Re: Anécdotas y recuerdos en el Benito Villamarín
Yo no nací bético. En un pueblo de Jaén, desde pequeño mi madre me inculcó el madridismo, en el colegio todo el mundo era o del Madrid o del Barça, mi padre decía que era del Granada (aunque en realidad pasaba mucho del fútbol) y yo fui del Madrid, incluso hay alguna foto mía con la equipacion merengue oculta en un rincón de la casa de mis padres.
Sí que el Betis me encontró a mi, en 1994, casi al empezar 1995. Yo, con 9 años casi recién cumplidos... decidí ser del Betis, equipo andaluz que había subido la temporada anterior y, que no se por qué, pero me llegó. Desde entonces... lo vivo al máximo, lo siento como si fuese bético de toda la vida. Ya os digo yo que no sólo se nace bético, sino que uno mismo también se hace.
El primer recuerdo que siempre llevaré a fuego en el alma fue la Copa del Rey ganada en el Calderón. Yo, en mi pueblo, con 20 años, grité aquel gol de Dani solo en mi habitación como nunca. Era feria y salí después del partido, y mientras bajaba a ver a mis amigos... no paraba de llorar, de alegría por supuesto. La piel de gallina a cada paso que daba. Felicidad máxima.
Otro gran recuerdo, fue la salvación en Santander. Yo, nervioso en casa de mis padres, no paraba de andar pasillo arriba pasillo abajo con la radio a todo volumen, nervioso, viendo como la Segunda División nos acechaba de nuevo. Cuando Edu consiguió marcar... recuerdo salir corriendo al salón donde estaban mis padres, gritar como un loco y a mi padre regañándome por hacer tanto ruido... pero no me importaba, nos habíamos salvado. De nuevo.
El recuerdo final... son un grupo de recuerdos unidos, todas y cada una de las veces que mi padre ha hecho el esfuerzo, sin gustarle el fútbol, de llevarme a la ciudad del Betis para ver uno de los partidos en el Villamarín. 6 horas de camino entre ida y vuelta que solo hacíamos una vez por temporada, pero que recuerdo como uno de los días más felices del año. Y es que no hay nada como la familia, que siempre hace lo posible por agradarnos, aunque a ellos no les satisfaga precisamente.
Ahora, con 29 años y viviendo en Liverpool... sigo al Betis día a día, esperando que algún año este equipo llegue a ser lo que merece, lo que nos merecemos los béticos.
Un saludo a todos, hermanos.
Yo no nací bético. En un pueblo de Jaén, desde pequeño mi madre me inculcó el madridismo, en el colegio todo el mundo era o del Madrid o del Barça, mi padre decía que era del Granada (aunque en realidad pasaba mucho del fútbol) y yo fui del Madrid, incluso hay alguna foto mía con la equipacion merengue oculta en un rincón de la casa de mis padres.
Sí que el Betis me encontró a mi, en 1994, casi al empezar 1995. Yo, con 9 años casi recién cumplidos... decidí ser del Betis, equipo andaluz que había subido la temporada anterior y, que no se por qué, pero me llegó. Desde entonces... lo vivo al máximo, lo siento como si fuese bético de toda la vida. Ya os digo yo que no sólo se nace bético, sino que uno mismo también se hace.
El primer recuerdo que siempre llevaré a fuego en el alma fue la Copa del Rey ganada en el Calderón. Yo, en mi pueblo, con 20 años, grité aquel gol de Dani solo en mi habitación como nunca. Era feria y salí después del partido, y mientras bajaba a ver a mis amigos... no paraba de llorar, de alegría por supuesto. La piel de gallina a cada paso que daba. Felicidad máxima.
Otro gran recuerdo, fue la salvación en Santander. Yo, nervioso en casa de mis padres, no paraba de andar pasillo arriba pasillo abajo con la radio a todo volumen, nervioso, viendo como la Segunda División nos acechaba de nuevo. Cuando Edu consiguió marcar... recuerdo salir corriendo al salón donde estaban mis padres, gritar como un loco y a mi padre regañándome por hacer tanto ruido... pero no me importaba, nos habíamos salvado. De nuevo.
El recuerdo final... son un grupo de recuerdos unidos, todas y cada una de las veces que mi padre ha hecho el esfuerzo, sin gustarle el fútbol, de llevarme a la ciudad del Betis para ver uno de los partidos en el Villamarín. 6 horas de camino entre ida y vuelta que solo hacíamos una vez por temporada, pero que recuerdo como uno de los días más felices del año. Y es que no hay nada como la familia, que siempre hace lo posible por agradarnos, aunque a ellos no les satisfaga precisamente.
Ahora, con 29 años y viviendo en Liverpool... sigo al Betis día a día, esperando que algún año este equipo llegue a ser lo que merece, lo que nos merecemos los béticos.
Un saludo a todos, hermanos.
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