Me parece cansino el pimpampum en el que hemos caido los béticos. En esta fractura que se acrecenta a cada partido parece que no hay remedio. Y se ve en la calle. Aquí, los partidarios y detractores de la actual política que lleva el máximo dirigente tienen sus propios fantasmas. "Unos" creen que si se pierde se alegrarán los "otros", como si a un bético le apeteciese ver perder al Betis. Los "otros" creen que si el Betis gana servirá de motivo insalvable a los "unos" para refregar que las cosas se hacen bien, que todo va bien, que no son más que cuatro descontentos amargados.

Y qué queda??? Desasosiego. Porque no se ve nada nuevo en el horizonte. El magnífico entrenador que ha venido este año está intentando montar un equipo que nos salve de la agonía en la que el Betis está inmerso. Sus jugadores, los nuevos, parece que no dan la talla para este entrenador, que sin ser de fútbol exquisito, sí tiene tras de sí una trayectoria, cuando menos, brillante.

En la grada, los béticos esperan siempre lo mejor de su equipo, de sus once jugadores que saltan al campo, cada domingo, aquí y fuera donde miles de béticos siguen a los suyos ganen o pierdan. Y todo eso a pesar de los resultados, y todo eso a pesar de muchas cosas...

Pero, entonces, qué falla aquí? Es una pregunta que me hago muy a menudo y que no encuentro más respuesta que la misma. Desgraciadamente es la misma una y otra vez. El miedo al cambio de los béticos, el miedo a la travesía por el desierto, el miedo a una suerte ya vivida y que se transformó en leyenda. Pero que no es el caso para la situación en la que vive nuestro Betis.

El miedo a lo que vendrá lleva a pensar en que mejor lo malo conocido. Es cierto que la gestión actual del club no gusta ni a los partidarios, porque no saben qué se van a encontrar cada mañana o cada tarde al leer el periódico, al escuchar nuestra radio, al salir a la peña o el propio día del partido. No saben en estas arenas movedizas si hoy se acabó el centenario o sigue, si la secretaría técnica trabaja a medio plazo o simplemente espera un fax de un jugador libre de costes, si tenemos presidente o no, si nuestro consejero delegado mañana será máximo accionista o pasado general en jefe, si las peñas van cada una a su aire o existe interés en que se agrupen, o todo lo contrario. Así podemos seguir con unos interrogantes que llenan de incertidumbre incluso a los más acérrimos seguidores de la gestión del club, porque acérrimos seguidores béticos somos todos.

Y a qué lleva esto??? a que al mirar al lado veamos a los béticos desde distinto prisma. Será pro o anti??? podré hablar de la gestión del club o acabaremos peleados??? Total, que no nos queremos ni expresar. Y más cuando si entra la pelotita ves como unos "escupen" a otros y cuando no entra es al revés. Todo pasa de un partido a otro, nos creemos que si se le grita al palco desestabilizamos y si no se le grita apoyamos la gestión. O todo o nada. Y desgraciadamente es el sino actual de nuestro Betis, el todo o la nada.

Desde luego que el que escribe espera siempre un gesto de quien manda hacia el resto de esta masa social que lejos de seguir a una sociedad anónima sigue a un sentimiento. Pero los gestos son parciales, son gestos que piden adhesión inquebrantable, son gestos en los que no tienen cabida ni la crítica, nunca contemplada, ni dejan la puerta abierta a que nadie que no sea del entorno pueda aportar algo. O conmigo o contra mí, se desprende de las intervenciones, muchas veces tristes y poco adecuadas, que salen de la cabeza visible de la gestión del club. Y así se ha demostrado en temas tan sensibles para esos béticos que siguen el sentimiento como sus mitos, como su centenario, como el propio día a día de su beticismo. A veces se quiere arreglar con un par de pines en una visita donde nunca se estuvo, pero es tapar un agujero cada vez más grande, más profundo.

¿Soy pesimista tras leer estas líneas? Creo que no, creo que no porque pienso en que se puede hacer las cosas mejor, en que hay gente dispuesta a ayudar, gente que quiere al Betis y quiere algo mejor para el Betis. Lo compruebo día a día, con trabajo serio, con horas robadas a la familia, a su trabajo, con acusaciones recibidas, gravísimas e injustas, y ahí siguen, haciendo Betis.