Mi bandera de un Betis Libre
Son momentos críticos, no se habla de la calidad de Sobis, de la progresión de Vega, de los árbitros o incluso de las lesiones.
Quizá dentro de unos años se vean estos momentos como cruciales en nuestra historia. Quizá salgan muchos diciendo el manido "yo ya lo dije, yo hice, yo... etc.". Pero lo cierto es que el beticismo se está desperezando, está desentumeciendo sus músculos y se está moviendo sabiendo de sus fuerza.
Para entonces, dentro de unos años, éste que escribe mirará a sus hijos en el campo del Betis y se sentirá simplemente orgulloso de verlos en verdiblanco, de verlos ver a su Betis, esté donde esté.
Quizá en la Viña, o el Avelino me encuentre con ya viejos compañeros y amigos y hablaremos de partidos míticos, de las heridas que nos dejó este tiempo que vivimos, de aquello que se inició un mes de abril de 2007, año del centenario bético.
Quizá me encuentre entre mis cosas unas banderas que guardé entre mis tesoros. Una, la del centenario, recogida en momentos de enorme ilusión, ganas y tremendo beticismo y otra, la del BETIS LIBRE, símbolo de la unión de muchos, muchísimos béticos para salvar no a once jugadores, una temporada o una categoría. Se unieron para salvar un sentimiento que entronca con lo más profundo de los corazones de cientos de miles de béticos, ante la incomprensión, el miedo a lo desconocido y la leyenda falsa de un año que se atraganta ya a los béticos, el 92.
Quizá imaginando el futuro, quiero ver que que otras generaciones cojan el testigo de aquellos que quisieron que el Betis fuese más allá que el sueño megalómano de una persona.
Pero lo que a mi me queda de todo esto es que hay béticos que no sólo van a chillar a la puerta de cristales cuando se pierde, sino que se sientan y piensan, que dedican mucho más que las tardes de domingo a recuperar lo que de pronto muchos se han dado cuenta que está secuestrado, y no termina por narices en las siglas SAD.
Alguno puede decir que es sólo fútbol, pero no es así, el Betis es mucho más.
Son momentos críticos, no se habla de la calidad de Sobis, de la progresión de Vega, de los árbitros o incluso de las lesiones.
Quizá dentro de unos años se vean estos momentos como cruciales en nuestra historia. Quizá salgan muchos diciendo el manido "yo ya lo dije, yo hice, yo... etc.". Pero lo cierto es que el beticismo se está desperezando, está desentumeciendo sus músculos y se está moviendo sabiendo de sus fuerza.
Para entonces, dentro de unos años, éste que escribe mirará a sus hijos en el campo del Betis y se sentirá simplemente orgulloso de verlos en verdiblanco, de verlos ver a su Betis, esté donde esté.
Quizá en la Viña, o el Avelino me encuentre con ya viejos compañeros y amigos y hablaremos de partidos míticos, de las heridas que nos dejó este tiempo que vivimos, de aquello que se inició un mes de abril de 2007, año del centenario bético.
Quizá me encuentre entre mis cosas unas banderas que guardé entre mis tesoros. Una, la del centenario, recogida en momentos de enorme ilusión, ganas y tremendo beticismo y otra, la del BETIS LIBRE, símbolo de la unión de muchos, muchísimos béticos para salvar no a once jugadores, una temporada o una categoría. Se unieron para salvar un sentimiento que entronca con lo más profundo de los corazones de cientos de miles de béticos, ante la incomprensión, el miedo a lo desconocido y la leyenda falsa de un año que se atraganta ya a los béticos, el 92.
Quizá imaginando el futuro, quiero ver que que otras generaciones cojan el testigo de aquellos que quisieron que el Betis fuese más allá que el sueño megalómano de una persona.
Pero lo que a mi me queda de todo esto es que hay béticos que no sólo van a chillar a la puerta de cristales cuando se pierde, sino que se sientan y piensan, que dedican mucho más que las tardes de domingo a recuperar lo que de pronto muchos se han dado cuenta que está secuestrado, y no termina por narices en las siglas SAD.
Alguno puede decir que es sólo fútbol, pero no es así, el Betis es mucho más.
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