Anuncio

Colapsar
No hay anuncio todavía.

La Leyenda de "Siete Pulmones"

Colapsar

Adaptable Foro

Colapsar
X
  • Filtrar
  • Tiempo
  • Mostrar
Limpiar Todo
nuevos mensajes

  • #16
    Re: La Leyenda de "Siete Pulmones"

    Compra obligada como bético y además por cuestiones personales ya que me gustaría ver si el libro refleja una curiosa circunstancia que toca muy de cerca a mi familia.

    Por otra parte me parece alucinante que en la portada de un libro haya una falta de ortografía. Los apodos se escriben con mayúscula, nada de "siete pulmones" (sic)

    Comentario


    • #17
      Re: La Leyenda de "Siete Pulmones"

      “Siempre es agradable que se acuerden de ti después de tanto años. Algunas veces me enfado porque los béticos se conforman con poca cosa y hay que ser un poco más exigente. Se puede perder en la vida. Yo he perdido muchas veces pero el que me ha ganado ha tenido que correr. Andando no me ha ganado nadie. El fútbol es fuerza, inteligencia y requiere de una serie de condiciones y para mí es un sufrimiento porque el Betis no rompe. Yo sé que todos los que van a venir lo harán con las mejores intenciones pero a ver si se acaba esto y se le da alegrías a esta afición porque se lo merecen”.

      Del Sol: "Los béticos se conforman con poca cosa y hay que ser un poco más exigentes" - Al final de la Palmera

      Comentario


      • #18
        Re: La Leyenda de "Siete Pulmones"

        Haga clic en la imagen para ver una versión más grande

Nombre:	luis.jpg
Visitas:	1
Size:	60,4 KB
ID:	6473272

        EL MITO SUPREMO

        Antes de ninguna otra cosa querría felicitar a la Editorial Alfar por haberse embarcado en la publicación de este libro.
        Mi felicitación asimismo al autor de la obra, a Ricardo Hurtado Simó, por traernos este relato en el que de manera tan precisa se detalla la vida y la obra futbolística de Luis del Sol.
        Un libro que, sin duda, servirá para seguir alargando la leyenda formidable de esta figura irrepetible.

        Y que, además, llega envuelto en el aroma sentimental de su autor, al que su apellido Simó le otorga una garantía de beticismo cuya mera evocación nos hace recordar ese Betis verdadero y profundo del que han sido excelentes embajadores a lo largo de los tiempos su abuelo y su madre.

        Aquel aristócrata del beticismo que fue Don Manuel Simó Mateos, “uno de esos béticos de los que venimos todos los béticos”…

        Y esta señora ejemplar que se encuentra en la primera fila, Isabel Simó, que fuera consejera de la entidad, pero que, sobre todo, ha sido, y lo sigue siendo, un modelo de compromiso y generosidad con el Betis que nos enseñaron.

        A Ricardo Hurtado Simó le quiero agradecer, además, que por segunda vez me haya dado la oportunidad de participar en su obra (ya ocurrió con ocasión del libro dedicado a Don Manuel Simó) lo cual me ha permitido vincular mis sentimientos a dos libros que hablan del Betis eterno y de la pureza de nuestras convicciones.

        Ese Betis que entonces y ahora el Betis es el Betis, siempre el Betis, por encima de las personas y de las circunstancias.

        El Betis universal que no es menos porque pierda ni más porque gane. El Betis que va encadenando generaciones porque su ser natural trasciende las hojas del calendario hasta convertirse en una pasión. La simple pasión de ser del Betis.

        Y que por eso siempre ha sido capaz de sobrevivir al resultado del domingo, a la clasificación de la temporada y a la categoría en la que milite.

        Y de ese Betis es hijo Luis del Sol, sencillamente, el mejor futbolista que se ha puesto la camiseta del Betis desde que el Betis existe.

        El mito supremo.

        Aquella fuerza desatada, aquel ciclón, que convirtió los prosaicos años 50 en tiempos de gloria.
        Y eso refiere con detalle este libro:
        • Su llegada a Heliópolis gracias al buen ojo del Mister Valera y de Antonio Quijano.
        • Su debut en Badajoz y sus dos primeros goles en Tetuán.
        • Y, enseguida, la llegada a la presidencia de Don Benito Villamarín.

