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El peligro de un directivo narcisista

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  • El peligro de un directivo narcisista

    El Narcisismo es la actitud de la persona que siente una admiración exagerada por sus propias cualidades o acciones.

    El término proviene de la mitología griega: la leyenda cuenta que Narciso era un hermoso joven que se enamoró de sí mismo al ver reflejada su imagen en una fuente. En su contemplación absorta de sí mismo, acabó arrojándose al agua; en ese sitio creció la flor que hoy recibe su nombre, que curiosamente desprende un mal olor en contraposición a su belleza.

    Resulta curioso que el culto al ego contribuya precisamente a desactivar el sentido del ridículo de los narcisistas, aunque es verdad que no todo el mundo les percibe impecablemente absurdos o extravagantes, ni todos los narcisistas se delatan con la misma transparencia.

    El narcisista —vayamos recordándolo ya— es una persona que se sobrestima en muy notable medida, y precisa ser admirado por los demás, a los que considera inferiores y desprecia. Fantasea sobre sus logros y méritos pasados (la gran mentira del 92) y aún futuros (“si vuelvo lo hago campeón de liga”), muestra falta de empatía, se manifiesta de forma arrogante y no tolera las críticas; el culto a sí mismo le lleva además a cuidar en extremo su aspecto e indumentaria. Con su falsa imagen propia, ya se ve lo peligroso que puede ser un narcisista en puestos directivos. Al narcisista le preocupa su apariencia y lo que de ella se deriva: ser el más admirado, poderoso o deseado; ser el centro de atención. Tiende a ser seductor y manipulador, con el objetivo de ocupar ese ansiado lugar donde él se sabe protagonista. Se muestra soberbio, arrogante, vanidoso, engreído, cínico y desdeñoso. Su enorme ego le lleva a ser egoísta: compláceme y admírame es su lema. Actúa con frialdad y se centra en sus propios intereses. Llega a considerar que sus subordinados están a su servicio en vez de al de la empresa, y su propio interés predomina sobre la legitimidad. Piensa que las normas no están para él y se las salta sin conciencia de culpa. Aunque sean, o seamos, muchos los estirados, los arrogantes o los engreídos, el narcisismo parece ciertamente algo más grave, perturbador, peligroso, sobre todo entre quienes administran más poder.

    Vale la pena que dediquemos unos minutos a reflexionar sobre esta perturbación de la personalidad, en prevención de la misma o, en su caso, persiguiendo un posible, aunque difícil, auto-diagnóstico. Pero sobre todo para reflexionar juntos sobre la forma de convivir con un directivo narcisista, individual y colectivamente, porque, en ese caso y según reaccionemos, nos puede ir “bien”, o podemos correr serios riesgos, incluido el acoso psicológico al colectivo (afición).
    El tema me interesa desde hace tiempo, con tiempo suficiente de observación, uno puede reconocer a un directivo narcisista, distinguiéndolo de quienes lo parecen pero no lo son, y de quienes simplemente amenazan serlo. Los expertos nos dan las pistas: veamos.
    Leído en un interesante libro (Mobbing) de Iñaki Piñuel que releo de vez en cuando, la DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) apunta comportamientos característicos de la personalidad narcisista. Al parecer, ya cabría hablar de tal, si se diera la mitad de los siguientes:

    1. El sujeto posee una idea grandiosa de su propia importancia.

    2. Le absorben fantasías de éxito ilimitado y de poder.

    3. Se considera especial y único, y sólo puede ser comprendido por otras personas especiales.

    4. Tiene una necesidad excesiva de ser admirado.

    5. Tiene un sentido de “categoría”, con irrazonables expectativas de un trato especialmente favorable.

    6. Explota a los demás y se aprovecha de ellos para conseguir sus fines.

    7. Carece de empatía.

    8. La envidia, pasiva o activa, tiene un lugar permanente en su conciencia.

    9. Se manifiesta prepotente y arrogante.

    Quizá todos podemos ponerle cara a estos rasgos probablemente en nuestro entorno bético. Pero el propio Piñuel, en un capítulo de su libro sobre el acoso psicológico, nos traslada al entorno de las organizaciones, para identificar características más específicas del narcisismo. El autor sitúa al narcisista, entre otros perfiles, como un posible acosador u hostigador, y por eso le dedica varias páginas. Entre las características de este trastorno en su ubicación laboral, nos señala:

