--ANTOLOGÍA DEL DISPARATE en la provincia Baetica--
ANTOLOGÍA DEL DISPARATE EN LA PROVINCIA BAETICA
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CAPÍTULO 1: LAS AUTOVÍAS
- Hola, ¿es la oposición?
- Sí, dígame. ¿José Luís?
- Sí, Mariano, aquí el Presidente al aparato.
- Hombre, pues tú dirás.
- Que mira, que no sé si sabrás que la Unión Europea ha aprobado un presupuesto billonario para que hagamos una red de autovías que una las capitales de provincia de toda España.
- Sí, claro que lo sé.
- Ya. Pero es que, verás, resulta que la Unión Europea está empeñada en que todo el dinero que nos van a dar para que hagamos una red de autovías que una las capitales de provincia de toda España nos lo gastemos en hacer una red de autovías que una las capitales de provincia de toda España.
- Esto… sí, ya, ya.
- Pero es que encima los tuyos del Parlamento dicen que van a vigilar que todo el dinero que nos va a dar la Unión Europe para que hagamos una red de autovías que una las capitales de provincia de toda España nos lo gastemos en hacer una red de autovías que una las capitales de provincia de toda España.
- Pues sí, es verdad… pero no sé donde quieres llegar…
- Pues mira, que para que me vigilen, que las autovías las hagais vosotros, los de la oposición.
- ¿Co… como?
- Lo que has oido… que como sois tan listos y quereis vigilar ¡al Gobierno! pues que la oposición os encargueis de manejar el dinero de Bruselas y hacer la red de autovías, y así me dejais tranquilo… que jartura de no poder gobernar sin que te pregunten, joé…
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CAPÍTULO 2: LA CASA
- Muy buenas
- Hola
- Esto... si no es mucho preguntar, ¿que hace ahí sentado en el
porche?
- Pues mira, esperando a ver quien es el guapo que me hace una oferta por la casa.
- Querrá decir por el salón y el pasillo, ¿no? Es que el resto me han dicho que es de los otros miembros de la familia.
- Sí, de las criaturitas. Pero vamos, no te preocupes que llevo 15 años ocupando la casa completa.
- Ah, vale. Bueno, ¿y está a la venta?
- Pues mire, como el cuento de la buena pipa, no le digo ni que sí ni que no.
- Ah. Bueno, ¿puedo entrar a verla?
- No, hombre, eso cuando la compre.
- Pero... tendré que ver si tiene muebles, grietas, paredes, calidad de construcción, solidez de los muros, electródomésticos, calefacción, aire acondicionado o incluso si las losetas siguen en su sitio, ¿no?
- Me da a mí que es usted un destructor sin dinero.
- Bueno, en realidad queremos comprar la casa entre 40.000 personas.
- Pues nada, con la chequera por delante.
- Ya. Una preguntita: ¿tiene hipotécas pendientes?
- Cuando la compres lo verás.
- Verá, le voy a contar algo que tal vez haya olvidado: es que yo también soy de su familia, y esta casa me pertenece.
- Sí, claro, de la familia. Seguro que te alegras cuando se le caen ladrillos.
- Al revés. Pero bueno, a lo que iba: ¿puedo entrar, como propietario que soy?
- No
- Bueno… ¿pero al menos me puede decir cuanto pide?
- Pues mira, veinte veces lo que pagué y eso porque eres de la familia, que si no…
- Ya. Bueno, ¿y podría entrar un tasador para que usted le enseñe la casa?
- Que no, niño, que no. El cheque por delante y cuando compres la casa ya te llevarás la sorpresa cuando la veas por dentro...
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CAPÍTULO 3: EL BANCO
- Hola, buenas tardes, ¿está el señor Rodríguez?
- Al habla.
- Le paso con Don Emilio, presidente del primer Banco español.
- Ah… ¿es una broma?
- No, no, totalmente en serio
- Bueno…
(…)
- Buenas tardes.
- Buenas, Don Emilio.
- Usted es el señor Rodríguez, ¿no?
