Considerando que las declaraciones de ayer de Paco Chaparro han generado cierta polémica, tal vez sea muy aventurado por mi parte entrar en terrenos o reflexiones similares a las que él hace, pero cuando uno cree y siente algo lo lógico es plantearlo y defenderlo.
Desde el respeto por todos y la comprensión hacia todos, tal vez haya cuestiones sobre las que convendría que todos reflexionásemos.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que se llame a los jugadores mercenarios durante los 90 minutos de juego.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que se pite a los jugadores durante los 90 minutos de juego o que se abronque a alguno en particular por su pasado sevillista.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que durante los 90 minutos de juego se manifieste el malestar hacia los dirigentes del club y en particular hacia su máximo accionista.
Respeto, aunque la verdad no comprendo ni comparto, que durante los 90 minutos de juego se llegue a jalear los pases o goles del rival.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que se despida con pitos a uno de los jugadores que más alegrías nos han dado y mayor respeto nos guarda.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que al finalizar el partido el público en general desaproveche la oportunidad para manifestar su malestar con la gestión del club con una bronca de 5 minutos si la ocasión lo requiere.
Respeto, pero no comprendo ni comparto, que haya béticos que se presten a atacar en una Junta de accionistas a otros béticos que acuden a defender los intereses del Real Betis Balompié frente a los intereses de empresas ajenas al club.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que en una Junta de Accionistas haya béticos que voten a favor, aunque sea por anuencia, de determinadas decisiones sin informarse debidamente de las consecuencias negativas para el club que pueden tener, ni entender en muchos casos lo que están votando.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que se silbe a los jugadores incluso durante el calentamiento, o que se ponga a caldo a chavales del filial.
Respeto, pero no comprendo ni comparto, que el resto de minutos de la semana que no son los 90 minutos de juego, muchos béticos de corazón no se impliquen en trabajar por su Betis igual que debemos implicarnos todos en las gradas para animarlos.
Ni respeto, ni comprendo, ni comparto, que las distintas circunstancias o actitudes indicadas, absolutamente respetables pues la afición es soberana, estén llevando a tensiones en el Estadio y fuera de él entre béticos. O al absurdo de considerar como válido lo que uno hace y no lo que hacen otros. Verbigracia: el mismo daño hace a los intereses del equipo llamarles mercenarios que mirar al Palco. Es más, si uno escucha las declaraciones de Paco Chaparro atentamente se dará cuenta de que el entrenador justamente vino a decir que los gritos contra el equipo durante los 90 minutos de juego son más dañinos que los gritos al Palco.
Dicho todo lo cual, lo que más me duele es la enorme pérdida de identidad que estamos sufriendo: no ya la afición, sino el Real Betis Balompié. Aunque, en el fondo, el Real Betis Balompié no es más que eso: su afición.
La galopante degradación institucional, deportiva y económica, la pérdida de rumbo y de dignidad, la evidencia de un enorme fracaso colectivo en el que la voluntad de una sola persona es capaz de secuestrar un sentimiento de cientos de miles... todo eso es inmensamente triste. Pero más triste aún es la impotencia, confusión y división con la que se está afrontando por parte de quienes podemos y debemos hacer que las cosas cambien... sin que cambie lo que somos en esencia.
Cuando el Real Betis Balompié está jugando, cuando el balón está sobre el cesped, durante esos 90 minutos, tal vez debamos reflexionar sobre lo que es mejor para el Betis. Y yo considero, personalmente, que el único perdedor de los gritos a los jugadores o al Palco durante los 90 minutos de juego es el Real Betis Balompié. Y si el Betis pierde, perdemos todos.
En el mismo sentido, cuando el Real Betis Balompié sigue jugando, pero no con el balón en el cesped, sino con su supervivencia y esencia en juego, que es el resto de minutos de la semana que no son los 90 minutos de juego, tal vez debamos reflexionar sobre lo que es mejor para el Betis. Y yo considero, personalmente, que el único perdedor de la indolencia, la tibieza, o la falta de implicación en trabajar por cambiar el Betis por parte de más béticos, es el Betis mismo. Más aún si esa indolencia en realidad se convierte en una actitud activa en contra de quienes trabajan por cambiarlo. Y una advertencia en este sentido: tanto quienes intentan cambiarlo desde dentro como quienes trabajan para hacerlo desde fuera tienen mis respetos; el problema es que lo primero ya sé para lo que da, por propia experiencia.
Se dice que la afición es el principal patrimonio del Real Betis Balompié. Eso es falso: es el único. Nosotros somos el Betis. Diga lo que diga la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas, que limitaría esa condición a 10.000 béticos entre los que me cuento (no a uno solo, señores, no a uno solo), nosotros -ese millón de personas a las que nos laten las trece barras- somos el Betis. Y si nosotros perdemos el Norte durante los 90 minutos de juego y durante el resto de la semana, nadie podrá parar este deterioro acelerado, este proceso autodestructivo, esta pena permanente, esta impotencia colectiva.