    1. Pensamientos o declaraciones de autovaloración profesional.

    2. Historias de grandes logros en el pasado.

    3. Hipersensibilidad a la evaluación de los demás.

    4. Utilización de los demás como espejo o auditorio.

    5. Violación de los códigos éticos de la organización.

    6. Sentimiento de imprescindibilidad y aun de infalibilidad.

    7. Monopolización del mérito ajeno o colectivo.

    8. Auto-atribución de gran visión estratégica.

    9. Evitación de que otras personas destaquen.

    10. Propagación de la mediocridad, para brillar sin obstáculos.

    11. Creencia de que las reglas no son para ellos.

    12. Atención al nivel jerárquico en su relación con los demás.

    13. Desprecio a colegas y subordinados.

    14. Fobia al fracaso.

    Ya se va confirmando lo perniciosa que puede resultar la perturbación que describimos. El daño que pueden hacer a su organizacion es proporcional a su poder, y no podemos sorprendernos de que un primer ejecutivo narcisista acabe llevando a su organización al fracaso.
    Para un observador, no pocos ejecutivos de grandes empresas pueden parecer distantes, fríos, estirados y egocéntricos, pero eso no les hace siempre narcisistas. A mí, en experiencia propia, me llamó la atención que aquel jefe mío respondiera siempre de manera muy abstracta a las preguntas que le hacíamos en las reuniones, y que, cuando le pedíamos concreción, se fuera ya a detalles minúsculos; ahora sé que éste también parece ser un síntoma del trastorno.

    El lector de este foro podría llegar a otra conclusión, pero a mí me parece que el narcisismo podría tener su origen en una mala digestión de algún éxito temprano (¿salvación de desaparecer?), y verse favorecido por un exagerado reconocimiento del entorno (HOLA, HOLA, HOLA). Si, aún inmaduro, el individuo alcanza sonoros éxitos y sigue cosechando buenos resultados, podría ir acentuando el perfil señalado; y para cuando, como parece normal, llegara algún traspié, podría ser ya demasiado tarde para que la conciencia del individuo pudiera aceptarlo. Ahí podría ir consolidándose la personalidad narcisista que describimos, quizá como defensa inconsciente de la adversa realidad, pero también por puro continuado ejercicio del poder con deleite. Día a día, el ejercicio del poder sobre los subordinados parece nutrir la distancia que el narcisista percibe. Puedo estar simplificando demasiado, pero el forero puede así contrastar su propio fundamentado modo de verlo, desde su perspectiva. Desde luego, uno puede tener éxitos sin que se le suban a la cabeza, como de ello nos dan ejemplo muchos empresarios, directivos y trabajadores.

    El peligro que supone

    Obviamente, el narcisista es más peligroso por lo que hace o deja de hacer, que por lo que es; por ejemplo, suele practicar la mediocridad militante, como particular perro del hortelano. Quizá cabría pensar que importaría menos que un directivo fuera narcisista si también fuera eficaz, es decir, si consiguiera los resultados esperados; pero es que el narcisismo resta eficacia a corto y a largo plazo, y erosiona la calidad de vida en su entorno. De modo que estamos ante un trastorno peligroso que afecta al deseable tándem del rendimiento y la satisfacción profesional: un trastorno que parece anunciar desastres. Estaríamos ante un directivo que nos alejaría del círculo virtuoso de la satisfacción por el desempeño, la motivación y el alto rendimiento, en definitiva del éxito para llevarnos al vicioso de la entropía, la fatiga psíquica, el estrés y el bajo rendimiento, crispación, quiebra social, desmotivación, si no a la depresión. Diríase, sobre la marcha, que lo más peligroso de un directivo rigurosamente narcisista es que:

