El Betis suma un nuevo ridículo en esta liga ante los suplentes de un equipo que no se disputaba nada. El Alavés, con un planteamiento conservador, penalizó los errores de un equipo nervioso, pese a ir ganando, y le endosó la segunda mayor goleada como local esta temporada. El Betis de Víctor, que en principio salía con su mejor once, nunca encontró vía para hacer daño a los vitorianos.
Difícil explicar lo sucedido hoy en el Villamarín en la segunda mitad. Complicado de entender como un equipo con un planteamiento tan conservador como el Alavés, llegando con poquísimos hombres al ataque, te marque tres goles en diez minutos y sin variar ni un ápice su forma de jugar de una mitad a otra. No hay excusas, no hay defensa, el Betis volvió a ser hoy su mayor enemigo.
Durante toda la temporada llevamos hablando como la mayoría de equipos que vienen al Villamarín hacen prácticamente el mismo partido porque es el camino más sencillo de conseguir sacar puntos en Sevilla. Replegar, esperar, dejar correr el tiempo y que salgan a relucir los nervios en los jugadores y afición para que surjan los errores individuales y colectivos. Hoy el Alavés lo volvió a hacer, como ya lo hicieron Villarreal, Espanyol y multitud de equipos que han sacado aquí los tres puntos pero lo que es incluso más complicado de entender y defender es como, pese a encontrarse el gol, los nervios del Betis, no solo no se redujeron, sino que crecieron exponencialmente. Hoy no fue culpa de la afición, que sí lo ha sido en algunos partidos esta temporada aunque sea injusto reconocerlo y señalarlo, hoy fue culpa totalmente de los jugadores. Técnico y planteamiento aparte.
En la previa, había algunas dudas de cómo un equipo tan plano en faceta ofensiva, sobre todo jugando de local, y sin jugadores de banda podría hacer daño a un repliegue tan extremo como el que plateaba el Alavés. Esas dudas no hicieron más que crecer en los primeros minutos de partido y más viendo, como los fallos en la entrega y controles no hacían más que crecer según avanzan los minutos. Difícil entender como de un día a otro, los jugadores parecían no saber dar un pase de más de cinco metros o controlar un balón. Pero aun así y pese a todo, el Betis se encontró un gol en su primera ocasión del partido.
Como contra el Éibar, se le ponía todo de cara y al rival se le debía caía el planteamiento a las primeras de cambio. Ya no había excusas, ya no debería haber nervios, el Betis debía crecer en el partido pero no fue así y el partido continúo con el mismo guion. El alavés asumió el golpe con calma y no se volvió loco, al contrario de un Betis que pareció relajarse en exceso en ocasiones.
El Betis solo supo reaccionar y generar sus mejores ratos de futbol en la primera mitad tras alguna ocasión clara del rival. No existe ninguna explicación lógica de la poca continuidad en el juego de este equipo y la irregularidad manifiesta, no ya solo durante toda la temporada, sino en los distintos tramos de cada partido.
A partir de gol, el Alavés dominó y tuvo el balón mientras el Betis se precipitaba en todas sus acciones y no sabía reaccionar al partido. El equipo de Víctor se partía por momentos sobre todo por la posición de Joaquín de interior que hizo aguas durante todo el partido. Joaquín, que está muy lejos físicamente de poder abarcar tanto campo, no llegaba arriba ni abajo. En ataque se situaba a la misma altura de los dos delanteros, alejándose de la creación y en defensa no aparecía dejando muy solos a Ceballos y Pardo que siempre estaban en desventaja. Por ahí, se perdió medio partido. El otro medio se perdió, obviamente por una calamitosa defensa.
Una defensa que convirtió en pesadilla la segunda mitad. Tres goles en diez minutos al comienzo de una mitad. Errores individuales, errores en la entrega y errores defensivos impropios de un jugador de primera división provocaron los tres goles. El primero el más duro y que dejó en estado de shock al equipo. Una mala entrega de Tosca pero una peor entrada de Mandí, que hoy hizo el peor partido de lejos de la temporada, costaron el primer gol y el partido.