Esta es mi opinión. Acertada o equivocada, pero la mía. Y solo tengo una receta: Con el Betis a muerte los 90 minutos de juego y con el Betis a muerte (con el Betis, no con Jabugo, con el Real Betis Balompié) los 9.990 minutos restantes de la semana para, como se definió en la constitución de la asociación de la que formo parte "canalizar y organizar corrientes de opinión en defensa de los intereses de los aficionados, abonados y accionistas minoritarios del Real Betis Balompié, reivindicando un cambio en la gestión del club para caminar hacia "el Betis que queremos", poner freno al deterioro social, institucional, de imagen y deportivo que está sufriendo, y recuperar la dignidad que se merece un sentimiento y una institución centenarios.".
Recuperar, he ahí la cuestión. He ahí la palabra: Cuando se afirma que Otro Betis es Posible o se pide un Betis Libre, en el fondo, no se hace otra cosa que recuperar. No inventar ni reinventar el Betis. Recuperarlo.
Porque ese otro Betis que es posible no es sino el Betis que todos hemos conocido desde la infancia. El Betis mágico, diferente, extraordinario. Ese Betis que es ciudad y río, historia y presente, Hispalis y Bética, verde y blanca, del pueblo y de la realeza, de los sevillanos aquí nacidos y de los de adopción, el Betis andaluz y universal, el Betis de Primera, Segunda y Tercera División, de la Champions y los de los bocatas de tortilla, los Campeones de Copa y los de las rifas, El Betis mestizo, como mestiza de culturas es nuestra tierra.... el Betis del manquepierda, que es un grito y un sentimiento únicos.
Y ese Betis empieza y termina en nosotros, en los béticos: y si los béticos perdemos nuestra identidad, por mucho que esté justificada la impotencia, la pena, el dolor de Betis, si nosotros perdemos lo que somos y siempre hemos sido, el Betis dejará de ser el Betis. Será una SAD más, condenada a funcionar con las reglas del mercado exclusivamente, y con una historia centenaria, pero sin "eso" que hace al Betis diferente, "eso" que nos hace a los béticos diferentes o, cuando menos, sentirnos diferentes.
Por un Betis... QUE SEA EL BETIS.
Viva el Betis Manque Pierda.
Desde el respeto por todos y la comprensión hacia todos, tal vez haya cuestiones sobre las que convendría que todos reflexionásemos.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que se llame a los jugadores mercenarios durante los 90 minutos de juego.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que se pite a los jugadores durante los 90 minutos de juego o que se abronque a alguno en particular por su pasado sevillista.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que durante los 90 minutos de juego se manifieste el malestar hacia los dirigentes del club y en particular hacia su máximo accionista.
Respeto, aunque la verdad no comprendo ni comparto, que durante los 90 minutos de juego se llegue a jalear los pases o goles del rival.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que se despida con pitos a uno de los jugadores que más alegrías nos han dado y mayor respeto nos guarda.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que al finalizar el partido el público en general desaproveche la oportunidad para manifestar su malestar con la gestión del club con una bronca de 5 minutos si la ocasión lo requiere.
Respeto, pero no comprendo ni comparto, que haya béticos que se presten a atacar en una Junta de accionistas a otros béticos que acuden a defender los intereses del Real Betis Balompié frente a los intereses de empresas ajenas al club.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que en una Junta de Accionistas haya béticos que voten a favor, aunque sea por anuencia, de determinadas decisiones sin informarse debidamente de las consecuencias negativas para el club que pueden tener, ni entender en muchos casos lo que están votando.
Respeto y comprendo, pero no comparto, que se silbe a los jugadores incluso durante el calentamiento, o que se ponga a caldo a chavales del filial.
Respeto, pero no comprendo ni comparto, que el resto de minutos de la semana que no son los 90 minutos de juego, muchos béticos de corazón no se impliquen en trabajar por su Betis igual que debemos implicarnos todos en las gradas para animarlos.
Ni respeto, ni comprendo, ni comparto, que las distintas circunstancias o actitudes indicadas, absolutamente respetables pues la afición es soberana, estén llevando a tensiones en el Estadio y fuera de él entre béticos. O al absurdo de considerar como válido lo que uno hace y no lo que hacen otros. Verbigracia: el mismo daño hace a los intereses del equipo llamarles mercenarios que mirar al Palco. Es más, si uno escucha las declaraciones de Paco Chaparro atentamente se dará cuenta de que el entrenador justamente vino a decir que los gritos contra el equipo durante los 90 minutos de juego son más dañinos que los gritos al Palco.
