Ayer viendo SevillaTV, hacian referencia a un artículo de Galera en ABC.
Es bastante extenso, pero de recomendable lectura. Y que cada uno saque sus conclusiones.
Tribuna Abierta. Deportes. ABC - 17 de Diciembre de 2007
DEMOCRACIA EN EL BETIS
Noticias sobre la venta, en el mercado libre, del paquete mayoritario de acciones del Real Betis tienen un gran impacto mediático, a la vez que se comportan como densa cortina de humo que impide divisar con claridad la crisis social y societaria del Club. Sin embargo, el paquete mayoritario no es vendible porque desaparecería la custodia de documentos comprometedores, ni es comprable porque exigiría una rigurosa auditoria por firma no domesticada. Pero no es deseable hacer mayor hincapié en la imaginativa compraventa, pues presta servicio al afán de notoriedad de supuestos compradores y contribuye a fortalecer la intención del vendedor de consolidar en el mercado un precio sobredimensionado.
Unas tres décadas atrás, se tuvo que hacer un gran esfuerzo para adaptar el Estadio Benito Villamarín a la exigencia del Mundial’82. Este sesgo económico, sumado al resultado de algunas gestiones desafortunadas, pero de menor incidencia en la suma, llevó al Club a un elevado capital social (1.175 millones de ptas) a la hora de la transformación en Sociedad Anónima Deportiva (SAD).
La Ley de transformación en SAD fue injusta, pues fijó el capital social en la deuda residual (facturas, créditos, etc), después de entrar en el Plan de Saneamiento. No contempló como activo patrimonial el valor del Estadio que pasó a pertenecer a la SAD por la simple conversión. En justicia divina el Estadio es propiedad de muchas generaciones de béticos que con sus pequeñas aportaciones económicas e implicación sentimental hicieron posible la creación de tal riqueza.
En las condiciones apuntadas, el Real Betis se convirtió en SAD, mediante ingeniosa operación, aparentemente legal, de financiaciones entrecruzadas. Los 475 millones de pesetas aportados por los béticos juegan un papel fundamental, y se completa el capital social con una entidad mercantil distinta que suscribe la mayoría de las acciones (52%). La legalidad y el compromiso social que subyacen en la conversión, es un asunto al menos controvertido y abierto a debate.
Llegado este momento es preciso hacer dos reflexiones para despejar algunas incógnitas:
1º) La Corporación Municipal, en deuda histórica con el Real Betis, por antecedentes no compensados, debió condicionar la aprobación, o la ejecución, del Convenio Urbanístico con la SAD, a que se llevase a efecto el deseado reparto accionarial, pues se era entonces ya consciente de la presión social existente en este sentido y de que no concurrían todas las circunstancias que justificaban una actuación de este tipo. Un Convenio Urbanístico o es una transacción de intereses o es una actuación graciable con un cuerpo social por méritos reconocidos. El cuerpo social, lejos de alcanzar beneficio alguno, se ve perjudicado al recibir oferta, para la adquisición de acciones de la entidad mercantil mayoritaria, a precio alzado, por la repercusión directa o indirecta que el Convenio tiene sobre el valor patrimonial. Se podría resumir del siguiente modo: se trata de un Convenio Urbanístico graciable, para beneficio del patrimonio del accionista mayoritario del Real Betis Balompié SAD. A estas alturas sólo cabe esperar que la Corporación Municipal, mantengan rigurosa observancia del exquisito cumplimiento del Convenio y así impedir toda maniobra especulativa, tratando de sancionar contratos de cesión de derechos urbanísticos, si los hubiese. Por consiguiente, gran parte del futuro del Real Betis, está condicionado por la actuación del Ayuntamiento, sobre todo habida cuenta que conocidos expertos en comisiones y asesoramientos merodean en torno a un supuesto negocio urbanístico, sin dejar de hacer alarde de sentimiento verdiblanco.
