Lo del Betis tiene que ser puro romanticismo. Un sentimiento imbuido en la agonía permanente que se sufre más que se disfruta, como si de una obsesión se tratara, pero que por su propia naturaleza obliga a vivirlo sin complejos ni la tentación racional de querer encontrarle explicación lógica a tanto episodio surrealista y dramático en la esfera institucional, zarandeada en los últimos días por la sucesión de pasajes que han tenido como protagonistas a supuestos pretendientes de las acciones de Lopera que ni confirman ni desmienten, y al propio consejero delegado, enrocado primero en la negativa a vender y luego seducido y meditabundo por el beneficio ligado a la macro propuesta de 100 millones que le pone encima de la mesa un grupo catalán. Hay cosas que ni se comprenden ni cambian nunca por muchas que sean las hojas del calendario de la vida que se arranquen.
En el epicentro de esa convulsión asoma la figura funámbula y ya cuestionada de Héctor Cúper, hombre de discurso cabal pero que en la toma de decisiones se le nota en los últimos partidos con la brújula algo perdida, síntoma inequívoco de que por más esfuerzo, horas y sesiones de entrenamiento que le dedica a la empresa, no da con la receta para sanar al enfermo. Mala cosa. Quizá ahora exista el atenuante de las lesiones, pero fue tan paupérrima la imagen del Betis ante Osasuna y Barcelona que el aficionado ya no entiende de excusas ni de razones. La esperanza mengua, al contrario que el crédito del técnico entre los jugadores, todavía intacto, aunque desde fuera dé la impresión de que ya lo ha probado todo: ha variado el dibujo, cambiado la alineación como un calcetín, dando acogida ahora a esos futbolistas contratados este verano para los que Lopera solicitaba una oportunidad... o seis, como en el particular caso de Pavone. Y nada. El equipo contabiliza un triunfo, sólo es mejor en la tabla que el Levante y esta tarde oposita con el Zaragoza de Ricardo Oliveira.
La realidad es que este Betis, apocado en el despliegue ofensivo y endeble en sus dominios, se le descompone al técnico porque si ya es grave que no se le aprecien los modales del equipo metalúrgico en el que pretendía convertirse, más preocupante, dado el acentuado bache deportivo que atraviesa, es que el virus de las lesiones se propague con virulencia en el vestuario. El parte de guerra es desolador: Melli, Rivas, Nano, Mark González, José Mari y Odonkor. Capi es la ausencia más llamativa de una lista a la que vuelven Sobis y Damiá y que engrosa el chaval de la cantera Álex Ortiz, al que, a razón de lo deslizado en sala de prensa por el preparador albiverde, se le dará la alternativa para que juegue de partida en el eje de la defensa junto a Juanito, novedad de confirmarse de la que puede colegirse que el rendimiento en dos partidos de Lima, el otro hombre sano para ese puesto, no ha convencido a quien tiene que hacerlo. Dicen que Cúper había pensado en Zamora, otro jugador del filial con el que ha trabajado esta semana, pero ocurre que éste, a diferencia de Ortiz, no tiene contrato profesional y es mayor de 23 años, impedimentos para debutar en Primera mientras no se le revise el contrato. Si Cúper lo hubiera convocado y alineado, el Betis habría incurrido en alineación indebida.
En el rival, el regreso de Oliveira es el principal atractivo del conjunto de Víctor Fernández. Y si el Betis es presa de la neurastenia, el cuadro aragonés lo es de la irregularidad. Mucho tiene que desarrollarse el motor de este Zaragoza para que los méritos que contraiga en primavera justifiquen el derroche económico del estío. De momento da una de cal y otra de arena y del mapa continental se borró hace unas semanas tras ser eliminado por el Aris de Salónica (¡). Y pese a todo es contendiente de potencial innegable, que más se le supone que lo demuestra, y dotado de talento a mansalva, por errático que puede resultar su funcionamiento colectivo, para derribar a cualquier enemigo. El de esta tarde se tambalea en el alambre, carga con una mochila repleta de derrotas y suspira por ser fiel a la leyenda centenaria que le da vida, la de la resurrección en los momentos de zozobra absoluta. El Betis en su definición genuina
http://www.alfinaldelapalmera.com/content/view/1524/38/
VIVA ER BETIS
En el epicentro de esa convulsión asoma la figura funámbula y ya cuestionada de Héctor Cúper, hombre de discurso cabal pero que en la toma de decisiones se le nota en los últimos partidos con la brújula algo perdida, síntoma inequívoco de que por más esfuerzo, horas y sesiones de entrenamiento que le dedica a la empresa, no da con la receta para sanar al enfermo. Mala cosa. Quizá ahora exista el atenuante de las lesiones, pero fue tan paupérrima la imagen del Betis ante Osasuna y Barcelona que el aficionado ya no entiende de excusas ni de razones. La esperanza mengua, al contrario que el crédito del técnico entre los jugadores, todavía intacto, aunque desde fuera dé la impresión de que ya lo ha probado todo: ha variado el dibujo, cambiado la alineación como un calcetín, dando acogida ahora a esos futbolistas contratados este verano para los que Lopera solicitaba una oportunidad... o seis, como en el particular caso de Pavone. Y nada. El equipo contabiliza un triunfo, sólo es mejor en la tabla que el Levante y esta tarde oposita con el Zaragoza de Ricardo Oliveira.
La realidad es que este Betis, apocado en el despliegue ofensivo y endeble en sus dominios, se le descompone al técnico porque si ya es grave que no se le aprecien los modales del equipo metalúrgico en el que pretendía convertirse, más preocupante, dado el acentuado bache deportivo que atraviesa, es que el virus de las lesiones se propague con virulencia en el vestuario. El parte de guerra es desolador: Melli, Rivas, Nano, Mark González, José Mari y Odonkor. Capi es la ausencia más llamativa de una lista a la que vuelven Sobis y Damiá y que engrosa el chaval de la cantera Álex Ortiz, al que, a razón de lo deslizado en sala de prensa por el preparador albiverde, se le dará la alternativa para que juegue de partida en el eje de la defensa junto a Juanito, novedad de confirmarse de la que puede colegirse que el rendimiento en dos partidos de Lima, el otro hombre sano para ese puesto, no ha convencido a quien tiene que hacerlo. Dicen que Cúper había pensado en Zamora, otro jugador del filial con el que ha trabajado esta semana, pero ocurre que éste, a diferencia de Ortiz, no tiene contrato profesional y es mayor de 23 años, impedimentos para debutar en Primera mientras no se le revise el contrato. Si Cúper lo hubiera convocado y alineado, el Betis habría incurrido en alineación indebida.
En el rival, el regreso de Oliveira es el principal atractivo del conjunto de Víctor Fernández. Y si el Betis es presa de la neurastenia, el cuadro aragonés lo es de la irregularidad. Mucho tiene que desarrollarse el motor de este Zaragoza para que los méritos que contraiga en primavera justifiquen el derroche económico del estío. De momento da una de cal y otra de arena y del mapa continental se borró hace unas semanas tras ser eliminado por el Aris de Salónica (¡). Y pese a todo es contendiente de potencial innegable, que más se le supone que lo demuestra, y dotado de talento a mansalva, por errático que puede resultar su funcionamiento colectivo, para derribar a cualquier enemigo. El de esta tarde se tambalea en el alambre, carga con una mochila repleta de derrotas y suspira por ser fiel a la leyenda centenaria que le da vida, la de la resurrección en los momentos de zozobra absoluta. El Betis en su definición genuina
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VIVA ER BETIS
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