Dicho todo lo cual, lo que más me duele es la enorme pérdida de identidad que estamos sufriendo: no ya la afición, sino el Real Betis Balompié. Aunque, en el fondo, el Real Betis Balompié no es más que eso: su afición.
La galopante degradación institucional, deportiva y económica, la pérdida de rumbo y de dignidad, la evidencia de un enorme fracaso colectivo en el que la voluntad de una sola persona es capaz de secuestrar un sentimiento de cientos de miles... todo eso es inmensamente triste. Pero más triste aún es la impotencia, confusión y división con la que se está afrontando por parte de quienes podemos y debemos hacer que las cosas cambien... sin que cambie lo que somos en esencia.
Cuando el Real Betis Balompié está jugando, cuando el balón está sobre el cesped, durante esos 90 minutos, tal vez debamos reflexionar sobre lo que es mejor para el Betis. Y yo considero, personalmente, que el único perdedor de los gritos a los jugadores o al Palco durante los 90 minutos de juego es el Real Betis Balompié. Y si el Betis pierde, perdemos todos.
En el mismo sentido, cuando el Real Betis Balompié sigue jugando, pero no con el balón en el cesped, sino con su supervivencia y esencia en juego, que es el resto de minutos de la semana que no son los 90 minutos de juego, tal vez debamos reflexionar sobre lo que es mejor para el Betis. Y yo considero, personalmente, que el único perdedor de la indolencia, la tibieza, o la falta de implicación en trabajar por cambiar el Betis por parte de más béticos, es el Betis mismo. Más aún si esa indolencia en realidad se convierte en una actitud activa en contra de quienes trabajan por cambiarlo. Y una advertencia en este sentido: tanto quienes intentan cambiarlo desde dentro como quienes trabajan para hacerlo desde fuera tienen mis respetos; el problema es que lo primero ya sé para lo que da, por propia experiencia.
Se dice que la afición es el principal patrimonio del Real Betis Balompié. Eso es falso: es el único. Nosotros somos el Betis. Diga lo que diga la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas, que limitaría esa condición a 10.000 béticos entre los que me cuento (no a uno solo, señores, no a uno solo), nosotros -ese millón de personas a las que nos laten las trece barras- somos el Betis. Y si nosotros perdemos el Norte durante los 90 minutos de juego y durante el resto de la semana, nadie podrá parar este deterioro acelerado, este proceso autodestructivo, esta pena permanente, esta impotencia colectiva.
Esta es mi opinión. Acertada o equivocada, pero la mía. Y solo tengo una receta: Con el Betis a muerte los 90 minutos de juego y con el Betis a muerte (con el Betis, no con Jabugo, con el Real Betis Balompié) los 9.990 minutos restantes de la semana para, como se definió en la constitución de la asociación de la que formo parte "canalizar y organizar corrientes de opinión en defensa de los intereses de los aficionados, abonados y accionistas minoritarios del Real Betis Balompié, reivindicando un cambio en la gestión del club para caminar hacia "el Betis que queremos", poner freno al deterioro social, institucional, de imagen y deportivo que está sufriendo, y recuperar la dignidad que se merece un sentimiento y una institución centenarios.".
Recuperar, he ahí la cuestión. He ahí la palabra: Cuando se afirma que Otro Betis es Posible o se pide un Betis Libre, en el fondo, no se hace otra cosa que recuperar. No inventar ni reinventar el Betis. Recuperarlo.
Porque ese otro Betis que es posible no es sino el Betis que todos hemos conocido desde la infancia. El Betis mágico, diferente, extraordinario. Ese Betis que es ciudad y río, historia y presente, Hispalis y Bética, verde y blanca, del pueblo y de la realeza, de los sevillanos aquí nacidos y de los de adopción, el Betis andaluz y universal, el Betis de Primera, Segunda y Tercera División, de la Champions y los de los bocatas de tortilla, los Campeones de Copa y los de las rifas, El Betis mestizo, como mestiza de culturas es nuestra tierra.... el Betis del manquepierda, que es un grito y un sentimiento únicos.
Y ese Betis empieza y termina en nosotros, en los béticos: y si los béticos perdemos nuestra identidad, por mucho que esté justificada la impotencia, la pena, el dolor de Betis, si nosotros perdemos lo que somos y siempre hemos sido, el Betis dejará de ser el Betis. Será una SAD más, condenada a funcionar con las reglas del mercado exclusivamente, y con una historia centenaria, pero sin "eso" que hace al Betis diferente, "eso" que nos hace a los béticos diferentes o, cuando menos, sentirnos diferentes.
Por un Betis... QUE SEA EL BETIS.
Viva el Betis Manque Pierda.
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