Debe ser que me he contagiado del espíritu del equipo, del gran trabajo realizado desde los puestos de mando del club o vete a saber qué. El caso es que esta noche he dormido a pierna suelta, como hacía tiempo que no me ocurría.
El ambiente que se respira en el equipo, se ha metido hasta en los tuétanos de los huesos de los aficionados, y yo el primero. Ayer, ante el Atlético de Madrid, otro equipo que nos gana andando, volví a sentir ese sopor en la grada que tanto me corroe por dentro. Esa sensación en la que uno ya no sabe muy bien cómo colocarse en el asiento, como cuando asistes a una película infumable que no parece terminar nunca.
Eso es lo que sentí y percibí ayer en el Ruiz de Lopera, antes llamado BENITO VILLAMARÍN, para algunos todavía EL VILLAMARÍN. Percibí ese pasotismo absoluto que hace que la gente se termine desentendiendo del partido, que no tenga ni siquiera ganas de chillar al final del encuentro, que acepta con total sumisión su destino.
Y yo soy el primero que se encuentra entre ellos, para qué lo voy a negar. Recuerdo que hace no mucho iba al estadio con mi radio y estaba pendiente de todos los resultados que se producían en los demás campos. Tenía la insaciable necesidad de saber en qué medida podía afectar éste o aquél resultado a mi Betis. Ayer, para que negarlo, no tenía ni la más mínima idea de cómo habían quedado los otros equipos.
Antes, recuerdo que un mal resultado del Betis me sumía en una casi total desesperación. He pasado noches en vela dándole vueltas a un tiro al palo que pudo cambiar nuestro destino, he necesitado un saco entero de cuernos para acordarme de toda la familia del árbitro por un penalti no pitado, una falta al borde del área no señalada para sentir el murmullo de la grada cuando Assunçao se acercaba a golpear el balón. Ayer, me fui a casa tan tranquilo, escuchando Kiss FM, que ya hay que tener ganas.
Ayer me pasé más tiempo fijándome en la rubia que había unos asientos más abajo que en el partido. El aburrimiento es tal que llega un momento en que terminas hablando del tiempo con tu vecino de localidad. Antes, incluso perdiendo, uno podía llegar a echar un buen rato en el fútbol. Hoy por hoy, este equipo te deprime de tal forma que llegas a sentir más pena que otra cosa.
Cuando el Atlético de Madrid marcó el primero, los aficionados rojiblancos presentes en el campo saltaron de alegría, normal. Uno que había cerca de mí se levantó e intentó mandar a callar a los atléticos con un "¡¡gilipollas!!" que se debió escuchar en todo el estadio. Instintivamente me levanté y mandé a callar a este aficionado bético, diciéndole algo así como "¡¡cállate, pero si somos muy malos!!" La verdad es que me salió de dentro.
Lo dicho, ayer llegué a mi casa y no tuve la más mínima tentación de ver los resúmenes de los partidos. Había visto ya todo lo que tenía que ver. Esta noche he dormido a pierna suelta. Imagino que es lo mismo que deben sentir los jugadores del Betis, con la diferencia que ellos a final de mes ven cómo les ingresan el oro y el moro, y que ahora Lopera volverá a estirarse con las primas por no descender. Lo que faltaba.
Con Chaparro como revulsivo, espero darle una segunda oportunidad a este equipo, y a mí mismo como aficionado, por qué no decirlo. Sólo espero que si tenemos que descender, al menos lo hagamos con dignidad. Espero que Chaparro venga a salvar al Betis, pero no a salvarlo para darle la oportunidad de poderlo salvar otra vez la temporada que viene.
Si Chaparro viene para poner a Somoza y compañía, para eso mejor que se hubiera quedado Cúper. La gente quiere morir matando, quiere ver a la gente del Betis B en el primer equipo, quiere poder identificarse otra vez con su equipo. Con el Betis B con la permanencia casi conseguida, es AHORA o NUNCA para darle un giro radical a este equipo, en su forma de ser.