    1. Tiene demasiado alterada su visión de la realidad.

    2. Mantiene inútilmente ocupada una parte importante de su atención.

    3. No es fácil establecer una comunicación auténtica con él.

    4. Ignora las reglas de todo tipo, incluida la ética.

    5. No es consciente de sus errores, no rectifica y no aprende.

    6. Se pierde la ayuda de la empatía, la intuición genuina y otros recursos.

    7. Es incapaz de lograr la activación emocional positiva de sus colaboradores.

    8. Ignora la dignidad de colegas y subordinados, y les humilla o ningunea.

    9. Espanta a los aficionados, salvo connivencias o complicidades.

    10. Establece objetivos poco realistas.

    11. Genera emociones negativas en su entorno.

    12. Suele huir hacia adelante, en caso de dificultad.

    13. Propicia o asegura la mediocridad a su alrededor.

    14. Constituye una referencia contagiosa para los inmaduros.

    15. Practica castigos psicológicos a subordinados.

    Quizá cualquier forero pueda añadir otros detalles, pero todo lo anterior, si estamos de acuerdo, obstaculiza la prosperidad de la organización y enrarece su clima. Al margen de la posible añadida corrupción —negligente o codiciosa— de magnitud diversa, si reflexionamos sobre la lista anterior, uno sigue preguntándose por qué no se libran las organizaciones de estos peculiares directivos: ¿quizá porque la propia cultura —o arquitectura del poder— de la organización los genera como efecto secundario?.

    Por otra parte, insistiría en lo del clima de mediocridad militante que suele generar el narcisismo como autoprotección: alguien que presentara ideas brillantes o innovadoras sería rápidamente detectado, y se vería sutilmente inmovilizado, neutralizado. El narcisista no puede tolerar más brillos que los que él quiere generar; no puede celebrar éxitos que no sean suyos; tiene que ser el mejor, incluso cuando juega al tenis o al mus; y necesita, en suma, un entorno mediocre.
    También destacaríamos la quiebra del espíritu de comunidad; pero todo, en general, sugiere malos presagios. Adicionalmente, en su afán de notoriedad, este directivo puede servirse de su puesto acometer otras iniciativas en que nutra su hambriento ego (naturalmente y aunque no haga falta decirlo, el hecho de participar en iniciativas diversas, incluso con cierto protagonismo, no implica narcisismo). El eco que en esos foros encuentra el narcisista, puede estar más vinculado a su contribución material que a la intelectual, porque en seguida se delata, y no sólo se delata a sí mismo sino que puede desacreditar a la empresa que representa.

    Cabe insistir en que estamos ante una conducta trastornada que se produce en diferentes grados —también en grado leve—, pero el hecho es que entre sus síntomas figuran la falsedad, la arrogancia, el juicio temerario y la jactancia, todos muy visibles y sospechosos; es capaz de alardear incluso de logros futuros (que casi nunca llegan).
    Para un colaborador próximo, hacer llevadera la situación depende de a qué extremos lleve el jefe narcisista su relación con los subordinados y especialmente con él; pero, sobre todo, del grado de poder que en esta relación exhibe. Puede premiar la sumisión con buenas subidas de sueldo, pero también puede aplicar castigos psicológicos y económicos a quienes no se sometan. Estas cosas se pueden hacer, y se hacen a veces, como mero abuso de poder al margen del narcisismo, pero ciertamente este trastorno las propicia.

    Mensaje final

    Hay que decir finalmente que cada persona es muy compleja y no cabe en un adjetivo; somos tanto más complejos cuanto más desarrollados personal y profesionalmente. O sea, en general hemos de usar numerosos adjetivos positivos y negativos para describir a cada individuo. Del narcisismo no sólo hemos dicho aquí que se trate de una perversión: también que es un trastorno: como una especie de deformación profesional a evitar, como mínimo no propiciar, en los directivos...

