Todos los equipos que bajaron a Segunda no lo hicieron simplemente porque la plantilla fuera mediocre o por lo que, concretamente, pasara dentro del campo. Vale recordar al Atlético de Madrid que con Molina, Baraja, Valerón y Hasselbaink, entre otros, descendió a los infiernos. Más por culpa del entorno que de los jugadores.
Y eso está pasando con otro histórico del fútbol español, el Real Betis, sumido en una crisis deportiva alentada por la hecatombe dirigencial que planificó mal, eligió peor y, encima, alimenta la bola de fuego en la que se está convirtiendo el club con una de las mejores aficiones de España, por cierto, su principal y ¿único? activo que le queda.
El máximo accionista del club, Don Manuel Ruiz de Lopera, habla poco pero irrita demasiado a los aficionados. Además, le crecen los enanos con la cara de Pepe León, que lo incendia en público convirtiéndolo en “cómplice” de los fichajes de José Mari y Somoza, como si fichar mal un par de profesionales, desembocara obligatoriamente en la segunda división.
Bien o mal, Héctor Cúper es un tipo honesto como pocos que protagonizó un milagro en Mallorca, hizo dos finales de Champions con un Valencia que a partir de allí -y no antes-, descubrió que era un grande, y entrenó al Inter de Milán. Debo decir también que su ladero, Gustavo Siviero, con quien compartí vestuario, es un profesional intachable. Echarles la culpa de esta situación suena a excusa de guardería. Y quienes ejecutan son los directivos, únicos responsables de lo que pasa en el Betis.
Paco Chaparro, a su vez, parece empecinado en entrar en una dinámica devastadora. Echa la culpa a los jugadores después de perder el clásico, personaliza en Rivera la falta de solidaridad colectiva y se encara con una afición que reacciona ante la debacle. ¿Qué esperaba el Sr. Chaparro? ¿Qué una afición como la bética bailara al ritmo de las derrotas? No, la afición es lo mejor del Betis, no tengo ninguna duda al respecto.
En lo puramente futbolístico, Paco Chaparro repitió tantas veces que su equipo era muy inferior al Sevilla que sus jugadores no veían a Mosquera sino a Maldini, no veían a De Sanctis sino a Casillas y Buffon juntos, no marcaban a Kanouté sino a la reencarnación mil veces más grande de Van Basten, Maradona y el Bombardero Müller.
Y con todos mis respetos a un buen equipo como el de Manolo Jiménez, debemos decir que puede perder con cualquiera y, por ello marcha octavo a 8 puntos del primer clasificado para la Champions 07-08.
Ante el Sevilla, Paco Chaparro empequeñeció el ya arrugado ego de los suyos. Si ibas a perder, de todas todas, un mensaje valiente no habría venido mal, en vez de “el sistema no pierde, fallan los jugadores”. Si algo conozco de vestuario, me parece que esta hipoteca, Chaparro no la levanta.
Lo penoso es que todos los elementos se están juntando en el determinismo que no es tal, sino producto de todas las causas enumeradas. De esta estructura agrietada, sólo una recomposición parcial de alguna de ellas, podría corregir el rumbo que lleva el barco. O que otro equipo esté peor, que no parece el caso.
http://www.goal.com/es/Articolo.aspx?ContenutoId=541835
Es una pena pero lo han clavado.
Y eso está pasando con otro histórico del fútbol español, el Real Betis, sumido en una crisis deportiva alentada por la hecatombe dirigencial que planificó mal, eligió peor y, encima, alimenta la bola de fuego en la que se está convirtiendo el club con una de las mejores aficiones de España, por cierto, su principal y ¿único? activo que le queda.
El máximo accionista del club, Don Manuel Ruiz de Lopera, habla poco pero irrita demasiado a los aficionados. Además, le crecen los enanos con la cara de Pepe León, que lo incendia en público convirtiéndolo en “cómplice” de los fichajes de José Mari y Somoza, como si fichar mal un par de profesionales, desembocara obligatoriamente en la segunda división.
Bien o mal, Héctor Cúper es un tipo honesto como pocos que protagonizó un milagro en Mallorca, hizo dos finales de Champions con un Valencia que a partir de allí -y no antes-, descubrió que era un grande, y entrenó al Inter de Milán. Debo decir también que su ladero, Gustavo Siviero, con quien compartí vestuario, es un profesional intachable. Echarles la culpa de esta situación suena a excusa de guardería. Y quienes ejecutan son los directivos, únicos responsables de lo que pasa en el Betis.
Paco Chaparro, a su vez, parece empecinado en entrar en una dinámica devastadora. Echa la culpa a los jugadores después de perder el clásico, personaliza en Rivera la falta de solidaridad colectiva y se encara con una afición que reacciona ante la debacle. ¿Qué esperaba el Sr. Chaparro? ¿Qué una afición como la bética bailara al ritmo de las derrotas? No, la afición es lo mejor del Betis, no tengo ninguna duda al respecto.
En lo puramente futbolístico, Paco Chaparro repitió tantas veces que su equipo era muy inferior al Sevilla que sus jugadores no veían a Mosquera sino a Maldini, no veían a De Sanctis sino a Casillas y Buffon juntos, no marcaban a Kanouté sino a la reencarnación mil veces más grande de Van Basten, Maradona y el Bombardero Müller.
Y con todos mis respetos a un buen equipo como el de Manolo Jiménez, debemos decir que puede perder con cualquiera y, por ello marcha octavo a 8 puntos del primer clasificado para la Champions 07-08.
Ante el Sevilla, Paco Chaparro empequeñeció el ya arrugado ego de los suyos. Si ibas a perder, de todas todas, un mensaje valiente no habría venido mal, en vez de “el sistema no pierde, fallan los jugadores”. Si algo conozco de vestuario, me parece que esta hipoteca, Chaparro no la levanta.
Lo penoso es que todos los elementos se están juntando en el determinismo que no es tal, sino producto de todas las causas enumeradas. De esta estructura agrietada, sólo una recomposición parcial de alguna de ellas, podría corregir el rumbo que lleva el barco. O que otro equipo esté peor, que no parece el caso.
http://www.goal.com/es/Articolo.aspx?ContenutoId=541835
Es una pena pero lo han clavado.
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