Así se llama una novela de Collins basada en la vida de un famoso torero; su título era parte de una frase del matador dicha a su hermana “Te compraré una casa.... o llevarás luto por mí”.

Después de la noche más triste que haya vivido como bético en mis cuarenta y seis años de vida, me permito decir una cosa: “O echamos a Lopera del Betis o llevaremos luto por aquello que tanto significa en nuestras vidas: El Real Betis Balompié”.

Es la única conclusión que cualquier bético decente saca después de verlo anoche; yo lo tuve a escasos diez metros, y verlo comportarse como se comportó, un gesto de su mano indicaba el comienzo o cese de los gritos contra aquellos que, con intereses legítimos en una sociedad anónima e intentando hacer uso de los derechos democráticos que a cada español le corresponden, querían exponer sus posiciones y preguntas en cada punto del orden del día, acabaron convirtiendo a la Asamblea de Accionistas del Real Betis, junto al Sr. León y resto de consejeros, en una auténtica vergüenza.

Tolerar que unos invitados, invitados por ellos, increparan y amenazaran reiteradamente a los que intentaban exponer sus puntos de vista no solo es inmoral, sino que constituye el insulto más grande hecho desde los administradores no ya de una simple sociedad anónima, sino desde el órgano que rige algo tan grande en Sevilla, Andalucía y España como es el Real Betis Balompié; ayer por parte de los que circunstancialmente rigen al Betis se ha insultado a la democracia, a la dignidad, al respeto, a los valores principales que constituyen la base fundamental de nuestra convivencia y de nuestra sociedad. Por eso desde las Administraciones Públicas, desde los Tribunales de Justicia, desde las instituciones como Ayuntamiento, Junta, Delegación de Gobierno, desde los responsables políticos y judiciales de esta ciudad, de esta Comunidad y de este país, se debe responder con firmeza al bochornoso espectáculo protagonizado, no solo por Lopera sino por D. José León y resto de consejeros que consintieron que se perpetrara en el nombre del Betis un insulto tan grande a la DEMOCRACIA.

Cuando desde mi asiento y después de ser abucheado e insultado tras intervenir intentando, y en solo dos minutos que se concedía, razonar mi posición en contra a uno de los puntos del Orden del Día de la Asamblea, recordaba con tristeza el primer día que mi padre, Palmera abajo y cogido de la mano, me llevó al Betis. Pensaba y recordaba todo lo bueno que en mi vida ha significado y significa el Betis, en todo lo que me ha dado, alegrías todas, hasta cuando más me hacía sufrir. Y pensaba también que muchos de los que estaban ahí sentados en el Consejo, dirigiendo el esperpento aquel, también los llevaron de pequeños sus padres, sus abuelos al Betis y les enseñaron a sentir el beticismo. De verdad, ¿no sentían vergüenza? ¿no sentían la profunda pena que a mí me asolaba? ¿no tienen dignidad? ¿este es el Betis que queréis para vuestros hijos?.

A las tres de la mañana, en mi camino de vuelta hacia el lugar donde vivo, lejos de Sevilla, solo pensaba en una cosa: No cejaré en el empeño, con más fuerza y empuje que nunca, como dice el hermano Discóbolo: Martilleando estoico, mirando al sol de frente. Por mi padre, por mis hijos, por los béticos que se fueron, por los que somos béticos, por la dignidad de un sentimiento centenario y eterno, y sobre todo por lo más grande que tiene el hombre, por la libertad.

Viva el Betis manque pierda, Viva el Betis libre.