Otro recital de errores defensivos del Betis que encajó una nueva goleada vergonzosa fuera de casa en un partido marcado por los errores arbitrales y la poca actitud de un equipo que no está ni se le espera y que no pareció entrar con intensidad en ningún momento. Víctor y Torrecilla, una vez más señalados.
El Betis está en depresión. Se ha caído (si alguna vez se llegó a levantar del todo) y está en un estado del que parece que no va a salir el resto de temporada. Ha entrado en una vorágine de malos resultados acompañado de las famosas sensaciones que han alcanzado el nivel preocupante del último mes de Poyet. Jugadores muy lejos de su mejor nivel, o eso quiero creer, acompañado de malas decisiones tácticas y una inexistente actitud e intensidad, muy de pretemporada, que deja a un equipo al filo del abismo y a sus aficionados rezando para que a ninguno de abajo le dé por ganar dos partidos seguidos.
Hoy volvía a enfrentarse a un rival que venía de varias derrotas seguidas, como el Villarreal, con un ambiente enrarecido desde el anuncio de la decisión de la marcha de Quique Setien y con la mente, seguramente, puesta más en la temporada que viene que en esta. Y aun así el Betis salió goleado ante un equipo que pareció estar bastante lejos de su mejor nivel. Sí, puede quejarse, y con razón, del arbitraje pero no se puede excusar de una derrota así por ello.
No decir que el arbitraje influyó, sería faltar a la verdad. Hasta el 1-0, el Betis estaba bien posicionado en el campo con los carrileros llegando bien a campo contrario y reduciendo las opciones a un Roque Mesa que le costó encontrar pase vertical. El Betis no estaba mal, los centrales verdiblancos estaban ganando todas las acciones a sus rivales pero Las Palmas encontró un gol a balón parado en una acción evitable sí, pero asumible. Un gol a balón parado en el minuto 43. Psicológico, muy dañino pero recuperable.
El comienzo de la segunda parte sí que fue la losa que sepultó al Betis. Duró cinco minutos, los cinco que Boateng tardó en marcar el segundo gol. Ese gol fue mortal y el fuera de juego la excusa que encontró y se escudará el Betis para dejarse llevar en los restantes minutos y justificar a posteriori el partido hecho en Gran Canaria. Un gol que duele más por dos motivos: primero, ese mismo linier, que no ve ese fuera de juego, sí que vio los dos fueras de juego justos en la primera mitad y segundo, y la más preocupante, la falta de actitud de un equipo que aceptó la decisión del árbitro y no protestó la jugada. No estaban en el partido y ahí se notó.
A partir de ahí el partido no existió, como si de un partido de pretemporada se tratase entre dos equipos con una diferencia, no ya solo en el marcador, sino de plantilla bastante diferencial, Las Palmas contemporizó y tocó a un ritmo en ocasiones cansino y el Betis intentó salir a la contra de una manera brusca y precipitada. En ese contexto, Las Palmas encontró dos goles más y el Betis que creció, o por lo menos lo intentó más con la salida de Joaquín se llevó un gol anecdótico.
El uno x uno
El Betis está en depresión. Se ha caído (si alguna vez se llegó a levantar del todo) y está en un estado del que parece que no va a salir el resto de temporada. Ha entrado en una vorágine de malos resultados acompañado de las famosas sensaciones que han alcanzado el nivel preocupante del último mes de Poyet. Jugadores muy lejos de su mejor nivel, o eso quiero creer, acompañado de malas decisiones tácticas y una inexistente actitud e intensidad, muy de pretemporada, que deja a un equipo al filo del abismo y a sus aficionados rezando para que a ninguno de abajo le dé por ganar dos partidos seguidos.
Hoy volvía a enfrentarse a un rival que venía de varias derrotas seguidas, como el Villarreal, con un ambiente enrarecido desde el anuncio de la decisión de la marcha de Quique Setien y con la mente, seguramente, puesta más en la temporada que viene que en esta. Y aun así el Betis salió goleado ante un equipo que pareció estar bastante lejos de su mejor nivel. Sí, puede quejarse, y con razón, del arbitraje pero no se puede excusar de una derrota así por ello.
No decir que el arbitraje influyó, sería faltar a la verdad. Hasta el 1-0, el Betis estaba bien posicionado en el campo con los carrileros llegando bien a campo contrario y reduciendo las opciones a un Roque Mesa que le costó encontrar pase vertical. El Betis no estaba mal, los centrales verdiblancos estaban ganando todas las acciones a sus rivales pero Las Palmas encontró un gol a balón parado en una acción evitable sí, pero asumible. Un gol a balón parado en el minuto 43. Psicológico, muy dañino pero recuperable.
El comienzo de la segunda parte sí que fue la losa que sepultó al Betis. Duró cinco minutos, los cinco que Boateng tardó en marcar el segundo gol. Ese gol fue mortal y el fuera de juego la excusa que encontró y se escudará el Betis para dejarse llevar en los restantes minutos y justificar a posteriori el partido hecho en Gran Canaria. Un gol que duele más por dos motivos: primero, ese mismo linier, que no ve ese fuera de juego, sí que vio los dos fueras de juego justos en la primera mitad y segundo, y la más preocupante, la falta de actitud de un equipo que aceptó la decisión del árbitro y no protestó la jugada. No estaban en el partido y ahí se notó.
A partir de ahí el partido no existió, como si de un partido de pretemporada se tratase entre dos equipos con una diferencia, no ya solo en el marcador, sino de plantilla bastante diferencial, Las Palmas contemporizó y tocó a un ritmo en ocasiones cansino y el Betis intentó salir a la contra de una manera brusca y precipitada. En ese contexto, Las Palmas encontró dos goles más y el Betis que creció, o por lo menos lo intentó más con la salida de Joaquín se llevó un gol anecdótico.
El uno x uno
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