Con el tercer gol, el partido se terminó. El Betis nunca encontró la forma de hacer daño al repliegue del Alavés debido a la poca movilidad de los tres de arriba, al poco acierto de los carrileros en sus acciones y sobre todo, a las pocas alternativas que tiene el equipo en el banquilo. El Betis se chocó una y otra vez contra el muro del Alavés y acabo encajando un nuevo gol a la contra para cerrar otra humillación de un equipo pequeño, como ya hizo el Éibar la temporada pasada, en el Benito Villamarín
Difícil explicar lo sucedido hoy en el Villamarín en la segunda mitad. Complicado de entender como un equipo con un planteamiento tan conservador como el Alavés, llegando con poquísimos hombres al ataque, te marque tres goles en diez minutos y sin variar ni un ápice su forma de jugar de una mitad a otra. No hay excusas, no hay defensa, el Betis volvió a ser hoy su mayor enemigo.
Durante toda la temporada llevamos hablando como la mayoría de equipos que vienen al Villamarín hacen prácticamente el mismo partido porque es el camino más sencillo de conseguir sacar puntos en Sevilla. Replegar, esperar, dejar correr el tiempo y que salgan a relucir los nervios en los jugadores y afición para que surjan los errores individuales y colectivos. Hoy el Alavés lo volvió a hacer, como ya lo hicieron Villarreal, Espanyol y multitud de equipos que han sacado aquí los tres puntos pero lo que es incluso más complicado de entender y defender es como, pese a encontrarse el gol, los nervios del Betis, no solo no se redujeron, sino que crecieron exponencialmente. Hoy no fue culpa de la afición, que sí lo ha sido en algunos partidos esta temporada aunque sea injusto reconocerlo y señalarlo, hoy fue culpa totalmente de los jugadores. Técnico y planteamiento aparte.
En la previa, había algunas dudas de cómo un equipo tan plano en faceta ofensiva, sobre todo jugando de local, y sin jugadores de banda podría hacer daño a un repliegue tan extremo como el que plateaba el Alavés. Esas dudas no hicieron más que crecer en los primeros minutos de partido y más viendo, como los fallos en la entrega y controles no hacían más que crecer según avanzan los minutos. Difícil entender como de un día a otro, los jugadores parecían no saber dar un pase de más de cinco metros o controlar un balón. Pero aun así y pese a todo, el Betis se encontró un gol en su primera ocasión del partido.
Como contra el Éibar, se le ponía todo de cara y al rival se le debía caía el planteamiento a las primeras de cambio. Ya no había excusas, ya no debería haber nervios, el Betis debía crecer en el partido pero no fue así y el partido continúo con el mismo guion. El alavés asumió el golpe con calma y no se volvió loco, al contrario de un Betis que pareció relajarse en exceso en ocasiones.
El Betis solo supo reaccionar y generar sus mejores ratos de futbol en la primera mitad tras alguna ocasión clara del rival. No existe ninguna explicación lógica de la poca continuidad en el juego de este equipo y la irregularidad manifiesta, no ya solo durante toda la temporada, sino en los distintos tramos de cada partido.
A partir de gol, el Alavés dominó y tuvo el balón mientras el Betis se precipitaba en todas sus acciones y no sabía reaccionar al partido. El equipo de Víctor se partía por momentos sobre todo por la posición de Joaquín de interior que hizo aguas durante todo el partido. Joaquín, que está muy lejos físicamente de poder abarcar tanto campo, no llegaba arriba ni abajo. En ataque se situaba a la misma altura de los dos delanteros, alejándose de la creación y en defensa no aparecía dejando muy solos a Ceballos y Pardo que siempre estaban en desventaja. Por ahí, se perdió medio partido. El otro medio se perdió, obviamente por una calamitosa defensa.
Una defensa que convirtió en pesadilla la segunda mitad. Tres goles en diez minutos al comienzo de una mitad. Errores individuales, errores en la entrega y errores defensivos impropios de un jugador de primera división provocaron los tres goles. El primero el más duro y que dejó en estado de shock al equipo. Una mala entrega de Tosca pero una peor entrada de Mandí, que hoy hizo el peor partido de lejos de la temporada, costaron el primer gol y el partido.
Con el tercer gol, el partido se terminó. El Betis nunca encontró la forma de hacer daño al repliegue del Alavés debido a la poca movilidad de los tres de arriba, al poco acierto de los carrileros en sus acciones y sobre todo, a las pocas alternativas que tiene el equipo en el banquilo. El Betis se chocó una y otra vez contra el muro del Alavés y acabo encajando un nuevo gol a la contra para cerrar otra humillación de un equipo pequeño, como ya hizo el Éibar la temporada pasada, en el Benito Villamarín
Comentario