Yo veo las cosas de otra manera.

¿Pudo ser alguna vez en su historia ser el Betis como un Liverpool o un Dortmund? Tal vez. Sí. Lo que pudo ser y no fue. Nos faltó suerte, o quizás otras cosas, como directivos competentes. La pregunta parece invitar a flagelarse, a lamentarse de nuestra mala fortuna por haber perdido tantos trenes.

Pero también pueden plantearse las cosas a la inversa.

¿Pudo alguna vez en su historia desaparecer el Real Betis, o caer en un eterno abismo? También. Pero ahí reside la diferencia, nuestra principal baza y nuestro principal mérito, y lo que invita a pensar (razonablemente, sin ser ilusos) en que probablemente algún día cambien las tornas y consigamos estar más arriba: hemos caído muchas veces, pero siempre, siempre, siempre, hemos vuelto a levantarnos. Somos el púgil que, por más veces que bese la lona, siempre vuelve a levantarse, el boxeador al que es imposible tumbar del todo.

¿Que nos ha faltado suerte? Sí. Pero, ¿cuántos clubes hay más fuertes, con los cimientos más sólidos que nosotros en España? ¿Cuántos capaces de soportar, no una mala racha, sino veinte tempestades? Tal vez los dos atléticos, y probablemente Madrid y Barça si se hubieran visto en esa tesitura, pues no la conocen. Pare usted de contar. Más fácil resulta imaginar ver desaparecer al Valencia o al Sevilla que al Real Betis.

Dentro de diez, veinte o treinta años, el Villarreal y el Éibar andarán probablemente por donde andan ahora el Murcia, el Hércules, el Rácing o el Salamanca, pero nosotros seguiremos ahí, dando siempre guerra, y con esa mijilla de suerte que nos ha faltado y ese buen hacer que también nos falta y reclamamos, tendremos oportunidad de estar donde merecemos.

Más mérito tiene ser así. Conseguir permanecer eternamente firmes y en la pelea, que haber alcanzado una efímera vez la cresta de la ola para volver a caer de nuevo y para siempre al fondo.

En la época loperiana tuvimos un par de ocasiones, el problema era que la exigencia de lopera era quedar por encima del eterno rival, como las criaturitas, nada más.

Cuándo se ganó la copa para lopera y sus criaturitas era el culmen, el techo, el no va más, por tanto para qué complicarse?, era mejor trincar los beneficios y a vivir del cuento.

En la acera de en frente lo supieron aprovechar, fueron ambiciosos, y nosotros en cambio no.

En la acera del frente son un Liverpool por los cojines, hombre.