José A. Espina
Cambiar un poco para que no cambie nada". Dogma que cimentó al antiguo régimen, la frase deviene en práctica habitual durante estos agonizantes tiempos de oscuridad loperiana. A medida que menguaba su megalomanía inicial, la de los Finidis y los Alfonsos, Donmanué encogió el bolsillo y las apariciones públicas: un fichajito aquí, una gracieta allá. Sí. Lopera daba limosnas al beticismo con el fin primordial de seguir manteniendo lo que ayer definió él mismo como "capricho", el Betis.
Pero el juguete, ese capricho, está a punto de explotarle en las manos como les reventó el antiguo régimen a quienes lo ostentaban. El beticismo pide a gritos su cabeza y Lopera se enroca en un orgullo que pretendía intocable. No hay o más bien no quiere gastarse dinero en fichajes, pero las palabras no cuestan. De momento, las elecciones de taberna, las ofertas madrileñas y el "sálvese quién pueda, nos vamos al Olímpico", son sólo gritos de desesperación donmanuelinos... Y gritos de esperanza para la mayoría de los béticos. La excentricidad extrema (caballo de Calígula, mechero de Nerón) precede siempre a la revolución, la catarsis: el cambio que necesita este Betis defenestrado.
Cambiar un poco para que no cambie nada". Dogma que cimentó al antiguo régimen, la frase deviene en práctica habitual durante estos agonizantes tiempos de oscuridad loperiana. A medida que menguaba su megalomanía inicial, la de los Finidis y los Alfonsos, Donmanué encogió el bolsillo y las apariciones públicas: un fichajito aquí, una gracieta allá. Sí. Lopera daba limosnas al beticismo con el fin primordial de seguir manteniendo lo que ayer definió él mismo como "capricho", el Betis.
Pero el juguete, ese capricho, está a punto de explotarle en las manos como les reventó el antiguo régimen a quienes lo ostentaban. El beticismo pide a gritos su cabeza y Lopera se enroca en un orgullo que pretendía intocable. No hay o más bien no quiere gastarse dinero en fichajes, pero las palabras no cuestan. De momento, las elecciones de taberna, las ofertas madrileñas y el "sálvese quién pueda, nos vamos al Olímpico", son sólo gritos de desesperación donmanuelinos... Y gritos de esperanza para la mayoría de los béticos. La excentricidad extrema (caballo de Calígula, mechero de Nerón) precede siempre a la revolución, la catarsis: el cambio que necesita este Betis defenestrado.
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