    Opino que puede haber trabajadores y directivos que resulten tan perniciosos, o más, que los narcisistas, pero éstos lo son en buena medida; no obstante, estoy por confesar que quizá me empezó a interesar el narcisismo por indecoroso. Además, no descarto haber pecado en mi juventud, al menos venialmente.

    Creo que merece la pena reflexionar sobre los trastornos o desviaciones frecuentes en directivos y trabajadores, porque nuestro rendimiento no depende sólo de nuestra preparación y nuestra voluntad (elementos competenciales y volitivos). Quizá, más allá de hablar de las inteligencias individuales y colectivas de las organizaciones, habría que hablar de la salud, también individual y colectiva, con más frecuencia. Me parecía en verdad oportuno contribuir a la reflexión sobre el fenómeno narcisista. Gracias a quienes hayan llegado hasta aquí, asintiendo, disintiendo, o con reservas, y aprovecho para felicitarlos si cultivan ustedes bien su autoconocimiento para la mejora, y lo ven cultivar en su entorno

    PERDON POR EL LADRILLO, espero haga reflexionar y tomen güenanota.

  • #2
    Re: El peligro de un directivo narcisista

    jejejeje... vaya tesis doctoral se ha marcado!!

    Lo cierto y verdad es que en lo que al Betis se refiere tan dañino viene a ser el patrono como el sequito que le acompaña...

    Comentario


    • #3
      Re: El peligro de un directivo narcisista

      Está confirmado que el libro no es un psicoanálisis del Busto que se hizo carne y caminó entre nosotros?Porque cuanto más leo,más se me viene a la cabeza la cara de la ****** .

      P.D.: me encantaría leer ese libro.Sabes si está en catalogo,o bien,donde podría conseguirlo si ya está descatalogado?Gracias de antemano

      Comentario


      • #4
        Re: El peligro de un directivo narcisista

        El Narciso es una persona que puede ser muy exitoso, en cuanto al brillo externo se refiere. Él no se plantéa dudas en cuanto a la realidad de sus ideas, sean estas brillantes o no. Así vemos como personas con una inteligencia mediocre y una cultura pobre, escalan posiciones sorprendentes, para ellos el recapacitar no existe. Aún las más insulsas ideas son expresadas con un espíritu mesiánico, se enamoran de las ideas de otros y las hacen propias sin la más mínima consideración moral ni ética. Estos últimos logran capitalizar a una orda de Narcisistas Depresivos que creen, ingenuamente, en la verdad expresada por el pseudo-maestro. Ellos lo seguirán fielmente, no importa cuán errado esté:
        "Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena mi batalla, perro que ni me deja ni se calla, siempre a su dueño fiel pero importuno."
        Escribe Miguel Hernández para retratar esta suerte de personalidad, siempre fiel, signada por la tristeza derrotada, que busca, con mas ahinco que éxito, alguien en quién creer, alguien en quien confiar el remedio a sus miserias. De estas melancólicas soledades esperanzadas se nutre el Narcisismo. La simbiosis se completa con la satisfacción a medias, con un hueco de hambre y sed, que nunca se llega a colmar.
        Ellos son Los Narcisistas Depresivos los que alimentan al NARCISO, y en el pecado llevan la penitencia.
        Es recomendable que quien se identifique con este tipo de personalidad acuda al psicólogo o psiquiatra para que, mediante terapia personal y de grupo, tome conciencia de su conducta y la modifique en beneficio propio, de su familia y de las personas que conviven con él cotidianamente.

        Comentario


        • #5
          Re: El peligro de un directivo narcisista

          Originalmente publicado por goviante Ver Mensaje
          jejejeje... vaya tesis doctoral se ha marcado!!

