Querido Betis,
Nací en la ciudad del Guadalquivir allá por el 85, poco me queda de los 31 que calzo, tras 19 años viviendo allí y algunos más a caballo entre el norte y el sur, acabé por marcharme de allí. El trabajo, al principio, y la vida y sus circunstancias acabaron por afincarme en Zaragoza, Caesar Augusta, la ciudad de César Augusto. Aquí he cambiado muchos hábitos, Betis, he dejado de ir a ver mi tierra, mi casa, tan a menudo como me gustaría, pero jamás, JAMÁS, he dejado de verte a ti, aún en la distancia, sigo aprisionado en tus barras.
Estimado y querido Betis, mis primeros recuerdos de ti tiene como protagonistas, precisamente, al Real Zaragoza, en una eliminatoria de Copa, con un Gol Sur prácticamente abandonado, donde quedábamos cuatro gatos y donde, por supuesto, no había un asiento ni medio. Aquel día muchos béticos pensaron que marcharse era mejor que aguantar otra de tantas vergüenzas en verdiblanco. Mi padre, protagonista de todos los recuerdos que guardo de ti, me dijo que nunca se abandonaba a un ser querido. Y así ha sido siempre Betis, SIEMPRE, hasta este año. Durante la temporada 2016-17 has conseguido, Betis, que deje partidos a medio ver, noticias a medio seguir o rumores a medio escuchar.
Betis, el primer recuerdo que guardo de tu césped es aquel que viví cuando tuve la grandísima oportunidad de pisarlo, junto a Merino I. Aquel día, mi mayor preocupación, Betis, era que con mi maravillosa equipación no tenía unas botas a juego y tenía que ir en botines. Inocencia de crío supongo.
También recuerdo a Diezma haciendo paradones y a Vlada Stosic con el 9 a la espalda. A Menéndez marcando aquel gol en el embarrado campo del Albacete. Recuerdo a Márquez y a su majestuosa volea. Recuerdo, Betis, aquella flamante camiseta Front Runner que mis padres me regalaron con tremendo esfuerzo y como mi padre me decía que los del otro equipo de la ciudad eran unos pobretones, por que sólo les ponía F. Runner.
¡Ay, Betis! Incluso recuerdo aquel gol de Edu al Mónaco en la previa de Champions y el abrazo con mi padre en preferencia. Recuerdo el gol de Dani al Chelsea, el primer gol que viví ya en el norte y en la distancia. Recuerdo como hinchas de equipos muy dispares cantaron ese gol a pleno pulmón.
***** Betis, tengo tantos recuerdos así. Tantos y tantos recuerdos de victorias y derrotas, de empates que no dijeron nada, como cantaba el gran Attila. En serio Betis, contigo lloré y reí, y asumí, que ser bético podía ser sinónimo de muchas cosas, pero no de éxito garantizado. Y así, con ello, hinchaba mi pecho cada vez que alguien me preguntaba que como podía ser del Betis.
Pero, como dijo Carlos Herrera en su pregón en 2001:
"Hoy mi amor, tras los años, tenemos tantos golpes que ya ni de pie cabremos en la muerte [..] Sin embargo sigo amándote con la misma imprudencia de siempre, como si fueras sólo mía, con la furia de los tímidos o con la impericia de los adolescentes, sigo abrigando una tortuosa senda de sentires que me lleva inevitablemente ante ti."
Y ante ti estoy, Betis. Ante ese Betis que me gusta recordar, aquel Betis. Ese Betis que ganaba y perdía, que conseguía éxitos y descensos por igual, aquel Betis que, pese a su idiosincrasia, jamás perdió la vergüenza ni las formas.
Hoy, Betis, te has vendido y no sólo contento con eso, lo has demostrado y te has dejado ver las vergüenzas. Como ya hicieras el año pasado o este mismo en otras jornadas. Quizás por que te quiero, por que eres un sentimiento arraigado en mí, no quiero decir que seas tú el vendido, que lo son los futbolistas, los directivos y entrenadores que te maldirigen, pero la realidad Betis, es que sea como sea, la imagen dañada es la tuya. Mañana no dirán que alguien ha robado, dirán que tú, mi Betis, el Betis de los insulsos béticos se vendió.
No me extiendo más Betis, seguiré recordando aquel Betis que formó parte de mi vida y seguiré estando ahí, para seguirte, pero ya no será igual Betis.
Puedo perder, puedo ir al infierno Betis, puedo ser un hincha derrotado, pero no puedo ser un hincha corrupto ni ladrón. Eso te lo dejo a ti, que se ve que ya no te importa.