Que sea lo que tenga que ser, pero conservando la dignidad que algunos llevan empeñados durante años en quitarle, ante la pasividad de todos, yo el primero.
El ambiente que se respira en el equipo, se ha metido hasta en los tuétanos de los huesos de los aficionados, y yo el primero. Ayer, ante el Atlético de Madrid, otro equipo que nos gana andando, volví a sentir ese sopor en la grada que tanto me corroe por dentro. Esa sensación en la que uno ya no sabe muy bien cómo colocarse en el asiento, como cuando asistes a una película infumable que no parece terminar nunca.
Eso es lo que sentí y percibí ayer en el Ruiz de Lopera, antes llamado BENITO VILLAMARÍN, para algunos todavía EL VILLAMARÍN. Percibí ese pasotismo absoluto que hace que la gente se termine desentendiendo del partido, que no tenga ni siquiera ganas de chillar al final del encuentro, que acepta con total sumisión su destino.
Y yo soy el primero que se encuentra entre ellos, para qué lo voy a negar. Recuerdo que hace no mucho iba al estadio con mi radio y estaba pendiente de todos los resultados que se producían en los demás campos. Tenía la insaciable necesidad de saber en qué medida podía afectar éste o aquél resultado a mi Betis. Ayer, para que negarlo, no tenía ni la más mínima idea de cómo habían quedado los otros equipos.
Antes, recuerdo que un mal resultado del Betis me sumía en una casi total desesperación. He pasado noches en vela dándole vueltas a un tiro al palo que pudo cambiar nuestro destino, he necesitado un saco entero de cuernos para acordarme de toda la familia del árbitro por un penalti no pitado, una falta al borde del área no señalada para sentir el murmullo de la grada cuando Assunçao se acercaba a golpear el balón. Ayer, me fui a casa tan tranquilo, escuchando Kiss FM, que ya hay que tener ganas.
Ayer me pasé más tiempo fijándome en la rubia que había unos asientos más abajo que en el partido. El aburrimiento es tal que llega un momento en que terminas hablando del tiempo con tu vecino de localidad. Antes, incluso perdiendo, uno podía llegar a echar un buen rato en el fútbol. Hoy por hoy, este equipo te deprime de tal forma que llegas a sentir más pena que otra cosa.
Cuando el Atlético de Madrid marcó el primero, los aficionados rojiblancos presentes en el campo saltaron de alegría, normal. Uno que había cerca de mí se levantó e intentó mandar a callar a los atléticos con un "¡¡gilipollas!!" que se debió escuchar en todo el estadio. Instintivamente me levanté y mandé a callar a este aficionado bético, diciéndole algo así como "¡¡cállate, pero si somos muy malos!!" La verdad es que me salió de dentro.
Lo dicho, ayer llegué a mi casa y no tuve la más mínima tentación de ver los resúmenes de los partidos. Había visto ya todo lo que tenía que ver. Esta noche he dormido a pierna suelta. Imagino que es lo mismo que deben sentir los jugadores del Betis, con la diferencia que ellos a final de mes ven cómo les ingresan el oro y el moro, y que ahora Lopera volverá a estirarse con las primas por no descender. Lo que faltaba.
Con Chaparro como revulsivo, espero darle una segunda oportunidad a este equipo, y a mí mismo como aficionado, por qué no decirlo. Sólo espero que si tenemos que descender, al menos lo hagamos con dignidad. Espero que Chaparro venga a salvar al Betis, pero no a salvarlo para darle la oportunidad de poderlo salvar otra vez la temporada que viene.
Si Chaparro viene para poner a Somoza y compañía, para eso mejor que se hubiera quedado Cúper. La gente quiere morir matando, quiere ver a la gente del Betis B en el primer equipo, quiere poder identificarse otra vez con su equipo. Con el Betis B con la permanencia casi conseguida, es AHORA o NUNCA para darle un giro radical a este equipo, en su forma de ser.
Que sea lo que tenga que ser, pero conservando la dignidad que algunos llevan empeñados durante años en quitarle, ante la pasividad de todos, yo el primero.
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