Fútbol / PRIMERA DIVISION
El Betis vuelve a Segunda
Un zurdazo de Roberto Carlos y un nuevo gol de Anelka corroboraron su fracaso
ALEJANDRO DELMAS
REAL BETIS 0 - REAL MADRID 2
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BETIS
Prats, Otero, Vidakovic, Filipescu, L. Fernández, Cañas, Merino, Alexis, Denilson, Finidi, Alfonso
Cambios: Cuéllar por Alexis (min. 35), Gálvez por Merino (min. 53), Benjamín por L. Fernández (min. 65)
REAL MADRID
Casillas, Geremi, Iván Campo, Helguera, Karanka, R. Carlos, McManaman, Redondo, Savio, Anelka, Raúl
Cambios: Karembeu por McManaman (min. 73), Baljic por Savio (min. 77), Julio César por Anelka (min. 85)
Arbitro:Andradas Asurmendi
Tarjeta amarilla: Cañas, Denilson, McManaman y Luis Fernández.
Goles: 0-1: Roberto Carlos (min. 36). 0-2: Anelka (min. 66).
Incidencias: Manuel Ruiz de Lopera. 45.000 espectadores.
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Sevilla
En la ciudad de la alegría, al Real Madrid -de celeste oscuro- sólo le faltó aparecer con su célebre camiseta negra o con la máscara de la Muerte Roja. Le bastaron, sin embargo, la zurda de Roberto Carlos, los latigazos de Anelka, un guepardo en la espesura de la tensión y el sensacional fútbol de Fernando Redondo para enviar al Betis a Segunda División.
El reloj de ébano de Anelka marcó el descenso del Betis a las 18.45 horas, cuando el Oviedo empató en Vallecas tras el gol de Roberto Carlos. El silencio se abatió sobre Heliópolis y uno de los últimos reductos de la ciudad de la alegría llamada Sevilla, donde casi todo sale mal últimamente, excepto las fiestas primaverales.
Para eso se vive aquí, para la fiesta y el silencio permanentes. Para eso y no para analizar, razonar o construir equipos. El Betis de Hadzibegic salió suicidado ante el Madrid, que siempre iba a tener el balón ante una media de destructores, Cañas y Merino, más el avejentado Alexis.
Redondo se adueñó del partido y al Betis sólo le quedaba Alfonso, que atacó la defensa madridista con la furia de la desesperación, la decisión del que se juega la vida y el juego del superclase. A su lado, Finidi era una sombra, y Denilson -que puede haberse despedido del Betis-, un canto a la obcecación y el egoísmo.
Cuando Roberto Carlos hizo el 0-1 en el corazón de la tarde ardiente, el Madrid jugaba de salón y en el Betis, sin bandas, balón ni media, sólo existía Alfonso, que dio pases de gol a Cañas y Denilson, apretó a Casillas y, a los dos minutos del 0-1, cabeceó el balón al larguero del Madrid.
Un solo hombre -apoyado por los paradones de Prats a Savio y Anelka- trataba de quebrar el destino del Betis. Demasiado poco contra los demonios del infierno bético.
El 0-1 del descanso y el gol de Dubovsky en Vallecas dejaban al Betis en Segunda. Había un silencio eléctrico, mortal, nada que ver con el de la Maestranza, sino con el de una cripta mortuoria: los cuadros de las Postrimerías, de Valdés Leal. El presidente del Betis, tan adicto a las iglesias, podía haberse pasado por el Hospital de la Santa Caridad, donde los inquietantes arcos de Valdés nos recuerdan el triste final de las glorias mundanas...
En la segunda parte, el Betis fue cadáver desde que Anelka no perdonó en su tercera llegada explosiva, minuto 66. El ciberjugador francés pasaba junto a Filipescu como felino de sabana en busca de la presa. Detención imposible. Con su equipo noqueado, Alfonso pretendió enganchar al Betis a la vida. Resurrección y absolución imposibles. Finis gloriae mundi, Don Manué.
Y cuando la manecilla de Anelka, ébano puro, cerró la tarde ominosa en desesperanza verde, los últimos de los alegres seres de Heliópolis cayeron en la cuenta de que el Betis estaba en Segunda. Y, como podría haber escrito Poe, las tinieblas y la Muerte Roja se apoderaron del escenario. Este es el resultado del silencio, el servilismo, el encanallamiento y el disparate. En la ciudad de la alegría, eso sí.
Cada vez veo más cerca otra noticia como esta. Y hace más de 7 años ya, y fijaos cómo acababa el artículo (negrita).
Este tema va dedicado a todas las personas que menosprecian los sentimientos del antiloperismo haciéndolos pasar por pataletas derivadas de que "la pelotita no entra".