Nací en la ciudad del Guadalquivir allá por el 85, poco me queda de los 31 que calzo, tras 19 años viviendo allí y algunos más a caballo entre el norte y el sur, acabé por marcharme de allí. El trabajo, al principio, y la vida y sus circunstancias acabaron por afincarme en Zaragoza, Caesar Augusta, la ciudad de César Augusto. Aquí he cambiado muchos hábitos, Betis, he dejado de ir a ver mi tierra, mi casa, tan a menudo como me gustaría, pero jamás, JAMÁS, he dejado de verte a ti, aún en la distancia, sigo aprisionado en tus barras.
Estimado y querido Betis, mis primeros recuerdos de ti tiene como protagonistas, precisamente, al Real Zaragoza, en una eliminatoria de Copa, con un Gol Sur prácticamente abandonado, donde quedábamos cuatro gatos y donde, por supuesto, no había un asiento ni medio. Aquel día muchos béticos pensaron que marcharse era mejor que aguantar otra de tantas vergüenzas en verdiblanco. Mi padre, protagonista de todos los recuerdos que guardo de ti, me dijo que nunca se abandonaba a un ser querido. Y así ha sido siempre Betis, SIEMPRE, hasta este año. Durante la temporada 2016-17 has conseguido, Betis, que deje partidos a medio ver, noticias a medio seguir o rumores a medio escuchar.
Betis, el primer recuerdo que guardo de tu césped es aquel que viví cuando tuve la grandísima oportunidad de pisarlo, junto a Merino I. Aquel día, mi mayor preocupación, Betis, era que con mi maravillosa equipación no tenía unas botas a juego y tenía que ir en botines. Inocencia de crío supongo.
También recuerdo a Diezma haciendo paradones y a Vlada Stosic con el 9 a la espalda. A Menéndez marcando aquel gol en el embarrado campo del Albacete. Recuerdo a Márquez y a su majestuosa volea. Recuerdo, Betis, aquella flamante camiseta Front Runner que mis padres me regalaron con tremendo esfuerzo y como mi padre me decía que los del otro equipo de la ciudad eran unos pobretones, por que sólo les ponía F. Runner.
¡Ay, Betis! Incluso recuerdo aquel gol de Edu al Mónaco en la previa de Champions y el abrazo con mi padre en preferencia. Recuerdo el gol de Dani al Chelsea, el primer gol que viví ya en el norte y en la distancia. Recuerdo como hinchas de equipos muy dispares cantaron ese gol a pleno pulmón.
***** Betis, tengo tantos recuerdos así. Tantos y tantos recuerdos de victorias y derrotas, de empates que no dijeron nada, como cantaba el gran Attila. En serio Betis, contigo lloré y reí, y asumí, que ser bético podía ser sinónimo de muchas cosas, pero no de éxito garantizado. Y así, con ello, hinchaba mi pecho cada vez que alguien me preguntaba que como podía ser del Betis.
Pero, como dijo Carlos Herrera en su pregón en 2001:
"Hoy mi amor, tras los años, tenemos tantos golpes que ya ni de pie cabremos en la muerte [..] Sin embargo sigo amándote con la misma imprudencia de siempre, como si fueras sólo mía, con la furia de los tímidos o con la impericia de los adolescentes, sigo abrigando una tortuosa senda de sentires que me lleva inevitablemente ante ti."
Y ante ti estoy, Betis. Ante ese Betis que me gusta recordar, aquel Betis. Ese Betis que ganaba y perdía, que conseguía éxitos y descensos por igual, aquel Betis que, pese a su idiosincrasia, jamás perdió la vergüenza ni las formas.
Hoy, Betis, te has vendido y no sólo contento con eso, lo has demostrado y te has dejado ver las vergüenzas. Como ya hicieras el año pasado o este mismo en otras jornadas. Quizás por que te quiero, por que eres un sentimiento arraigado en mí, no quiero decir que seas tú el vendido, que lo son los futbolistas, los directivos y entrenadores que te maldirigen, pero la realidad Betis, es que sea como sea, la imagen dañada es la tuya. Mañana no dirán que alguien ha robado, dirán que tú, mi Betis, el Betis de los insulsos béticos se vendió.
No me extiendo más Betis, seguiré recordando aquel Betis que formó parte de mi vida y seguiré estando ahí, para seguirte, pero ya no será igual Betis.
Puedo perder, puedo ir al infierno Betis, puedo ser un hincha derrotado, pero no puedo ser un hincha corrupto ni ladrón. Eso te lo dejo a ti, que se ve que ya no te importa.
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