        Dos nombres que por los siglos de los siglos, se convertirán en los símbolos de la regeneración del club.

        La gente empieza a ir a Heliópolis “a ver a Del Sol” y termina encontrándolo todas las tardes. Un ídolo, una bandera, que genera pasiones y mueve sentimientos.

        Y que siendo así, retorna con el Betis a Primera División el 1 de junio de 1958. Un ascenso que fue clave.

        Que significó el final de la travesía del desierto y al que siguió aquel gol que inauguró el jubileo del 2-4 hasta provocar el éxtasis de todos aquellos combatientes que tanto habían sufrido cuando la vida parecía no tener sentido.

        Más tarde, tras aquellos días de vino y rosas, vinieron otras primaveras y otros otoños. Un tiempo siempre fecundo para aquel futbolista que cada vez era más grande. Y que tanto lo fue, que un día de abril de 1960 lo traspasaron al Real Madrid. Al cuatro veces campeón de Europa que, ya con él, lo sería cinco.

        En Chamartín se vistió de blanco con los más grandes que jamás han existido y la onda expansiva de su nombre y de su fútbol lo llevó dos años más tarde a la Juventus de Turín, a esa “Vecchia Signora” que también habita en el territorio de las leyendas.

        Regresó en el 72, esa temporada que ya será para siempre “aquella en que volvió Del Sol”. y entonces fue cuando lo vi jugar.

        Pero venía conmigo de antes, desde mucho antes, porque Luis del Sol había sido, nada menos y nada menos, que el ídolo de mi padre.

        Por eso, yo entonces ya lo sabía casi todo de Luis del Sol.
        Lo que oí mil veces oyendo a hablar a los béticos que en mi casa sólo hablaban del Betis.
        • De cómo era cuando tenía la pelota en los pies.
        • De ese corazón que no le cabía entre las trece barras.
        • De ese regate seco y cortante.
        • De aquel incidente con el brasileño al que fue a darle con el palo del banderín de córner.
        • De aquel larguero roto la tarde que golearon al Extremadura…

        Lo vi jugar por primera vez una tórrida tarde de agosto cuando se levantaba la tribuna de Gol Sur que cayó el verano pasado.
        Pero en mi imaginario ya lo había visto muchas veces:
        • Abrazándose a Juan Arza antes de la toma de Nervión
        • Con la camiseta blanca del Madrid al lado de Di Stéfano.
        • Con el brazalete de capitán de la “Vecchia Signora”.
        • De cómo contaban los periódicos que había llegado a Sevilla para pasar sus vacaciones.
        • De las imágenes en blanco y negro en las que se le veía jugando con la selección.
        • Conservado en plena juventud en aquellas entradas que se guardaban en mi casa.
        • Fotografiado en recortes amarillentos que contaban su traspaso.

        Jugó apenas un año y se retiró a los cuarteles de la memoria hasta que una mañana de marzo de 1986 fue presentado como nuevo entrenador del Real Betis Balompié.
        Se sentó en el banquillo por primera vez en San Mamés y desde ese momento fue un clásico de la dirección deportiva.

        Un leal servidor al que a mediados de la temporada 2000-01 le pidieron el supremo esfuerzo de ascender al Betis.

        Y lo ascendió. Sin una palabra más alta que otra y sin afectación ninguna.
        Como es él, de ley.

        El paso de la vida me ha concedido el impagable honor de que él me considere su amigo.
        Un orgullo difícilmente explicable.

        Por eso me siento tan honrado de participar en este acto y de poner mi firma al pie de
        tanta grandeza

        Y por ello vuelvo a agradecerle a Ricardo Hurtado Simó que haya puesto verde sobre blanco la historia de ese nombre que fue de generación en generación rememorando hazañas memorables.

        El mito supremo.

        Que por ser el ídolo de mi padre, fue mi ídolo dos veces.

        Muchas gracias.

        Texto leido por Manolo Rodriguez en la presentación de su libro.

        Comentario

        Adaptable footer

        Colapsar
        Espere un momento...
        X