          Lo cierto y verdad es que en lo que al Betis se refiere tan dañono viene a ser el patrono como el sequito que le acompaña...
          No está descatalogado, en "La caa del libro " lo podrás encontar

          Comentario


          • #6
            Re: El peligro de un directivo narcisista

            Originalmente publicado por Clyde Ver Mensaje
            Está confirmado que el libro no es un psicoanálisis del Busto que se hizo carne y caminó entre nosotros?Porque cuanto más leo,más se me viene a la cabeza la cara de la ****** .

            P.D.: me encantaría leer ese libro.Sabes si está en catalogo,o bien,donde podría conseguirlo si ya está descatalogado?Gracias de antemano
            El post no es mas que un perfil psicológico del SINIESTRO PERSONAJE principal de nuestra TRAGI-COMEDIA habitual bétic en la que estamos inmersos.
            No está descatalogado, está en La casa del libro de la calle Sierpes

            Comentario


            • #7
              Re: El peligro de un directivo narcisista

              Gran post, ha demostrado usted ser un jugón.

              La pena, que precisamente los que deberían leerlo no lo harán. Pero por lo menos terceros se pueden enriquecer con el texto.

              Comentario


              • #8
                Re: El peligro de un directivo narcisista

                En psicología, la ontogenia remeda a la filogenia, y lo que es del individuo puede ser trasladado sin mayores dificultades a la sociedad; ya decían los alquimistas que "lo que está arriba está abajo" y que"lo que está adentro está afuera."
                Así podemos especular que lo que ocurre en el desarrollo del individuo también ocurre en el proceso de formación de las sociedades, lo que podemos extrapolar a nuestra afición:
                Si el personaje SINIESTRO está trastornado, la afición también está tratornada y alimentando el tratorno de su mentor.

                Comentario


                • #9
                  Re: El peligro de un directivo narcisista

                  Originalmente publicado por Juan Jose Benitez Sanchez Ver Mensaje
                  El post no es mas que un perfil psicológico del SINIESTRO PERSONAJE principal de nuestra TRAGI-COMEDIA habitual bétic en la que estamos inmersos.
                  No está descatalogado, está en La casa del libro de la calle Sierpes
                  Gracias infinitas!!!El viernes me pasaré a buscarlo

                  Comentario


                  • #10
                    Re: El peligro de un directivo narcisista

                    Originalmente publicado por -ReGuE- Ver Mensaje
                    Gran post, ha demostrado usted ser un jugón.

                    La pena, que precisamente los que deberían leerlo no lo harán. Pero por lo menos terceros se pueden enriquecer con el texto.
                    Me conformo con que los que habitualmente acudimos a este foro, tomemos conciencia del problema, tenemos un entorno con notables desequilibrios psicopatologicos, y al tomar conciencia del problema nos situamos en el punto de partida de la solución del mismo, por supuesto que el camino es largo, tortuoso y de muy deficil solución, pero es importante que comenemos por delimitar exactamente el problema

                    Comentario


                    • #11
                      Re: El peligro de un directivo narcisista

                      Originalmente publicado por Juan Jose Benitez Sanchez Ver Mensaje
                      Me conformo con que los que habitualmente acudimos a este foro, tomemos conciencia del problema, tenemos un entorno con notables desequilibrios psicopatologicos, y al tomar conciencia del problema nos situamos en el punto de partida de la solución del mismo, por supuesto que el camino es largo, tortuoso y de muy deficil solución, pero es importante que comenemos por delimitar exactamente el problema
                      ¿ Y cual es la solución del problema según usted?.