- Sí, el mismo.
- ¿El señor Rodríguez que en la última Junta de Accionistas criticó que el Banco hubiese abierto en Argentina?
- Pues sí, el mismo.
- Contento me tiene usted… todo un destructor del Banco.
- Hombre, verá…
- No, espere. Es que me he enterado que ha montado usted una asociación de pequeños accionistas del Banco.
- Bueno, pues… sí, para defender nuestros intereses como pequeños accionistas y…
- Sí, ya. Para atacar al Banco, hombre, que les veo venir.
- Pero…
- Nada de peros… ya veremos si en la Junta les dejan hablar, hombre, que voy a decirle a unos cuantos montañeses que yo conozco de Cantabria que se vengan a ver el ambiente.
- Pero, Don Emilio…
- Que se calle, hombre, que no quiere usted al Banco. Y le digo más, como me molesten mucho con esa asociación le diré que se encarguen ustedes de hacer la OPA al Banco Inglés, que yo no voy a mover un dedo.
- Pero…
- Le digo que no me replique. Y le digo algo más: la próxima Junta de Accionistas no pienso ni ir a aguantarle sus tonterías ni a usted ni a los suyos. Mandaré un busto y hablaré por videoconferencia. Ea, con Dios.
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CAPÍTULO 4: EL DESTRUCTOR
- ¿Qué tal, papá?
- Psss
- Oye, que he estado pensando…
- Que cansao, niño
- ¿El qué, papá?
- Lo de pensar.
- Ah, bueno, que he estado pensando que tal vez debería hacer
algo por intentar ayudar en algún lado.
- Pues mira, puedes empezar a ayudarme trayéndome las pipas, que no tengo ganas de levantarme del sofá.
- No, papá, en serio. Quiero decir ayudar a hacer cosas de las que me sienta orgulloso.
- ¿Por ejemplo?
- Hombre, pues por ejemplo apuntándome a la asociación de vecinos.
- ¿Pa qué?
- Pues para echarles una mano para que pongan un parque en el barrio.
- ¿Tú tienes dinero ni ná, niño?
- No
- ¿Tú vas a poner el parque?
- No, pero…
- Pues entonces déjate de tonterías.
- Ah… pues bueno, entonces me podría apuntar al sindicato en el curro.
- Pero vamos a ver, niño, ¿tú tienes dinero para comprar la empresa?
- No, claro que no.
- Entonces, ¿que leches le vas a decir tú a tu jefe, niño? Anda, anda…
- Pero papá…
- Ni pero ni leches.
- ¿Y afiliarme a un partido para ayudar?
- Anda el niño… ¿tú te crees que tienes labia pa ser político?
- No, papá, ni pretendo serlo. Pero creo que se puede echar una mano.
- Mira, niño, si no tienes dinero ni labia ni ná, quédate tranquilito.
- Ofu… pues mira, a lo mejor me apunto a una asociación de aficionados.
- ¿Cómo?
- Sí, papá, para ayudar a que las cosas se hagan mejor en nuestro club.
- Mira, niño, lo que tienes que hacer es animar los 90 minutos…
- Eso ya lo hago, papá. Igual o más que cualquiera.
- … y acompañar al equipo en los viajes más importantes…
- También lo hago, papá. Pero yo quiero hacer cosas el resto de la semana, no solo los domingos.
- Pero niño, tú tienes dinero ni ná.
- Ya te he dicho que no.
- Entonces déjate de hacer el destructor, cállate la boquita y a decir amén a lo que hagan los que mandan, ¿estamos?
- Ah… bueno, ¿y que puedo hacer entonces?
- Mu fácil, niño. Ponte el chandal y las pantunflas y te sientas aquí en el sofá de al lado que vamos a ver Gran Hermano. Y tráete la tableta de chocolate que luego da mucho coraje levantarse.
- Bueno…
- Y mañana, si nos coge con ganas de hacer algo, nos acercamos a la obra de aquí al lado para criticar a los albañiles…
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PD: Lamentablemente, ninguno de los capítulos anteriores va en la sección de Humor, sino en ésta justamente.
