaba. Pretendian recordar todo lo que los beticos, muchos años atras, habian hecho para tener la libertad de la que en este momento disfrutaban. Todos, sin uno solo que se sentara, habian luchado por recuperar a su Betis de toda la vida.
Y vi a la pequeña cria de la bufanda compartiendo su bandera con otro niño, de la misma edad que ella. Se sonrieron, con esa inocente sonrisa que tienen los crios y que nunca puede llevar mentiras ni maldad.
Mire el campo de juego. 11 Futbolistas, con camisas de trece barras verdiblancas pasaban su brazo izquierdo a traves del hombro del compañero, mientras que con la derecha se tocaban el corazon. Donde llevaban el escudo del Real Betis Balompie.
El presidente se levanto y todos se sentaron, como con un movimiento de automata. Le admiraban. Era noble y no sabia rebajarse. Era humilde pero sabia enorgullecerse de su Betis. Sabia mostrarse educado ante los demas, pero apretaba el puño donde nadie pudiera verlo cuando el Betis marcaba gol, reprimiendo una alegria que desbordaba su alma. Como ya he dicho, esa noche entregaban al Betis el mejor trofeo del mundo.
El Betis recuperaba su honra. El Betis volvia a ser ese sentimiento que nadie podia controlar, que no se dejaba manipular por unos billetes. Era esa sensacion de querer llorar y reir a la vez. Esa alegria que nadie, salvo los que le llevan en su corazon, pueden entender.
Todos sonreian y aplaudian, en silencio. Esas decenas de miles de almas eran capaz de sincronizar sus pensamientos, todos a la vez, por unos momentos. Acto seguido, el arbitro pito y comenzo el partido.
El Betis perdio 0-22 dejando sangre, sudor y lagrimas hasta la ultima milesima de segundo. ¿Pero que importaba eso? Habian ganado el trofeo mas importante del mundo. Y eran libres. Tan libres como las palomas blancas que sobrevuelan Heliopolis.
VIVA EL BETIS LIBRE
PD: Gracias por leerlo. Espero no haber aburrido demasiado.
Recuerdo una ancha avenida, iluminada por la luz del crepusculo y flanqueada a ambos lados por palmeras, que se encargaban de guiar a una marea de hombres y mujeres, engalanados de blanco y verde. Y vi el coliseo verdiblanco. Se alzaba majestuoso, como un templo sagrado, al que acudian los fieles sin falta a su cita de cada domingo.
Me pare para recuperar el resuello y observe a un hombre, de mediana edad, en un pequeño puesto junto a un cria, de unos cinco años. Supuse que debia ser su primera visita al estadio. La pequeñaja señalo una bufanda. El padre, sonriente, pago lo que correspondia y se la puso alrededor del cuello, a pesar de que esta casi la pisaba.
Segui mi camino. Me gustaria recordar cada segundo, cada sensacion del sueño, pero por mas empeño que pongo en ello, no estoy capacitado para ello.
Mi siguiente recuerdo proviene del interior del estadio. Todos los beticos en sus puestos, formando una gran masa de color verde. El sol seguia escondiendose en el horizonte, como arrodillandose ante el Betis, dejandole paso. Respire. Mire a mi alrededor y me di cuenta de que los beticos habian dejado de irse con una rara expresion en sus labios. Todos tenian una gran sonrisa.
Ese dia, en su estadio, se les entregaba el premio mas importante del mundo.
Empezaron guardando un silencio sepulcral. Todos, pequeños, grandes, alzaron una bandera verde, con letras blancas. ''Viva el Betis Libre'', rezaba. Pretendian recordar todo lo que los beticos, muchos años atras, habian hecho para tener la libertad de la que en este momento disfrutaban. Todos, sin uno solo que se sentara, habian luchado por recuperar a su Betis de toda la vida.
Y vi a la pequeña cria de la bufanda compartiendo su bandera con otro niño, de la misma edad que ella. Se sonrieron, con esa inocente sonrisa que tienen los crios y que nunca puede llevar mentiras ni maldad.
Mire el campo de juego. 11 Futbolistas, con camisas de trece barras verdiblancas pasaban su brazo izquierdo a traves del hombro del compañero, mientras que con la derecha se tocaban el corazon. Donde llevaban el escudo del Real Betis Balompie.
El presidente se levanto y todos se sentaron, como con un movimiento de automata. Le admiraban. Era noble y no sabia rebajarse. Era humilde pero sabia enorgullecerse de su Betis. Sabia mostrarse educado ante los demas, pero apretaba el puño donde nadie pudiera verlo cuando el Betis marcaba gol, reprimiendo una alegria que desbordaba su alma. Como ya he dicho, esa noche entregaban al Betis el mejor trofeo del mundo.
El Betis recuperaba su honra. El Betis volvia a ser ese sentimiento que nadie podia controlar, que no se dejaba manipular por unos billetes. Era esa sensacion de querer llorar y reir a la vez. Esa alegria que nadie, salvo los que le llevan en su corazon, pueden entender.
Todos sonreian y aplaudian, en silencio. Esas decenas de miles de almas eran capaz de sincronizar sus pensamientos, todos a la vez, por unos momentos. Acto seguido, el arbitro pito y comenzo el partido.
El Betis perdio 0-22 dejando sangre, sudor y lagrimas hasta la ultima milesima de segundo. ¿Pero que importaba eso? Habian ganado el trofeo mas importante del mundo. Y eran libres. Tan libres como las palomas blancas que sobrevuelan Heliopolis.
VIVA EL BETIS LIBRE
PD: Gracias por leerlo. Espero no haber aburrido demasiado.
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