El Betis vuelve a Segunda
Un zurdazo de Roberto Carlos y un nuevo gol de Anelka corroboraron su fracaso
ALEJANDRO DELMAS
REAL BETIS 0 - REAL MADRID 2
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BETIS
Prats, Otero, Vidakovic, Filipescu, L. Fernández, Cañas, Merino, Alexis, Denilson, Finidi, Alfonso
Cambios: Cuéllar por Alexis (min. 35), Gálvez por Merino (min. 53), Benjamín por L. Fernández (min. 65)
REAL MADRID
Casillas, Geremi, Iván Campo, Helguera, Karanka, R. Carlos, McManaman, Redondo, Savio, Anelka, Raúl
Cambios: Karembeu por McManaman (min. 73), Baljic por Savio (min. 77), Julio César por Anelka (min. 85)
Arbitro:Andradas Asurmendi
Tarjeta amarilla: Cañas, Denilson, McManaman y Luis Fernández.
Goles: 0-1: Roberto Carlos (min. 36). 0-2: Anelka (min. 66).
Incidencias: Manuel Ruiz de Lopera. 45.000 espectadores.
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Sevilla
En la ciudad de la alegría, al Real Madrid -de celeste oscuro- sólo le faltó aparecer con su célebre camiseta negra o con la máscara de la Muerte Roja. Le bastaron, sin embargo, la zurda de Roberto Carlos, los latigazos de Anelka, un guepardo en la espesura de la tensión y el sensacional fútbol de Fernando Redondo para enviar al Betis a Segunda División.
El reloj de ébano de Anelka marcó el descenso del Betis a las 18.45 horas, cuando el Oviedo empató en Vallecas tras el gol de Roberto Carlos. El silencio se abatió sobre Heliópolis y uno de los últimos reductos de la ciudad de la alegría llamada Sevilla, donde casi todo sale mal últimamente, excepto las fiestas primaverales.
Para eso se vive aquí, para la fiesta y el silencio permanentes. Para eso y no para analizar, razonar o construir equipos. El Betis de Hadzibegic salió suicidado ante el Madrid, que siempre iba a tener el balón ante una media de destructores, Cañas y Merino, más el avejentado Alexis.
Redondo se adueñó del partido y al Betis sólo le quedaba Alfonso, que atacó la defensa madridista con la furia de la desesperación, la decisión del que se juega la vida y el juego del superclase. A su lado, Finidi era una sombra, y Denilson -que puede haberse despedido del Betis-, un canto a la obcecación y el egoísmo.
Cuando Roberto Carlos hizo el 0-1 en el corazón de la tarde ardiente, el Madrid jugaba de salón y en el Betis, sin bandas, balón ni media, sólo existía Alfonso, que dio pases de gol a Cañas y Denilson, apretó a Casillas y, a los dos minutos del 0-1, cabeceó el balón al larguero del Madrid.
Un solo hombre -apoyado por los paradones de Prats a Savio y Anelka- trataba de quebrar el destino del Betis. Demasiado poco contra los demonios del infierno bético.
El 0-1 del descanso y el gol de Dubovsky en Vallecas dejaban al Betis en Segunda. Había un silencio eléctrico, mortal, nada que ver con el de la Maestranza, sino con el de una cripta mortuoria: los cuadros de las Postrimerías, de Valdés Leal. El presidente del Betis, tan adicto a las iglesias, podía haberse pasado por el Hospital de la Santa Caridad, donde los inquietantes arcos de Valdés nos recuerdan el triste final de las glorias mundanas...
En la segunda parte, el Betis fue cadáver desde que Anelka no perdonó en su tercera llegada explosiva, minuto 66. El ciberjugador francés pasaba junto a Filipescu como felino de sabana en busca de la presa. Detención imposible. Con su equipo noqueado, Alfonso pretendió enganchar al Betis a la vida. Resurrección y absolución imposibles. Finis gloriae mundi, Don Manué.
Y cuando la manecilla de Anelka, ébano puro, cerró la tarde ominosa en desesperanza verde, los últimos de los alegres seres de Heliópolis cayeron en la cuenta de que el Betis estaba en Segunda. Y, como podría haber escrito Poe, las tinieblas y la Muerte Roja se apoderaron del escenario. Este es el resultado del silencio, el servilismo, el encanallamiento y el disparate. En la ciudad de la alegría, eso sí.
Cada vez veo más cerca otra noticia como esta. Y hace más de 7 años ya, y fijaos cómo acababa el artículo (negrita).
Este tema va dedicado a todas las personas que menosprecian los sentimientos del antiloperismo haciéndolos pasar por pataletas derivadas de que "la pelotita no entra".
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