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CAPÍTULO 1: LAS AUTOVÍAS
- Hola, ¿es la oposición?
- Sí, dígame. ¿José Luís?
- Sí, Mariano, aquí el Presidente al aparato.
- Hombre, pues tú dirás.
- Que mira, que no sé si sabrás que la Unión Europea ha aprobado un presupuesto billonario para que hagamos una red de autovías que una las capitales de provincia de toda España.
- Sí, claro que lo sé.
- Ya. Pero es que, verás, resulta que la Unión Europea está empeñada en que todo el dinero que nos van a dar para que hagamos una red de autovías que una las capitales de provincia de toda España nos lo gastemos en hacer una red de autovías que una las capitales de provincia de toda España.
- Esto… sí, ya, ya.
- Pero es que encima los tuyos del Parlamento dicen que van a vigilar que todo el dinero que nos va a dar la Unión Europe para que hagamos una red de autovías que una las capitales de provincia de toda España nos lo gastemos en hacer una red de autovías que una las capitales de provincia de toda España.
- Pues sí, es verdad… pero no sé donde quieres llegar…
- Pues mira, que para que me vigilen, que las autovías las hagais vosotros, los de la oposición.
- ¿Co… como?
- Lo que has oido… que como sois tan listos y quereis vigilar ¡al Gobierno! pues que la oposición os encargueis de manejar el dinero de Bruselas y hacer la red de autovías, y así me dejais tranquilo… que jartura de no poder gobernar sin que te pregunten, joé…
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CAPÍTULO 2: LA CASA
- Muy buenas
- Hola
- Esto... si no es mucho preguntar, ¿que hace ahí sentado en el
porche?
- Pues mira, esperando a ver quien es el guapo que me hace una oferta por la casa.
- Querrá decir por el salón y el pasillo, ¿no? Es que el resto me han dicho que es de los otros miembros de la familia.
- Sí, de las criaturitas. Pero vamos, no te preocupes que llevo 15 años ocupando la casa completa.
- Ah, vale. Bueno, ¿y está a la venta?
- Pues mire, como el cuento de la buena pipa, no le digo ni que sí ni que no.
- Ah. Bueno, ¿puedo entrar a verla?
- No, hombre, eso cuando la compre.
- Pero... tendré que ver si tiene muebles, grietas, paredes, calidad de construcción, solidez de los muros, electródomésticos, calefacción, aire acondicionado o incluso si las losetas siguen en su sitio, ¿no?
- Me da a mí que es usted un destructor sin dinero.
- Bueno, en realidad queremos comprar la casa entre 40.000 personas.
- Pues nada, con la chequera por delante.
- Ya. Una preguntita: ¿tiene hipotécas pendientes?
- Cuando la compres lo verás.
- Verá, le voy a contar algo que tal vez haya olvidado: es que yo también soy de su familia, y esta casa me pertenece.
- Sí, claro, de la familia. Seguro que te alegras cuando se le caen ladrillos.
- Al revés. Pero bueno, a lo que iba: ¿puedo entrar, como propietario que soy?
- No
- Bueno… ¿pero al menos me puede decir cuanto pide?
- Pues mira, veinte veces lo que pagué y eso porque eres de la familia, que si no…
- Ya. Bueno, ¿y podría entrar un tasador para que usted le enseñe la casa?
- Que no, niño, que no. El cheque por delante y cuando compres la casa ya te llevarás la sorpresa cuando la veas por dentro...
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CAPÍTULO 3: EL BANCO
- Hola, buenas tardes, ¿está el señor Rodríguez?
- Al habla.
- Le paso con Don Emilio, presidente del primer Banco español.
- Ah… ¿es una broma?
- No, no, totalmente en serio
- Bueno…
(…)
- Buenas tardes.
- Buenas, Don Emilio.
- Usted es el señor Rodríguez, ¿no?
- Sí, el mismo.
- ¿El señor Rodríguez que en la última Junta de Accionistas criticó que el Banco hubiese abierto en Argentina?