2º) El Real Betis, antes de 1992, manejaba un presupuesto anual de ingresos que oscilaba alrededor de 4 ó 5 millones de euros, el cual difícilmente cubría gastos por el pasivo acumulado. Una vez ocurrida la transformación en SAD, sobrevino paralelamente la eclosión televisiva y publicitaria, por lo que el presupuesto se elevó a cifras que hoy día rondan los 30 millones de euros anuales. En estas nuevas circunstancias, el Club comenzó a tener un diferencial positivo importante en la cuenta de resultados. La situación de bonanza se amortiguó con la interposición, primero de Tegasa y, luego, de Encadesa. Ambas mercantiles forman parte del entramado empresarial del accionista mayoritario y sus ingresos son, el 8,5% de los contratos en los que el Club tiene cedidos sus derechos, además de los intereses de capital retenido y de adicionales porcentajes sobre otras gestiones del Club. Después de estas consideraciones es difícil entender cómo el accionista mayoritario, al pedir 60 millones de euros por su paquete accionarial (1000 euros por acción; valor de adquisición 60 euros por acción), dicho precio no le parece una exageración abusiva. ¿Es que no le es suficiente el beneficio obtenido (muchos millones de euros), durante 15 años, a través de su entramado empresarial?. ¿Es que no le produce un serio contraste con la pretendida imagen del filántropo salvador del Real Betis?.
En el presente existen dos inquietudes que asoman las orejas en la sociedad bética, la búsqueda de un líder y el cambio de manos del paquete mayoritario de acciones. Ambas convergen hacia un mismo punto, que es la necesaria renovación que se espera. A primera vista parece que el orden de los factores exige primero designar un líder como alternativa. Pero si se analiza con cierto detalle la dramática situación que atraviesa el Club, se advierte que para no alterar el producto final, es prioritario cambiar de manos el paquete mayoritario. La opción de un líder prepotente y ambicioso, comprador del paquete accionarial, “propietario y benefactor” del Club y de sus aficionados, sería caer en el mismo pozo y tal vez con iguales o peores consecuencias. Por el contrario, con el referido paquete accionarial atomizado al máximo la situación sería muy distinta. Existiría un Betis libre de verdad en el que la opinión de los aficionados podría ser escuchada sin limitación ni temor alguno.
Por consiguiente, es el momento de que el accionista mayoritario actual escuche la irrebatible voz de la afición, que entienda que el deterioro es progresivo e irreversible, y que ya no valen los fichajes ni los goles, pues es la sociedad sevillana la que reclama el cambio. Cuando este proceso culmine, con o sin la ayuda de actuaciones judiciales, el líder tendrá un nombre, el que están deseando todos los oponentes al estado actual (plataformas, asociaciones, foros, peñas, etc.), que se llama democracia.
El accionista mayoritario todavía tiene la oportunidad de bajar a la arena donde está la afición y fajarse con la humildad y el compromiso. Humildad porque es una virtud de la que ha carecido y es requerida por la sociedad bética. Compromiso al recordar que entró en una directiva cuyo lema era “un Betis para los béticos”, que adquirió el paquete accionarial de forma rocambolesca y que manifestó reiteradamente, en los medios de comunicación, la decisión de poner todas sus acciones, al valor nominal, a disposición de la masa social del Club. Este es el momento de ofrecerle avales suficientes –existen béticos dispuestos a ello- que le garanticen la venta de las acciones a un precio razonable (valor nominal más intereses), aportando también una estrategia de venta, seria y que evite la concentración de poder. La estrategia se puede diseñar por una mesa de transmisión y seguimiento para que al final se cumpla el ansiado objetivo de traer al líder: la democracia. Entonces, se darían las condiciones para que se proclamen otros líderes, con nombres y apellidos, tantos como lo deseen, porque el mejor Consejo de Administración del Real Betis y su Presidente será el que los béticos elijan.
