Y el domingo cogeré mi bandera del Betis Libre...
Y caminaré como todos los partidos a animar a mi Betis, que no de Don Manuel, animaré como pueda al conjunto que juega al fútbol con mi sentimiento como aliento, que no a Don Manuel.
Y veré el partido rodeados de béticos, que no serán Don Manuel, y cantaré los goles (ojalá) pero no a Don Manuel, y cuando llegue el descanso miraré a mi lado y veré a miles de béticos hastiados, pero no a Don Manuel, y miraré al frente, y veré el viejo campo del Betis, también llamado Villamarín, y no veré el Manuel Ruiz de Lopera.
Y si ganamos me alegraré por todo el Betis, no sólo por Don Manuel. Y cantaré, sí, cantaré esta vez más alto que nunca al terminar el partido, da igual que pongan el himno a reventar en los penosos altavoces. Cantaré que ya está bien, levantaré mi bandera para que la vea, allá en el Villamarín, porque quiero un Betis mejor y eso pasa porque cambie de arriba a abajo todo, y éste caminará tranquilo hacia la puerta de cristales, a cantar más alto que nunca, a cantar contra los que están contra los béticos, allá ganemos por 5-0 con 6 goles de pavonne. Digo bien, 6 goles y ganemos por 5-0, y no pensaré que es Don Manuel el que lo ha traido, porque Don Manuel empieza a ser una idea difusa, extraña, divisora, tan ególatra que lo contagia a los que a sueldo presumen de béticos, de béticos que machacan a béticos.
El Domingo yo, Juan Carlos, iré más convencido que nunca, por Peñita, por Antonio, por Julián, por Íñigo, por Ricardo, por Camilo, por Isa, por Mariano, por Juan, por los miles y miles que se ven reflejados en su beticismo.
El Domingo llevaré mi bandera de un Betis Libre por el Betis. Por el Betis que conozco y mamo en las peñas y en la calle, el que pide a gritos que esto cambie y no porque entre la pelotita, sino por dignidad. El del bético que amargado descubre la verdadera hora de la verdad, la hora que se entera en qué han convertido a su Betis.
Y caminaré como todos los partidos a animar a mi Betis, que no de Don Manuel, animaré como pueda al conjunto que juega al fútbol con mi sentimiento como aliento, que no a Don Manuel.
Y veré el partido rodeados de béticos, que no serán Don Manuel, y cantaré los goles (ojalá) pero no a Don Manuel, y cuando llegue el descanso miraré a mi lado y veré a miles de béticos hastiados, pero no a Don Manuel, y miraré al frente, y veré el viejo campo del Betis, también llamado Villamarín, y no veré el Manuel Ruiz de Lopera.
Y si ganamos me alegraré por todo el Betis, no sólo por Don Manuel. Y cantaré, sí, cantaré esta vez más alto que nunca al terminar el partido, da igual que pongan el himno a reventar en los penosos altavoces. Cantaré que ya está bien, levantaré mi bandera para que la vea, allá en el Villamarín, porque quiero un Betis mejor y eso pasa porque cambie de arriba a abajo todo, y éste caminará tranquilo hacia la puerta de cristales, a cantar más alto que nunca, a cantar contra los que están contra los béticos, allá ganemos por 5-0 con 6 goles de pavonne. Digo bien, 6 goles y ganemos por 5-0, y no pensaré que es Don Manuel el que lo ha traido, porque Don Manuel empieza a ser una idea difusa, extraña, divisora, tan ególatra que lo contagia a los que a sueldo presumen de béticos, de béticos que machacan a béticos.
El Domingo yo, Juan Carlos, iré más convencido que nunca, por Peñita, por Antonio, por Julián, por Íñigo, por Ricardo, por Camilo, por Isa, por Mariano, por Juan, por los miles y miles que se ven reflejados en su beticismo.
El Domingo llevaré mi bandera de un Betis Libre por el Betis. Por el Betis que conozco y mamo en las peñas y en la calle, el que pide a gritos que esto cambie y no porque entre la pelotita, sino por dignidad. El del bético que amargado descubre la verdadera hora de la verdad, la hora que se entera en qué han convertido a su Betis.
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