                      Comentario


                      • #12
                        Re: El peligro de un directivo narcisista

                        Originalmente publicado por bermejales-barrio betico Ver Mensaje
                        ¿ Y cual es la solución del problema según usted?.
                        Sería muy presuntuoso por mi parte creerme con la suficiente capacidad para tener la solución, que por otra parte debería ser multidisciplinar, abordando el problema desde todos los ámbitos, yo humildemente puedo aportar desde mis escasos conocimientos psicológicos la faceta individual que podría empezar por :
                        • No intentar cambiarlo, probablemente sólo conseguiría que se enoje; por tanto, hay ue pensar que es más fácil modificar nuestro comportamiento que el del narcisista.
                        • Es evidente que un individuo de esta clase quiere ser siempre el centro de atención y sentirse importante -lo cual puede ser muy molesto para los demás-, pero hay que tener un poco de paciencia y, de vez en cuando, escuchar las historias acerca de sus grandes logros o decirle algo que lo elogie. Recuerde que en el fondo se cree una persona sin valor e indigna de ser amada por sí misma, por lo que mucho ayudará demostrarle que esto no es cierto.
                        • Difícilmente un narcisista se preocupará por los problemas de los demás, por lo que es mejor mantener una relación superficial. Si, por ejemplo, usted se siente preocupado o deprimido y quiere compartir sus experiencias con una de estas personas es muy probable que a él no le agrade la idea y rechace escuchar cualquier confidencia de esta naturaleza. Por ello, en estos casos, será mejor buscar a alguien más receptivo y no caer en la tentación de desahogarse en un egocentra.
                        Así las cosas, no está nada mal que nos enfrentemos a él con seguridad y que estemos orgullosos de poseer la autoestima necesaria para lograr nuestras metas, siempre y cuando no caigamos en los excesos que se han descrito, pues hay que entender que un narcisista se autocondena al aislamiento y rechazo social.
                        Tenemos por tanto que comenzar por el aislamiento social, ese aislamiento solo se puede conseguir si previamente conseguimos unir a la afición sacandola de la quiebra social actual y esta unión se podría conseguir con INFORMACIÓN, desde todos lods medios posibles.
                        Ni que decir tiene que este sería solo el principio de la solción

                        Comentario


                        • #13
                          Re: El peligro de un directivo narcisista

                          Yó me considero un Narcisista.
                          .
                          .
                          .
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                          .
                          .
                          .




                          (Para Juan José Benitez)


                          Comentario


                          • #14
                            Re: El peligro de un directivo narcisista

                            ¿Entonces considera usted que las continuas declaraciones públicas por parte del aficionado de a pie, de distintas agrupaciones y de los medios no hacen sino alimentar ese monstruito narcisista que habita en dicha persona? En ese caso ¿digamos que existe una doble situación en la que pondría a todo el mundo como enemigos potenciales a los que al mismo tiempo necesitaría para alimentar su ego?

                            Comentario


                            • #15
                              Re: El peligro de un directivo narcisista

                              En algun otro post se ha tratado levemente los posibles problemas mentales del ditero, pero nunca con tanta profundidad y precisión como en éste.
                              Sin embargo, creo que este personaje es tan complejo que el análisis de su personalidad podría realizarse un compendio o una tesis doctoral sobre alteraciones de personalidad de un ser humano.
                              Desde aquí quisiera aportar mi granito de arena e incorporar un nuevo síntoma que creo detectar en este particular individuo, LA MEGALOMANIA

                              La megalomanía se define en psiquiatría como la sobreestimación delirante de las propias capacidades. Delirio de grandezas; convicción irracional de la propia riqueza, fama o poder. No es una enfermedad por sí misma mientras no alcanza el nivel de delirio, de obsesión, de carácter claramente patológico. Y cuando alcanza estos niveles es tan sólo un elemento más en el síndrome de enfermedades mentales graves. En una sociedad que tiende a la depresión, unas dosis razonables de autoestima, que le acerquen a uno a su propia realidad, ayudan lo suyo. Pero cuando adquieren la misma intensidad que las depresiones, pero en el polo opuesto, y no digamos si se alternan con éstas, constituyen un serio peligro no sólo para el que sufre estos accesos de delirio, sino para todo el entorno que los ha de sufrir.

                              Saludos verdiblancos.

                              Comentario

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