Hugo Galera Davidson
Expresidente del Real Betis Balompié
Es bastante extenso, pero de recomendable lectura. Y que cada uno saque sus conclusiones.
Tribuna Abierta. Deportes. ABC - 17 de Diciembre de 2007
DEMOCRACIA EN EL BETIS
Noticias sobre la venta, en el mercado libre, del paquete mayoritario de acciones del Real Betis tienen un gran impacto mediático, a la vez que se comportan como densa cortina de humo que impide divisar con claridad la crisis social y societaria del Club. Sin embargo, el paquete mayoritario no es vendible porque desaparecería la custodia de documentos comprometedores, ni es comprable porque exigiría una rigurosa auditoria por firma no domesticada. Pero no es deseable hacer mayor hincapié en la imaginativa compraventa, pues presta servicio al afán de notoriedad de supuestos compradores y contribuye a fortalecer la intención del vendedor de consolidar en el mercado un precio sobredimensionado.
Unas tres décadas atrás, se tuvo que hacer un gran esfuerzo para adaptar el Estadio Benito Villamarín a la exigencia del Mundial’82. Este sesgo económico, sumado al resultado de algunas gestiones desafortunadas, pero de menor incidencia en la suma, llevó al Club a un elevado capital social (1.175 millones de ptas) a la hora de la transformación en Sociedad Anónima Deportiva (SAD).
La Ley de transformación en SAD fue injusta, pues fijó el capital social en la deuda residual (facturas, créditos, etc), después de entrar en el Plan de Saneamiento. No contempló como activo patrimonial el valor del Estadio que pasó a pertenecer a la SAD por la simple conversión. En justicia divina el Estadio es propiedad de muchas generaciones de béticos que con sus pequeñas aportaciones económicas e implicación sentimental hicieron posible la creación de tal riqueza.
En las condiciones apuntadas, el Real Betis se convirtió en SAD, mediante ingeniosa operación, aparentemente legal, de financiaciones entrecruzadas. Los 475 millones de pesetas aportados por los béticos juegan un papel fundamental, y se completa el capital social con una entidad mercantil distinta que suscribe la mayoría de las acciones (52%). La legalidad y el compromiso social que subyacen en la conversión, es un asunto al menos controvertido y abierto a debate.
Llegado este momento es preciso hacer dos reflexiones para despejar algunas incógnitas:
1º) La Corporación Municipal, en deuda histórica con el Real Betis, por antecedentes no compensados, debió condicionar la aprobación, o la ejecución, del Convenio Urbanístico con la SAD, a que se llevase a efecto el deseado reparto accionarial, pues se era entonces ya consciente de la presión social existente en este sentido y de que no concurrían todas las circunstancias que justificaban una actuación de este tipo. Un Convenio Urbanístico o es una transacción de intereses o es una actuación graciable con un cuerpo social por méritos reconocidos. El cuerpo social, lejos de alcanzar beneficio alguno, se ve perjudicado al recibir oferta, para la adquisición de acciones de la entidad mercantil mayoritaria, a precio alzado, por la repercusión directa o indirecta que el Convenio tiene sobre el valor patrimonial. Se podría resumir del siguiente modo: se trata de un Convenio Urbanístico graciable, para beneficio del patrimonio del accionista mayoritario del Real Betis Balompié SAD. A estas alturas sólo cabe esperar que la Corporación Municipal, mantengan rigurosa observancia del exquisito cumplimiento del Convenio y así impedir toda maniobra especulativa, tratando de sancionar contratos de cesión de derechos urbanísticos, si los hubiese. Por consiguiente, gran parte del futuro del Real Betis, está condicionado por la actuación del Ayuntamiento, sobre todo habida cuenta que conocidos expertos en comisiones y asesoramientos merodean en torno a un supuesto negocio urbanístico, sin dejar de hacer alarde de sentimiento verdiblanco.