- Pues sí, el mismo.
- Contento me tiene usted… todo un destructor del Banco.
- Hombre, verá…
- No, espere. Es que me he enterado que ha montado usted una asociación de pequeños accionistas del Banco.
- Bueno, pues… sí, para defender nuestros intereses como pequeños accionistas y…
- Sí, ya. Para atacar al Banco, hombre, que les veo venir.
- Pero…
- Nada de peros… ya veremos si en la Junta les dejan hablar, hombre, que voy a decirle a unos cuantos montañeses que yo conozco de Cantabria que se vengan a ver el ambiente.
- Pero, Don Emilio…
- Que se calle, hombre, que no quiere usted al Banco. Y le digo más, como me molesten mucho con esa asociación le diré que se encarguen ustedes de hacer la OPA al Banco Inglés, que yo no voy a mover un dedo.
- Pero…
- Le digo que no me replique. Y le digo algo más: la próxima Junta de Accionistas no pienso ni ir a aguantarle sus tonterías ni a usted ni a los suyos. Mandaré un busto y hablaré por videoconferencia. Ea, con Dios.
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CAPÍTULO 4: EL DESTRUCTOR
- ¿Qué tal, papá?
- Psss
- Oye, que he estado pensando…
- Que cansao, niño
- ¿El qué, papá?
- Lo de pensar.
- Ah, bueno, que he estado pensando que tal vez debería hacer
algo por intentar ayudar en algún lado.
- Pues mira, puedes empezar a ayudarme trayéndome las pipas, que no tengo ganas de levantarme del sofá.
- No, papá, en serio. Quiero decir ayudar a hacer cosas de las que me sienta orgulloso.
- ¿Por ejemplo?
- Hombre, pues por ejemplo apuntándome a la asociación de vecinos.
- ¿Pa qué?
- Pues para echarles una mano para que pongan un parque en el barrio.
- ¿Tú tienes dinero ni ná, niño?
- No
- ¿Tú vas a poner el parque?
- No, pero…
- Pues entonces déjate de tonterías.
- Ah… pues bueno, entonces me podría apuntar al sindicato en el curro.
- Pero vamos a ver, niño, ¿tú tienes dinero para comprar la empresa?
- No, claro que no.
- Entonces, ¿que leches le vas a decir tú a tu jefe, niño? Anda, anda…
- Pero papá…
- Ni pero ni leches.
- ¿Y afiliarme a un partido para ayudar?
- Anda el niño… ¿tú te crees que tienes labia pa ser político?
- No, papá, ni pretendo serlo. Pero creo que se puede echar una mano.
- Mira, niño, si no tienes dinero ni labia ni ná, quédate tranquilito.
- Ofu… pues mira, a lo mejor me apunto a una asociación de aficionados.
- ¿Cómo?
- Sí, papá, para ayudar a que las cosas se hagan mejor en nuestro club.
- Mira, niño, lo que tienes que hacer es animar los 90 minutos…
- Eso ya lo hago, papá. Igual o más que cualquiera.
- … y acompañar al equipo en los viajes más importantes…
- También lo hago, papá. Pero yo quiero hacer cosas el resto de la semana, no solo los domingos.
- Pero niño, tú tienes dinero ni ná.
- Ya te he dicho que no.
- Entonces déjate de hacer el destructor, cállate la boquita y a decir amén a lo que hagan los que mandan, ¿estamos?
- Ah… bueno, ¿y que puedo hacer entonces?
- Mu fácil, niño. Ponte el chandal y las pantunflas y te sientas aquí en el sofá de al lado que vamos a ver Gran Hermano. Y tráete la tableta de chocolate que luego da mucho coraje levantarse.
- Bueno…
- Y mañana, si nos coge con ganas de hacer algo, nos acercamos a la obra de aquí al lado para criticar a los albañiles…
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PD: Lamentablemente, ninguno de los capítulos anteriores va en la sección de Humor, sino en ésta justamente.
nada más gráfico para reflejar claramente lo que pasa.
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