2º) El Real Betis, antes de 1992, manejaba un presupuesto anual de ingresos que oscilaba alrededor de 4 ó 5 millones de euros, el cual difícilmente cubría gastos por el pasivo acumulado. Una vez ocurrida la transformación en SAD, sobrevino paralelamente la eclosión televisiva y publicitaria, por lo que el presupuesto se elevó a cifras que hoy día rondan los 30 millones de euros anuales. En estas nuevas circunstancias, el Club comenzó a tener un diferencial positivo importante en la cuenta de resultados. La situación de bonanza se amortiguó con la interposición, primero de Tegasa y, luego, de Encadesa. Ambas mercantiles forman parte del entramado empresarial del accionista mayoritario y sus ingresos son, el 8,5% de los contratos en los que el Club tiene cedidos sus derechos, además de los intereses de capital retenido y de adicionales porcentajes sobre otras gestiones del Club. Después de estas consideraciones es difícil entender cómo el accionista mayoritario, al pedir 60 millones de euros por su paquete accionarial (1000 euros por acción; valor de adquisición 60 euros por acción), dicho precio no le parece una exageración abusiva. ¿Es que no le es suficiente el beneficio obtenido (muchos millones de euros), durante 15 años, a través de su entramado empresarial?. ¿Es que no le produce un serio contraste con la pretendida imagen del filántropo salvador del Real Betis?.
En el presente existen dos inquietudes que asoman las orejas en la sociedad bética, la búsqueda de un líder y el cambio de manos del paquete mayoritario de acciones. Ambas convergen hacia un mismo punto, que es la necesaria renovación que se espera. A primera vista parece que el orden de los factores exige primero designar un líder como alternativa. Pero si se analiza con cierto detalle la dramática situación que atraviesa el Club, se advierte que para no alterar el producto final, es prioritario cambiar de manos el paquete mayoritario. La opción de un líder prepotente y ambicioso, comprador del paquete accionarial, “propietario y benefactor” del Club y de sus aficionados, sería caer en el mismo pozo y tal vez con iguales o peores consecuencias. Por el contrario, con el referido paquete accionarial atomizado al máximo la situación sería muy distinta. Existiría un Betis libre de verdad en el que la opinión de los aficionados podría ser escuchada sin limitación ni temor alguno.
Por consiguiente, es el momento de que el accionista mayoritario actual escuche la irrebatible voz de la afición, que entienda que el deterioro es progresivo e irreversible, y que ya no valen los fichajes ni los goles, pues es la sociedad sevillana la que reclama el cambio. Cuando este proceso culmine, con o sin la ayuda de actuaciones judiciales, el líder tendrá un nombre, el que están deseando todos los oponentes al estado actual (plataformas, asociaciones, foros, peñas, etc.), que se llama democracia.
El accionista mayoritario todavía tiene la oportunidad de bajar a la arena donde está la afición y fajarse con la humildad y el compromiso. Humildad porque es una virtud de la que ha carecido y es requerida por la sociedad bética. Compromiso al recordar que entró en una directiva cuyo lema era “un Betis para los béticos”, que adquirió el paquete accionarial de forma rocambolesca y que manifestó reiteradamente, en los medios de comunicación, la decisión de poner todas sus acciones, al valor nominal, a disposición de la masa social del Club. Este es el momento de ofrecerle avales suficientes –existen béticos dispuestos a ello- que le garanticen la venta de las acciones a un precio razonable (valor nominal más intereses), aportando también una estrategia de venta, seria y que evite la concentración de poder. La estrategia se puede diseñar por una mesa de transmisión y seguimiento para que al final se cumpla el ansiado objetivo de traer al líder: la democracia. Entonces, se darían las condiciones para que se proclamen otros líderes, con nombres y apellidos, tantos como lo deseen, porque el mejor Consejo de Administración del Real Betis y su Presidente será el que los béticos elijan.
Hugo Galera Davidson
Expresidente del Real Betis Balompié
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